sábado, 24 de septiembre de 2011

La supremacía de los falsos opuestos. Un simulacro llamado democracia.

Leviatan, la tiranía del dios estado.

'El Estado es la realidad absoluta y el individuo mismo tiene existencia objetiva, verdad y moralidad sólo en su calidad de miembro del Estado’. Friedrich Hegel.

Detrás del rey hay un poder mayor que la corona misma.

Rey por la Gracia de Dios... habilidad, destino o derecho divino a marcar el límite entre la coerción legítima o admisible, y la coerción ilegítima o inadmisible, como primer objetivo de toda lucha por el poder. La explicación tradicional de por qué el poder se transmite a traves de los siglos por la sangre ha sido la mística del Derecho. Afirma que un rey es creado por Dios, y que la autoridad real reside en la sangre, independientemente de cualquier otra cosa. Inclusive hay una razón genética legítima ancestral detrás del denominado Derecho Divino de los Reyes.

Si existe un pueblo racial, una comunidad de sangre, siempre se conformará en su seno una Aristocracia del Espíritu, de donde surgirá el Rey Soberano que ostente el grado más alto de la Aristocracia, la Sangre Más Pura, quien posea tal valor será reconocido carismáticamente por el pueblo y regirá por Derecho Divino del Espíritu.

Su Soberanía no podrá ser cuestionada ni discutida y por lo tanto, su Poder deberá ser Absoluto. Nada hay Más Alto que el Espíritu y el Rey de la Sangre expresa al Espíritu. Y en la Sangre Pura del pueblo subyace el Espíritu, y por eso el Rey de la Sangre Pura, que expresa al Espíritu, es también la Voz del Pueblo, su Voluntad individualizada de tender hacia el Espíritu. De manera que nada material puede interponerse entre el Rey de la Sangre y el Pueblo.

Por el contrario, la Sangre Pura los une carismáticamente, en un contacto que se da fuera del Tiempo y del Espacio, en esa instancia absoluta más allá de la materia creada que es el Origen común de la Raza del Espíritu. Y de aquí que todo cuanto se conforme materialmente en relación al pueblo le deba estar subordinado al Rey de la Sangre. Todas las voluntades deben sumarse o doblegarse frente a su Voluntad, todos los poderes deben subordinarse ante su Poder. Incluso el poder religioso, que solo alcanza los límites del Culto, debe inclinarse bajo la Voluntad del Espíritu que el Rey de la Sangre manifiesta.

´No cuida de su honor ni estima la causa del Rey el que no me sigue´. La antológica frase de Alejandro Farnesio lo dice todo. Temor a Dios Todopoderoso que es miedo a decepcionar y perder el bien supremo - el infierno como pérdida en vida de la visión del supremo bien por el culto al mundo.

De una monarquía absoluta donde el poder es soberano y emana del mismo Rey por voluntad divina, a otra evolucionada monarquía pactista medieval, donde el Rey es un primus inter pares, que para ser proclamado como tal debe jurar ante los fueros e instituciones de los distintos territorios integrantes del Reino, cual fundamento legítimo de todo Estado que trasciende su principio de autoridad soberana.

Si Dios Todopoderoso lo hace desde arriba de manera invisible, era apropiado que una sociedad visible tuviera una cabeza visible en su persona y en sus Sucesores. Habiendo Dios Todopoderoso instituido una sola Cabeza para reemplazarlo, el Gobierno es por lo tanto esencialmente un Monarquía absoluta, que significa independiente, no sujeta a facciones, fuerzas ocultas, grupos de presión o camarillas; siendo la forma mejor y más antigua de gobierno y la más natural, ya que sigue el modelo de la familia y encuentra su justificación en todos los seres de la naturaleza y en todas las obras de los hombres que se llevan a cabo bajo la dirección de un solo líder.

Es el más conveniente de los gobiernos inclinado ante la Voluntad Divina, la Monarquía es por tanto una institución divina y un hecho humano, fuente de los poderes especiales confiados por Dios Todopoderoso, dado que todo lo que se vincula en la tierra estará vinculado con el cielo. Cabeza visible de todo, por tanto no se trata de una simple primacía del honor, sino de una verdadera y propia jurisdicción de un poder recibido directa e inmediatamente de manera efectiva por derecho divino.

Ante el Estado moderno que es la unidad suprema, abstracta y fundamental del gobierno; una nación con capital, moneda, ley única, fronteras y ejército; en último término, la rendición de la mayoría a la osadía siniestra de unos pocos, e incluso cuando los elementos del estado estaban presentes y funcionaban con vigor y no existía una conciencia objetiva de lo que aquello significaba, fue necesario modificar el orden jurídico existente, circunscribiendo el Derecho al ámbito de establecer un contrato civil separado que exige inevitablemente la separación de Poderes.

La idea de cultura moderna u objetiva es axiomática, ya que surge de otras ideas. La idea homóloga desempeña una función parecida, es la del Reino de la Gracia; un reino infuso sobreañadido a la naturaleza del Hombre. Gracia sobrenatural en presencia divina, que lo remide y eleva al nivel más alto y mejor que pueda imaginarse.

Mediante oscurantismo, la Reforma protestante y la Ilustración eclipsan la idea de la divina Gracia que insufla el espíritu del Hombre. Las tornas han cambiado, ahora es el ´viento del pueblo´ el que sopla al individuo la cultura de ese pueblo. Base de la vida política actual. Todo lo que se pueda decir del Reino de la Gracia, se transfiere a la Cultura; las ciencias del espíritu se trasladan a la ciencias de la naturaleza de lo humano; y así, por arte de magia, la Cultura se apropió de los atributos materiales del Espíritu.

Las teorías del pacto social sirven pues para dar una apariencia de continuidad entre el orden jurídico político constituido y sus orígenes coactivos y violentos. El Derecho establece retro-activamente la ficción que siempre ha existido vigente el Estado basado en el Derecho. Tal violencia triunfadora se puede legitimar a sí misma como fundamento de derecho y a partir de tal origen inaugurar la ficción de orden jurídico que borre la memoria colectiva del trauma fundador, al igual que la violencia revolucionaria queda legitimada por la victoria de la revolución. Una minoría absoluta no puede tener cualquier otro medio eficaz para influir en el curso de los asuntos que no sea a través del uso de la violencia. El principio organizador de cualquier sociedad se basa en la guerra. La autoridad del Estado por encima del pueblo se apoya en los poderes bélicos.

'El Estado toma el lugar de Dios. Las dictaduras socialistas son religiosas, y la esclavitud de Estado es una forma de adoración". Carl G. Jung. Los Estados nunca son sujetos de la acción histórica. El Estado es una estructura abstracta cuyos ocupantes mudan reflejando afinidad ideológica, religiosa, política, cultural, etc…, con personas representantes de ciertos intereses que actúan usando el Estado. En otras palabras, se puede usar el Estado para actuar en contra de los intereses de la nación, y de ahí que de hecho siempre haya una congregación de elementos capacitados para hacerlo. Personas que trabajan en pos de un futuro inevitable que se define por la propiedad pública de los medios y por la abolición del Estado - lo que significa que todo será Estado y que no existirá más como entidad difenciada - ya que no habrá nada fuera de él a ser reconocido como entidad independiente en función de otros poderes intermediarios, sean estos la iglesia, las tradiciones, las empresas o las familias, y que es la estatización de todo.

Las guerras existieron antes que las naciones y son el ‎único marco que puede permitir a los pueblos decidir su propio destino. El problema ‎de los pueblos no es a qué escala ejercen su soberanía sino el hecho mismo de poder ejercerla. 

´El Estado es el conjunto de todos los fenómenos sociales, identificándolo con la sociedad en el sentido de una totalidad orgánica, en contraposición a cualquiera de sus manifestaciones parciales. La sociedad es pues el concepto genérico y el estado el concepto específico. Con carácter de realidad, la característica esencial del Estado es la soberanía, y en última instancia el estado sería el símbolo del principio altruísta-universalista mientras la sociedad es el principio egoísta-individualista´. Hans Kellsen.

Hay un sujeto y un objeto políticos, o un universo dado de ciudadanos, y el poder constituido al que se someten en Ley. Sólo un poder entendido como relación da cabida a la política. El poder implica siempre un contra poder sobre el que se ejerce en correlación de fuerzas, y no como una sustancia que se puede tener o tomar. El poder nunca se da, sólo se tiene. Parafraseando; los derechos de la ´corona´ son en gran parte ceremoniales.

Para las naciones la fecha de consolidación o independencia es una variable de estado que determina la soberanía frente a otra nación, imperio o administración colonial de la que se la obtuvo. Para otros países, la fecha indicada no representa necesariamente la independencia en su sentido estricto, sino más bien algún evento importante de la nación, como la fecha de fundación, unificación, federación, confederación, creación, cambio fundamental en la forma de gobierno, o una sucesión de estado.

Por si acaso, hay estado aconfesional, no estado laico. Para quien no lo sepa, una Iglesia la componen el clero y los laicos. Es decir, es laico quien ya pertenece a la Iglesia - y a su vez es laico el Estado que se arroga facultades de omnipotencia y moralidad, al tiempo que su moralidad misma es nula. 

Las sociedades colonizadas se dividen en dos grupos: los que no pueden olvidar y los que prefieren no recordar. Los que no pueden olvidar son los pueblos aborígenes quienes son lo que tuvieron que construir y hacer suya la ´patria´ que les fue impuesta por los extranjeros. Los que prefieren no recordar son los colonizadores y sus descendientes, aquellos que tienen dificultades para reconocer que la patria que ahora es compartida por todos tiene sus raíces en una injusticia de gran violencia histórica, el colonialismo. Así, el país es compartido por todos, pero no tiene por qué ser compartido de la misma manera.

El proceso de desarrollo de los mecanismos del estado como un producto intelectual ha sido históricamente acumulativa, pero en realidad poco ha cambiado desde la aparición de los primeros estados en el mundo antiguo. Desde siempre el estado como tal tiene una visión idealizada de si mismo, una ideología y una identidad única. Con ello se impone unos objetivos y trata de alcanzarlos mediante la presentación de figuras e imágenes irresistibles de poder, que ayudan a movilizar los recursos y las energías de las poblaciones, lo que de modo característico se logra a través de la burocracia.

La ideología, las imágenes de un poder terrenal y la fuerza normativa de la burocracia hacen que el organismo del estado tenga los elementos básicos que contienen y refuerzan con igual eficacia el papel del dirigente y de los ciudadanos. Ideología que lleva implícita una ordenación social definida y por lo general poco permeable al ascenso. La ideología necesita de un pasado histórico que reafirme su validez política y de un partido o una organización política de representación de intereses.

Bajo el supuesto de una autoridad central acordada por la sociedad misma para hacer cumplir leyes en procura de un beneficio colectivo, el gobierno en una democracia republicana es coercitivo, monopolístico y socialista. En último término, consiste en que los ciudadanos eligen por mayoría a la persona que ha de obedecer a quienes mandan.

Desde el comienzo el orden social estuvo sometido a la fuerza bruta y a la astucia. Código cuya tiranía no es otra que violencia en principio, e hipocresía como precepto de gobierno. Sostiene que se obtienen mejores resultados gobernando en ‘democracia’ que mediante la violencia y el terror, que es el gobierno de las masas por la sinarquía financiera al servicio del Poder en las sombras.

La estructura de dominación se basa en la legitimidad misma de quien detenta el poder autoritario. Los privilegios estamentales constituyen la recompensa del personal administrativo, y el miedo a perderlos es el motivo decisivo de la lealtad del funcionario ante el detentador del poder en un sistema político burocrático. En la dominación del Estado la excepción es siempre relativa, pues es un elemento irrenunciable del funcionamiento ´normal´ del Estado. En suma, los pragmáticos creen en el poder como elemento determinante de la política frente a los retóricos, quienes creen que los valores de la sociedad son decisivos.

Los gobiernos serán siempre oligárquicos, y el resto es utopía. Una de las leyes condicionantes de la política es la ley de hierro de la oligarquía. Según esta ley toda forma de gobierno, ya sea democrática, aristocrática o monárquica, tiende a estar dominada por un pequeño grupo. Es ley de la política y del comportamiento humano, y reconocerlo un ejercicio de pragmatismo político.

La verdad de la política es la libertad colectiva y la cuestión capital es quién la posee. Lo más probable es que la posean solo unos pocos protegidos legalmente por el sistema político, pero también es cierto que el gobierno se asienta sobre la opinión, y eso sí, esta depende de la mayoría.

El juego político siempre ha consistido en un equilibrio entre el gobierno y la opinión. Reducir la cuestión política a sistemas racionalistas por los cuales todos gobiernan el todo es un error que lleva a negar lo político fortaleciendo a las oligarquías. Por un lado se neutraliza la crítica, y por otro se blindan las élites, porque no se atienen a lo concreto y posible en el momento presente de la realidad histórica.

En efecto, en política es bueno lo que es posible, y lo imposible, ineludiblemente, lleva al peor de los desastres. La ley de hierro de la oligarquía es un desvelamiento de la realidad política tal cual es, ya que siendo los partidos la expresión de una forma particular de oligarquía, el meollo de la cuestión radica en cómo impedir o mitigar que los que mandan se comporten oligárquicamente respecto al resto de la sociedad o sean meras correas de transmisión de los intereses oligárquicos.

Estos grupos de interés necesitan del Estado para beneficiarse y obtener privilegios arbitrarios, pues sólo el Estado mediante sus regulaciones puede cerrar los mercados y proveer tales beneficios arbitrarios. No se pueden eliminar las oligarquías, pero si es posible encontrar regímenes políticos que sean más capaces de mitigarlas y controlarlas que otros, y así impedirles operar libremente y enquistarse en la sociedad hasta agotarla.
 
Instituidos enormes monopolios, depósitos de colosales riquezas, de los cuales la riqueza de los individuos, aun las grandes, dependerán en tal forma que serán devoradas, así como el crédito de los Estados. Así pues, la aristocracia ha desaparecido como fuerza política a tener en cuenta; pero como propietaria de bienes territoriales, todavía puede perjudicarles en la medida en que sus recursos sean independientes.
 
 Desde la aparición del Estado constitucional y la instauración de la democracia, el demagogo es la figura típica del jerarca político. El estado moderno es una organización de dominación institucionalizada que monopoliza con éxito el uso de la fuerza física legal dentro de un territorio nacional definido, porque ha reunido todos los medios de funcionamiento en manos de sus dirigentes, legítimos no ya en una virtud consagrada por la religión o la tradición, sino por una necesidad primordial sea plutocrática o gremial, y bajo un programa de gobierno puramente retórico. Mediante una laxa asimilación ideológica gradual, los cuerpos legislativos son engañados, sobornados o intimidados.

`Cualquiera que sea el origen de un estado, o de la agrupación política de un pueblo, sólo acreditará su vitalidad siempre y cuando se transforme de violencia en fuerza. La historia nos enseña que el poder en sí es maligno, que al estado se le reconoce independientemente de toda religión el derecho del egoísmo que a todo individuo se le niega. Las naciones débiles son sojuzgadas y anexionadas o se las somete de otro modo cualquiera, no para que no puedan seguir hostilizando al estado que las domina, sino para que otro no se apodere de ellas y las ponga políticamente a su servicio`. Jacob Burckhardt.

Isonomía o demarquía, sinónimos de democracia y de repartición equitativa o igualdad de derechos ante ley, que remite al hecho de que las leyes son iguales para todos. Así pues, sistema democrático se caracteriza por tres rasgos jurídicos: isonomía (igualdad jurídica, la ley es igual para todos), isegoría (libertad de expresión) e isocracia (igualdad de condiciones para acceder a cargos de poder).

Concepto de igualdad jurídica por el que queda prohibido proponer leyes dirigidas a sectores particulares (privilegia ne inrogantur). En efecto, la ley, entendida como rectora de todos, nos afecta por igual y debe regirlo todo. Así pues, sólo es civilizado aquel que se somete al imperio de la ley - omnes servi legum sumus ut liberi esse possimus o todos somos esclavos de las leyes para poder ser libres.

Aunque en última instancia, el sistema basado en la democracia se deja llevar por grupos privilegiados de interés, facciones capaces de identificar cómo influir en el gobierno para obtener ventajas a costa de la mayoría. Un sistema espúreo, corrupto y corruptor, que se basa en la compra de votos. El típico político que compra votos con dinero ajeno previamente robado vía impuestos, focalizando el negocio en los grupos de interés que pueden significarle un mayor apoyo político en cada momento. Su único objetivo temporal son las próximas elecciones, de manera que no se toma ninguna decisión en base al bien común y el largo plazo.

Con la fórmula de elecciones prefabricadas desde arriba, dos partidos alternan su turno en el poder para proveer de cargos públicos a sus respectivas clientelas, tratando al estado en último término como una institución compleja de distribución de prebendas. Por este mecanismo establecen al gobierno y a la oposición al gobierno como una unidad de facciones antagónicas ilusorias, además combinando un sistema de dinero por poder que encarcela para siempre a las personas en una quasi deuda hereditaria permanente.

Democracia ahora es el nombre para la dictadura financiera. Muchos de los recursos de inversión entrelazan con tanto éxito la esfera política con la corporativo financiera que es imposible ver una separación clara. No obstante, entre amplios segmentos población, los ciudadanos votantes siguen convencidos de la idoneidad de las autoridades elegidas. Esas convicciones se basan en una publicidad falsa, y que los votantes no saben de la fusión entre el capital y la exitosa ocupación de campañas y puestos realizada regularmente tras el humo y las pantallas espejo de los medios de masas. En casos importantes movimientos de oposición y protesta son comprados y escenificados.

La necesidad de que toda política tuviera una dirección centralizada en un único dirigente surgió de manera definitiva e imperiosa con el desarrollo constitucional. El supuesto auténtico soberano, el pueblo, no tiene ninguna influencia real sobre la dirección del gobierno, más si apenas cree elegir a ciertos cargos directivos nominados de antemano por la dirigencia política. Las razones de estado son pues los intereses vitales del sistema dominante y el discurso con el que legitima el poder que ostenta.

La actividad política amplia es organizada por pequeños grupos de personas interesadas con fines electorales para captar la mayor cantidad posible de seguidores en un mercado electoral dado. Se presentan a si mismos o a protegidos suyos como candidatos, reúnen los medios económicos y van a la captación de votos, lo que significa la división de ciudadanos con derecho a voto como sujetos políticamente activos y políticamente pasivos. Por eso es fundamental establecer obligatorio el derecho a voto de las masas, la publicidad intensiva y la disciplina partidista.

Todo gobierno está compuesto por subgobiernos integrados en triángulos de hierro: el poder ejecutivo, subcomisiones parlamentarias burocráticas y grupos de interés o de presión, con relaciones estables y estrechas entre si. Con ello se persigue la negociación y el consenso al interior del triángulo de hierro, para así evitar el riesgo de introducir nuevos grupos. Los triángulos de hierro son autónomos de otros sistemas y adoptan sus decisiones en el ámbito de la política pública. Existe una competencia natural con otros triángulos de hierro. La actividad pública es la resultante de la acción de todos los triángulos de hierro con capacidad decisoria.

La estructura de poder piramidal se encuentra en toda la cultura occidental. Las corporaciones y organismos gubernamentales clásicamente utilizan esta estructura para gestionar sus actividades. En cada nivel de la escala de promoción hay mayor poder. Y cuando uno llega a la cima, toda la estructura se puede controlar por uno mismo. El fundamento basal de lo que llaman la economía de mercado de una democracia parlamentaria multipartidista. Una vez que se tiene poder, su papel puede ser cambiado progresivamente de tal manera que comienza a haber una agenda oculta para aplicarla el momento adecuado.

El poder de `desequilibrio` es el énfasis excesivo en dividir la estructura en dos partes aparente y naturalmente opuestas: el hombre a la mujer, el conservadurismo al liberalismo, el estado o la empresa privada, y así sucesivamente. Esto tiene el efecto de generar profundos desequilibrios dentro de la mente humana, y el deseo innato de volver a un estado de plenitud puede ser objeto de uso en extremos aún más negativos. Para que este principio sea efectivo, hay que disuadir a la gente que el estado de desequilibrio es natural. Esto se hace a través de otro principio bien conocido, el principio de la desconexión con la fuente vital que norma la cultura.

Todos los procesos revolucionarios han sido de gran utilidad para implicar a los pueblos en la defensa de estructuras autoritarias y patriarcales de poder. Una masa humana que de otro modo jamás hubiera pensado en actuar voluntariamente a favor de tales estructuras de dominación, las cuales a su vez provocan un ajuste social que conduce a sustanciar los ciclos de la producción y el consumo. Lo importante no es quién o porqué se ejerce el poder, sino que las estructuras de dominio sigan siendo las mismas y el sistema autoritario sobreviva.


El Estado es una ficción.

En general, los individuos aspiran al poder por el sentimiento de prestigio que les otorga. Los seguidores, funcionarios y empresarios del partido que ponen en marcha dicha maquinaria esperan la victoria del líder como una retribución personal en cargos públicos u otras ventajas diferenciales.

´El argumento de que hay dos partidos con políticas e ideales opuestos, uno de derecha y otro de izquierda, es una noción burda aceptable sólo para los doctrinarios y los pensadores académicos. La cuestión es que ambos partidos deben ser esencialmente idénticos, para que el pueblo no pueda deshacerse de los farsantes en cualquier tipo de elección, ni llevar a cabo ningún cambio profundo y extenso en la política establecida´. Carroll Quigley.

El líder político o estadista dirigente tiene su propia y exclusiva responsabilidad por lo que decida y haga. La toma de partido, la lucha, la pasión constituyen el elemento y la razón del político. La pasión en el sentido de estar volcada su entrega al dios o demonio que la gobierna y a la causa que la guía de manera decisiva en su acción pública, en teoría respetando la distancia con relación a los hechos y a las personas, venciendo los acosos de la vanidad humana, o sea el distanciamiento de si mismo, y conservando el instinto de poder al servicio de la causa.

Los rasgos, el efecto carismático y demagógico del líder sobre las masas son fundamentales para ganar las elecciones a nombre del partido. El sentimiento de poder le otorga al político la sensación de influir sobre las personas y por extensión gradual al conglomerado humano a su alcance. El demagogo resulta ser un actor que confía sólo en el efecto que produce su discurso y su acción derivada, en la finalidad exclusiva de disfrutar el poder en toda su apariencia de brillantez y no como poder real con finalidades y rendimientos objetivos, e incluye también el engaño que el demagogo es el único proveedor posible de lo que necesita el subordinado.

El poder es el medio ineludible de la política y la ambición al poder una de las fuerzas que impulsan toda política, pero la adoración del poder como tal conducen inevitablemente a la demagogia, desconociendo así el carácter trágico en que está envuelta toda acción humana y en especial la acción política, al servicio de una causa idealizada e ideologizada, aunque con absoluta y paradójica frecuencia no haya cualquier correspondencia son su sentido originario, es una especie de suerte de nulidad creadora. Cuando de poder se trata, siempre es necesaria una alternativa, aunque sea hipotética.

El demagogo es el tipo de dirigente predominante desde el establecimiento de la democracia occidental. El periodista resulta ser actualmente el publicista político que mejor representa la figura del demagogo. Hace falta ser muy ingenuo para confiar en las intenciones de personas cuyo oficio es tomar el poder y ejercerlo. Los periodistas mienten abiertamente, son criados y resultan herramientas del medio para el que laboran. Las necesidades cruzadas hacen que el trabajo periodístico tenga que realizarse con rapidez, por encargo de alguien y deba producir un efecto inmediato. Sólo el periodista es un político profesional pagado y por ende sólo la actividad periodística es una actividad política continuada.

La aparición de un demagogo hábil con capacidad para organizar un movimiento de multitudes y determinado a alcanzar el poder político, forjan el fascismo, que en esencia es la nación Estado moderna como régimen de turbas, constantemente estimuladas mediante ataques retóricos dirigidos contra minorías expiatorias o cualquier grupo humano que por casualidad lleve el estigma de El Otro en una cultura determinada, dinámica que hace que el fascismo, o cualquiera sea su nombre, resulte siempre irracional y destructivo. No obstante las turbas y multitudes no se formen lentamente, sino que se materializan al instante, de manera espontánea, con poca o ninguna advertencia, incubadas por la acción y el discurso de gobierno.

Partidos políticos desprovistos de convicciones, puras organizaciones de cazadores de cargos, que elaboran para cada elección programas distintos según las posibilidades coyunturales de obtener votos, mediante la corrupción y el despilfarro de recursos. Verdaderos empresarios capitalistas que logran votos por su cuenta y riesgo, exclusivamente en busca de poder como fuente de dinero, pero también por el poder mismo en un sistema de compra de cargos sin partidos con principios políticos. La disyuntiva es o una democracia de líder con partido, o una democracia sin líderes, o sea, la dominación de políticos profesionales sin cualidades carismáticas.

El bipartidismo es para el sistema de discurso y apariencia democrática la herramienta más útil posible, pues además de proporcionar un falso aire de dualidad en debate, ofrece la posibilidad de renovar gobiernos excesivamente desgastados por las diferentes crisis políticas que se acumulan, sin necesidad de tener que alterar ni cambiar la estructura interna del sistema, ya que a través del partido que en un determinado momento se encuentra en la oposición, puede manipular más fácilmente a la sociedad, canalizando sus aspiraciones hacia una vía muerta, o al nivel conveniente en que no sea peligroso para la supervivencia del sistema en sí.

El poder debe ser entendido como la capacidad de causar sufrimiento y en esencia se basa en los sentimientos y las emociones que dividen y separan a la gente. Bajo este concepto el poder no necesita resolver los problemas, ya que ellos son la fuente misma de su dominio, el sufrimiento que genera las emociones de los cuales ese poder se nutre. Se necesitan los problemas para justificar su existencia, así que no se previenen ni resuelven sino que se incrementan con soluciones contraproducentes que no persiguen las causas sino que enfrentan los efectos y las consecuencias, hasta generar grandes crisis. Sin romper los ciclos del círculo vicioso, se promulga el caos y luego se impone un orden conveniente.

´Existen en verdad buenas razones para creer que los códigos de ley tuvieron su origen en las reglas de conducta establecidas por los militares victoriosos hacia sus enemigos derrotados, que luego se vieron adaptadas para aplicarse sobre todas las poblaciones sujetas. La autoridad básica del estado moderno sobre su población reside en sus poderes de guerra. La guerra ha sido el principal mecanismo evolutivo para mantener un equilibrio ecológico satisfactorio entre la población humana bruta y los recursos disponibles para su supervivencia´. L.Gumplowicz.

El lastre de las dos grandes plagas de la modernidad fueron la tecnología y el liberalismo económico. Ambas dieron lugar a un estado de esclavitud real, burocrática y disciplinaria que se ejerce sobre los cuerpos y los espíritus. La disciplina nada más es que un conjunto de reglas y técnicas concretas de vigilancia jerárquica, sanción normalizadora y control, destinadas a estandarizar la conducta humana bajo determinadas pautas a fin de optimizar las facultades productivas de las poblaciones.

Estar en el cargo no significa tener el poder. La manipulación del poder por medio de su exhibición es una clase poder y el aura sexual de fascinación es su característica, en realidad una ilusión de poder sin la sustancia carismática del líder pero con la manipulación que conlleva usar la máscara del poder, con apenas el prestigio del ardid o la ilusión con la que se impresiona. Es una era de asesores de campaña y realidades virtuales que ajustan hechos, tuercen y trucan las palabras y las imágenes para que no se pueda distinguir entre lo aparente y lo real, la memoria y la imaginación, la ilustración y la ilusión. Es preciso reconocer que la hipertrofia de la comunicación se puede convertir en una enfermedad endémica de la cultura electrónica, porque el secreto y la mentira están en el centro mismo de la razones de Estado.

En general el poder no emana de la gente como expresión de la voluntad popular, sino que viene de arriba, por lo que la violencia facciosa y la coacción son elementos consustanciales orgánicos del poder, que no es un simple sistema de gobierno y hombres que gobiernan, es también religión, cultura y visión integral de la existencia. Si el golpe militar representa la forma de asalto al poder más horrenda y atroz, cualquier uso político de la religión resulta en sí mismo un modo peor de violencia, no solo contra el cuerpo, sino también contra el espíritu humano. La religión pertenece exclusivamente a la esfera privada del individuo, mientras que los derechos de la sociedad y del ser humano son públicos, civiles y sociales.

La ley religiosa es en sentido estricto un asunto individual, y oponerse a cualquier forma de interrelación entre la religión, de un lado, y el Estado y las instituciones sociales y sus políticas, por otro, es absolutamente elemental. Por su propia naturaleza, toda norma religiosa estipula esa mutua exclusión. Quien hace política pacta con los poderes divinos y diabólicos que acechan en torno al poder. Quien busca la salvación de su alma y de la de los demás se arriesga por el camino de la política, porque el genio de la política vive en tensión con lo establecido. Sin embargo la actividad científica, fuente mágica de poder, ha sido usada por el ser humano como vía de usurpación y de autonomía en relación con el espíritu, y también se ha satanizado. De por sí existe una enorme permisividad de las autoridades civiles hacia la élite eclesiástica. En muchos países son un verdadero cogobierno a la sombra. Los pilares de la civilización occidental son el cristianismo, el crimen, el miedo y la mentira.

La noción de ‘guerra justa’ o ‘justa causa’, es un concepto desarrollado por filósofos del derecho cristiano para regular las relaciones entre Estados, y esencialmente implica una causa justa en la legítima defensa o la salvación de inocentes, y la implicación directa como último recurso, en proporcionalidad y con probabilidad de éxito.

La dicotomía entre Imperio como unidad política con un fin común trascendente - universal y espiritual - en el bien común; contra imperialismo, que es el medio de explotación económica internacional, sistema donde el núcleo central impera sobre el resto a modo de extractor de recursos.

La idea detrás del esquema de poder de falsos opuestos ideológicos, es que quienes dirigen la conspiración mundial puedan utilizar las diferencias de las llamadas ideologías, a fin de dividir en facciones más grandes a la raza humana, campos opuestos de modo que armados y adoctrinados luchen y se destrocen los unos a los otros, y en particular destruyan todas las instituciones políticas y religiosas. El marxismo, el comunismo y sus derivados como el socialismo, o la derecha liberal o conservadora, en la práctica no son más que el capitalismo de estado y el gobierno de una minoría privilegiada, un ejercicio del control despótico y absoluto sobre la mayoría a la que se deja prácticamente sin bienes y derechos legales. La democracia es un sistema de estado con dos partidos políticos en lucha aparente que están controlados por la misma fuerza, que disputan por cuestiones insignificantes para dar la impresión de oponerse entre sí, pero que siguen las misma ideología básica, razón por la cual las sociedades tardan en descubrir que nada cambia nunca no importa a ​​quienes voten. La política es poder y nada más.

Todas las facciones de un estado pueden ser controladas desde una sola fuente. En cualquier democracia hay dos organizaciones distintas en el juego político. La abierta y visible, cuyos miembros están a cargo del gobierno; y la cerrada o invisible, compuesta de individuos que controlan esa organización visible y donde reside el poder real, a través de las finanzas y el uso de la propaganda. Herramientas que se pueden utilizar para promover la verdad o la falacia, la prosperidad o la ruina nacional. Por lo tanto la fuerza de una democracia se encuentra a merced de líderes invisibles que no siendo responsables, no pueden ser llamados a responder por las consecuencias de los actos del gobierno bajo su control, lo que constituye además la debilidad inherente de cualquier forma de gobierno por el control del estado desde las mismas fuerzas. Entonces sólo los títeres cambian, mientras que el gobierno de los individuos a la sombra quienes controlan la maquinaria del estado continúa sin obstáculos, y el privilegio del derecho al voto resulta así una farsa propagandística.

'Las repúblicas de transforman en democracias, y las democracias degeneran en despotismo´. Aristóteles.

En promedio cada cuatro años, los procesos electorales resultan mini-revoluciones. En lugar de dejar que la tensión se acumule durante décadas y termine en una revolución violenta, la democracia abre una válvula de escape en forma de elecciones. Al demorar la volatilidad, es más probable que los gobiernos terminen en revoluciones violentas en lugar de transiciones pacíficas.

Todos los descubrimientos científicos provienen de individuos, en una especie de salto intuitivo o corazonada. Ningún escéptico ni comité se ha inventado nunca nada. Eso es porque el escéptico está tan ocupado defendiendo el status quo que es incapaz de ser original, mientras el comité está derrumbando ideas brillantes con el fin de aferrarse a lo factible, que en esencia es el mínimo común denominador del colectivo. La política opera sobre todo por comités. No es de extrañar que sea tan mezquina, sórdida e ineficiente.

Los políticos sólo pueden sobrevivir en una sociedad irracional, y por tanto en constante necesidad de crear problemas y luego apelar a la emoción para posar como los salvadores, en un intento de seguir siendo relevantes y tomar o mantener el poder. El mundo irracional actual crea una gran oportunidad para que los sujetos políticos que intuitivamente se sabe en un mundo racional habría poca demanda de sus servicios. Sólo en un universo emocional irracional es donde los oportunistas pueden acceder a los medios de comunicación y visibilizarse para expresar ´sentimientos´ y tratar de tomar el terreno moral, no importa cuán infundada esa realidad sea; y también sólo en un entorno de este tipo pueden sobrevivir sin tener que lograr rendimientos prácticos y productivos, en lugar de prosperar y beneficiarse de palabras vacías y actuaciones miméticas. 

185 comentarios:

  1. La política es una proceso del arte de gobierno cuya falsificación se ha vuelto sinónimo de egoísmo artero y estafa. La globalización supone un inmenso mercado financiero mundial basado en la asociación de tres niveles de poder: gobiernos, corporaciones y mafias.

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    1. Cualquiera que sea el origen de un estado, o de la agrupación política de un pueblo, sólo acreditará su vitalidad siempre y cuando se transforme de violencia en fuerza. La historia nos enseña que el poder en sí es maligno, que el estado se le reconoce independientemente de toda religión el derecho del egoísmo que a todo individuo se le niega. Las naciones débiles son sojuzgadas y anexionadas o se las somete de otro modo cualquiera, no para que no puedan seguir hostilizando al estado que las domina, sino para que otro no se apodere de ellas y las ponga políticamente a su servicio.
      Jacob Burckhardt.

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    2. El pensamiento político más elevado y las más variadas formas de desarrollo humano se encuentran unidas en la historia de Florencia, que en este sentido merece el nombre del primer Estado moderno en el mundo. Allí todo el pueblo se dedicó a lo que en las ciudades despóticas es asunto de una sola familia. Ese espíritu florentino maravilloso, a la vez profundamente crítico y creativo artísticamente, no cesaba de transformar la condición social y política del Estado, sin cesar describir y juzgar el cambio. Florencia se convirtió así en la casa de las doctrinas y teorías políticas, de los experimentos y los cambios repentinos, sino también, como Venecia, la casa de la ciencia estadística, y solo y por encima de todos los demás Estados del mundo, la casa de la representación histórica en el sentido moderno de la frase. En ninguna otra ciudad de Italia fueron las luchas de los partidos políticos tan tempranas y amargas, y permanente así. Las descripciones de ellas dan una clara evidencia de la superioridad crítica de Florencia.
      Su gobernante ideal es un juez justo y humano, que sólo depende de Dios, como heredero del imperio universal de Roma, a la que pertenecía la sanción de la naturaleza, del derecho y de la voluntad divina. La conquista del mundo, le corresponde y descansa sobre un juicio divino entre Roma y las otras naciones de la tierra, y Dios dio su aprobación a este imperio, ya que en virtud del mismo se hizo hombre, presentando su nacimiento en el censo del emperador Augusto, y su muerte en la sentencia de Poncio Pilato.

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    3. I met a traveller from an antique land
      Who said:—Two vast and trunkless legs of stone
      Stand in the desert. Near them on the sand,
      Half sunk, a shatter'd visage lies, whose frown
      And wrinkled lip and sneer of cold command
      Tell that its sculptor well those passions read
      Which yet survive, stamp'd on these lifeless things,
      The hand that mock'd them and the heart that fed.
      And on the pedestal these words appear:
      "My name is Ozymandias, king of kings:
      Look on my works, ye mighty, and despair!"
      Nothing beside remains: round the decay
      Of that colossal wreck, boundless and bare,
      The lone and level sands stretch far away.

      Ozymandias - Percy Bysshe Shelley

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    4. Al ser la esencia de la lucha, la guerra es el elemento central del Estado, su núcleo duro, lo que le da fuerza y legitimidad. Los Estados nacen con la guerra, viven de la guerra, y crecen con la guerra.
      Estado es siempre super estratificación y una forma de conquista. La legitimidad clásica tradicional era de caracter divino, un modo de limitar el poder que limitaba al proprio poder en sí, porque el monarca ejecutaba la ley pero no la hacía. La ley estaba dada y el rey no podía cambiarla a voluntad. En este aspecto la legitimidad divina estaba bajo sagrado mandato imperativo, mientras que la legitimidad popular, sujeta a una alternancia representativa, es protéica y puede cambiarse cuantas veces quiera.

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    5. El Estado es una forma de poder político, no es la única forma – apenas una forma de poder político contemporánea. Todo Estado nació o nace de la conquista o de la guerra, es decir, de la predación y del espíritu de conquista.
      El Estado nada más es que un grupo de personas armadas y organizadas, que controlan al resto y los dominan. Basicamente, un grupo de bandidos que conquista un territorio, somete a la gente y le cobra tributo a través de una estrutura propia del crimen organizado, en el sentido que cobra para protegerte de él mismo - y encima te obliga a defenderlo aún a costa de tu vida y a adorarlo como si fuese una deidad.
      Y un hombre, de esa manera sometido a un gobierno que no desea, es un esclavo. En principio, no hay diferencia, o apenas la hay de grado, entre la esclavitud política y la esclavitud física. Ambas niegan al hombre la posesión de sí proprio y de los produtos de su trabajo, y afirma que otros hombres pueden poseerlo o disponer de él y de su propriedad, para su uso y placer.
      El Estado existe porque lo consentimos, porque creemos en él, porque lo adoramos, porque si dejáramos de creer en el Estado simplemente se derrumbaría, y porque quien se opone al Estado y a la verdad oficial no está equivocado sino que es considerado como un loco.

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    6. El absolutismo universal reina sobre todas las naciones. Derecho divino del monarca al que ninguna ley ni constitución limita, porque Él es la Ley.

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  2. Marketing político.
    El asesinato del presidente o jefe de estado en funciones de una nación está prohibido y condenado en toda legislación internacional.

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  3. Lo económico y lo político no son entidades en sí, son estados o dimensiones de la entidad social, y las contradicciones nacen en lo social, repercutiendo en la dimensión económica o política o en ambas a la vez. Sería un absurdo suponer falibilidad en lo económico y a la vez, una infalibildad en lo político.
    En el caso de los banqueros, el poseer ellos el dinero, por ser sus creadores, sin conocido límite, no puede determinar el fin de todas sus ambiciones. En razón directa a la satisfacción está la ambición. Y de todas, la que más, la ambición del Poder. ¿Por qué no han de sentir el impulso al dominio total, al poder total? 
    El poder, si en realidad es absoluto, solo puede ser uno. La idea de absoluto excluye la de pluralidad. Por al ser absoluto y por ser ambos en un orden mismo, en el político, han de ser un solo e idéntico Poder. El Poder absoluto es fin en sí o no es absoluto. Y hasta hoy no se inventó otra máquina de poder total más que el Estado Comunista. El poder capitalista, aún en teoría con la encarnación de la divinidad en los Faraones y Césares de la antigüedad, el tipo económico de vida en aquellos estados primitivos y el atraso técnico del aparato estatal, dejaban siempre un margen de libertad individual. Ese explica que los que dominan ya relativamente sobre las naciones y los gobiernos de la tierra pretendan el dominio absoluto, que es el único no alcanzado por ellos.
    “Ellos” no son ninguno de los hombres que aparecen ocupando cargos en la política o en la Banca mundial, porque no emplean en la política y en la finanza más que hombres interpuestos. Naturalmente, hombres de toda su confianza, con una fidelidad garantizada por mil medios distintos, así que cabe asegurar que los banqueros y políticos, tan solo son sus “hombres de paja”, por grande que sea su rango, y aun cuando aparezcan personalmente como autores de los hechos.
    Debe tratarse de hombres con una personalidad quasi mística y sin espectacularidad. Místicos del Poder puro, despojados de sus groseros accidentes, porque el recurso mas inteligente de todo conspirador, por grande que sea su fuerza, es el anonimato.

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  4. Con el marxismo sucede igual que con las antiguas religiones esotéricas, sus fieles debían saber solo lo elemental y hasta lo grosero si se quería suscitar la fe, algo absolutamente necesario, tanto en religión como en Revolución. El marxismo, antes que sistema filosófico, económico y político, es una conspiración para la Revolución, y la única realidad absoluta; filosofía, economía y política son verdad en tanto y cuanto llevan a la Revolución. La verdad intrínseca, subjetiva en la filosofía, economía y política y hasta en la moral no existe; será verdad o error en abstracción científica; pero al ser subordinada a la dialéctica de la Revolución, únicamente realidad y por tanto, la única verdad de ser así, debiendo obrar en consecuencia. Toda realidad, toda verdad, era relativa, frente a la única y absoluta: la Revolución. Un revolucionario, un conspirador, jamás revela a su adversario el secreto de su triunfo. Jamás le da información; le da desinformación.
    Si la lucha de clases en el área económica es, en su primer efecto, reformista y contraria por ello a las premisas teóricas determinantes del advenimiento del Comunismo, en su auténtica y real trascendencia es puramente revolucionaria. Pero subordinándose a las reglas de la conspiración; es decir, a la disimulación y ocultación de su verdadero fin. La limitación de la plusvalía y por tanto, de la acumulación, en virtud de la lucha de clases, tan solo es apariencia, un espejismo creado para provocar el movimiento revolucionario primario en las masas. La huelga es ya un ensayo de movilización revolucionaria. 

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    1. La definición nominal de socialismo es la propiedad estatal de los medios de producción. El socialismo niega el derecho a la propiedad, porque considera que la propiedad legal es apenas um fetiche burgués. Todo lo que es legal, en la substancia de las leyes, resulta apenas un disfraz de intereses reales. Entonces, el orden jurídico es intrascendente para el socialismo.
      En base a esto, el socialismo en realidad procura la propiedad real sobre los medios de producción, porque si tuviera la propiedad legal sería responsable legalmente, y eso es algo que no quiere. Lo que el socialismo requiere es el poder efectivo, sin tener la propiedad legal, y por tanto sin tener responsabilidad alguna. Ya que si tiene solamente el control efectivo sin tener la propiedad legal, nunca puede ser responsabilizado por nada, sin embargo de estar comandando todo, y adquiere así una invisibilidad por detrás del proceso.
      El Estado socialista-comunista controla y domina todo el proceso económico sin ser responsable por nada. Los responsables resultan los agentes que aún tienen en su mano el fetiche de la propiedad legal. Ese es el único socialismo que existe y que algún día puede existir.
      Tener la propiedad legal de los medios de producción significa que el Estado socialista se somete a la orden que quiere destruir. El socialismo se impone y se implanta con mucha más facilidad sobre una apariencia jurídica de capitalismo, montada encima de una orden socialista substantiva, en la cual el Estado controla todo sin ser el responsable legal de nada.
      Es justamente ahí donde encajan los intereses de los grandes capitalistas. En un proceso de absorción que nunca termina, y a medida que crecen los controles estatales de la economia, las pequeñas empresas están condenadas a la destrucción, porque el Estado impone sobre ellas exigencias fiscales, sanitarias y laborales cada vez más difíciles de cumplir.
      Como por definición el Estado no puede ocupar todo el arco productivo, le es preciso respaldar el margen sin transgredir la asíntota determinante de no apoderarse de todo, algo ontologicamente contradictorio, en un proceso de domínio de la economia que nunca termina, y que no puede llegar al domínio completo que requeriría hacerse de la propiedad legal.
      Por lo tanto, el avance del socialismo es el avance del capital monopolista.

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  5. Independientemente de si triunfa o fracasa, su efecto económico es anárquico. Al fin, este medio para mejorar el estado económico de una clase es en sí un empobrecimiento de la economía general; sea cual sea el volumen y el resultado de una huelga, ésta es una merma en la producción. Efecto general: más miseria, de la cual no se libra la clase obrera. Ya es algo. Pero no es el único efecto, ni siquiera el principal. Como sabemos, el fin único de toda la lucha de clases en el ámbito económico es ganar más y trabajar menos; traducido a efectos económicos, es consumir más produciendo menos. Tal absurdo económico pasa inadvertido por las masas, cegadas de momento por un aumento de salario, que es automáticamente anulado por un aumento en los precios, y si éstos se limitan por coacción estatal, ocurre igual, la contradicción de querer consumir más produciendo menos es remediada con otra: la inflación monetaria. Y así, se provoca ese círculo vicioso de huelga, hambre, inflación, hambre. 
    Tomese cualquier anuario de la economía de un país y divida las rentas y utilidades totales entre los asalariados y se verá qué cociente se logra. Es ese cociente lo más contrarrevolucionario, y debemos guardarlo en el mayor secreto. Porque si del teórico dividendo se resta los salarios y gastos de dirección que se producen al suprimir al propietario, resulta casi siempre un dividendo pasivo para los proletarios. Pasivo en realidad siempre, si computamos la disminución del volumen y la baja de la calidad. Proclamar la huelga es luchar por el bienestar inmediato del proletariado, solo es un pretexto necesario para lanzarlo al sabotaje de la producción capitalista; sumando así a las contradicciones del sistema con la del proletariado; doble arma de la Revolución… que, como es evidente, no se producen por sí mismas, porque hay organización, hay jefes, hay disciplina y, sobre todo, ninguna estupidez. Se puede sospechar que las famosas contradicciones del Capitalismo, de las Finanzas específicamente, son también organizadas por alguien. La Internacional Proletaria en su lucha económica coincide con la Finanza Internacional, produciendo la inflación, y donde hay coincidencia puede haber acuerdo. Objetivamente, son idénticas. La primera, secundada por los reformistas y por todo el sindicalismo, provoca la anarquía de la producción, la inflación, la miseria y la desesperación de las masas, la Finanza, sobre todo la Finanza Internacional, secundada consciente o inconscientemente por las finanzas privadas, crea las mismas contradicciones, pero multiplicadas. Si tiene la Finanza una aliada es la masa proletaria.

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  6. La clandestinidad sólo favorece a quien mejor se mueve en ella y no hay duda que el Estado tiene en ese aspecto una considerable ventaja, pues nada hay más oscuro que los intereses del Estado. La mayor ambición de lo espectacular de la acción de gobierno sigue siendo que los agentes secretos se hagan revolucionarios y que los revolucionarios se hagan agentes secretos. Un espectáculo que organiza con maestría de la ignorancia acerca de lo que está pasando, y acto seguido el olvido de cuanto a pesar de todo acaso se haya llegado a saber. Entonces si lo más importante es lo más oculto.

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    1. O entonces resta decir ´que el pueblo ha perdido la confianza del gobierno y que sólo con mucho esfuerzo podrá recobrarla. ¿No sería mejor que el gobierno disuelva al pueblo y eliga otro?´ Berthold Brecht.

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  7. Si las finanzas controlan la política a través de las marcas electorales que tienen posibilidades de gobernar, las elecciones sólo sirven para legitimar la política a favor de la oligarquía financiera.
    Georges Papandreu en Grecia y Silvio Berlusconi en Italia no han dimitido debido a derrotas electorales, ni siquiera al voto de censura de sus respectivos parlamentos: estos votos de censura nunca tuvieron lugar, ni en Atenas ni en Roma. Ambos fueron los eslabones mas débiles de la cadena de jefes de gobierno de la zona euro, cayeron derrocados por los mercados o sea, por la presión de los de la banca de los fondos de pensión, hedge funds, fondos de inversión, etc.
    En menos de una semana tres hombres acaban de encarnar y de prestar su rostro a los golpes de Estado de los mercados. El tercero en discordia es Mario Draghi, banquero, vicepresidente del banco de negocios Goldmann Sachs-Europa, el cual había ayudado a Grecia a maquillar sus cuentas, y después gobernador del banco de Italia, quien toma ahora la presidencia del Banco Central Europeo.

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  8. Las personas más poderosas en una democracia son las que cuentan los votos. Si a los pueblos se les permite votar es unicamente porque ello no hace ninguna diferencia. De todas maneras la élites se salen con la suya. La premisa ´una persona un voto´ es una formalidad creada para inducir a su cumplimiento.
    La democracia erosiona la comprensión de la gente en los derechos naturales y en los cimientos del gobierno, y en su lugar convierte las elecciones en concursos de belleza. La democracia permite que el gobierno haga lo que quiera, siempre y cuando la gente vaya a la cita electoral para apoyar esa ficción.
    Con el acceso al gobierno la actividad política resulta una manera ´normal´ de adquirir riqueza. Pero ¿qué ocurre si la actividad política incluye todas las cuestesion parasitarias y destructivas que el gobierno hace? Es obvio que los gobiernos se crearon bajo la suposición de proteger la libertad de la gente, aunque siempre se conviertan en empresas políticas que procuran expandir su poder y aumentar el control sobre la población.
    La combinación de un gobierno fuerte y democracia sólo trae dependencia porque destruye la motivación de la gente y convence con la idea que la única democracia que necesitan es ir a votar y estar de acuerdo con lo que haga el gobierno. Así la tiranía de la mayoría en una democracia no reconoce límites a su poder, y el gobierno sigue siendo el mismo no importa quien gane las elecciones.

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    1. La justicia es una esclava de la política. Cuanta más leyes tenga un país, más corrupto es. Tantas que la corrupción está garantizada. Un club exclusivo de personas poderosas comete actos ilegales, luego consigue que se aprueben las leyes necesarias para legalizar esas prácticas, con lo que obtiene la amnistía y al final la impunidad.

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  9. Todo Estado soberano lo es en la medida en que es capaz de mantener la paz interior y de acabar con la violencia interna. El Estado moderno prohíbe y sofoca las guerras privadas tan frecuentes en el régimen feudal. El Estado tiene el monopolio de la guerra y ejerce su derecho a hacer la guerra hacia el exterior de sus fronteras. Nunca contra su propia población. Un Estado que hace la guerra contra su propia población -por no hablar de sus componentes más débiles- pierde por ello mismo la soberanía interior: deja de ser un Estado, pues devuelve la sociedad al estado primitivo natural. Tal es al menos la doctrina clásica, pero al considerar que la guerra de clases o la guerra contra una guerrilla admiten una importación al interior del Estado del nivel de violencia aplicable hacia el exterior, además sin las restricciones que rigen cuando se combate a un "enemigo justo", esto es, a otro Estado. Estas inconsecuencias no tienen sin embargo que ver con el concepto jurídico del enemigo, sino que obedecen a su contaminación política, que reconoce existe un "enemigo interior".
    La paz es el resultado de la obediencia al mandato del soberano, el cual expresa el decreto común de una comunidad política. La obediencia puede, sin embargo, obtenerse de muy diversas maneras: por el simple temor al castigo acompañado siempre de la esperanza de evitar el castigo o por la adhesión interna del ciudadano. No es lo mismo obedecer para el sabio que conoce las ventajas de la vida en común y de la paz social que para el hombre pasional que sólo busca su propio interés en una feroz competición con los demás e ignora la existencia de lo común. En ambos casos, subsiste el Estado: en el primero, es débil y frágil. Débil pues no puede contar con la aquiescencia activa de los ciudadanos, que sólo obedecen por evitar un mal y se ven conducidos por pasiones tristes que limitan su capacidad de actuar tanto en su interés propio como en el del conjunto de la comunidad política. Frágil también, pues es poco capaz de adaptarse a las transformaciones y sucumbe en lugar de renovarse ante cualquier cambio importante del humor de la multitud, ante cualquier forma algo radical de antagonismo interno. Tal es el caso de los grandes imperios que se hunden de la noche a la mañana al no poder plegarse a las nuevas circunstancias.

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  10. Un partido político no es, como dice la teoría clásica, un grupo de personas que intentan fomentar el bienestar público a base de un principio sobre el cual se han puesto de acuerdo. Un racionalización seductora pero peligrosa. Todos los partidos políticos en una época dada, se equiparan con una arsenal de principios o puntos programáticos, los cuales pueden ser tan característicos del partido que los adopta y tan importantes para su éxito como los son para un almacén las marcas de la mercadería que vende. Pero ni un almacén puede ser definido por la marcas ni un partido por sus principios. Un partido político es un grupo de miembros que se proponen actuar de consuno en la lucha de competencia por el poder político. Si eso no fuera así no sería posible a partidos políticos diferentes adoptar casi exáctamente el mismo programa. No obstante, como se sabe, es común que suceda.
    Los partidos y los agentes electorales del partido son la respuesta al hecho que el mercado electoral es incapaz de otra acción que la estampida y simplemente representan un intento de regular la competencia política de una masa humana, similar a las practicas correspondiente de los asociados o de los comerciantes. La pirotécnia y la propaganda de partido, las consignas o las temas musicales son elementos esenciales de la política, tanto como lo es el cacique político.

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    1. El fin primero y principal de cada partido político es prevalecer sobre los demás para conseguir el poder o permanecer en él. El método democrático -aquel sistema electoral en el que los individuos adquieren el poder de decidir a través de una competencia por el voto del pueblo- es único su cualidad dramática, el ejemplar excepcional de una especie normal de ´deporte´ de la política.
      Así las colectividades actúan casi exclusivamente mediante la aceptación de caudillaje; éste es el mecanismo esencial de toda acción colectiva que no sea algo más que un reflejo. El poder ejecido por un jefe político dentro su partido a menudo se basa en la aceptación tácita de su caudillaje.

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    2. Evidentemente, la voluntad de la mayoría es su voluntad y no la voluntad del ´pueblo´. La aceptación del caudillaje es la verdadera función del voto del electorado.
      Crear un gobierno nacional significa prácticamente decidir quien debe ser la persona que lo acaudille, lo que no implica que el designado esté dotado de las cualidades del caudillaje. Hay situaciones políticas favorables a la elevación de individuos faltos de cualidades de caudillaje, por desfavorables al establecimiento de posiciones personales fuertes, una situación reconocida como patológica y causa típica de fracaso.
      La democracia no determina que el pueblo gobierna efectivamente, en ninguno de los sentidos de las expresiones ´pueblo´ y ´gobernar´. Quiere decir que el pueblo tiene la oportunidad de aceptar o rechazar a las personas que han de gobernarle, algo que el pueblo puede decidir por métodos en absoluto democráticos. El método democrático elabora la legislación y la administración como un subproducto de la lucha por la conquista del poder.

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    3. Adolf Hitler, necesitó del socialismo para vencer al socialismo. De ese su socialismo antisocialista que fue el Nacional-Socialismo alemán. Joseph Stalin nece necesitó de un comunismo para vencer al comunismo. De ese su comunismo anticomunista que fue su Nacional-Comunismo soviético. El paralelo es evidente. Pero a pesar del antisocialismo hitleriano y a pesar del anticomunismo estaliniano, ambos, a su pesar, objetivamente contra su voluntad, hacen Socialismo y Comunismo, ellos y muchos más. Quieran o no quieran, lo sepan o no lo sepan, construyeron un Socialismo y un Comunismo formal. Sencillamente porque así lo dispone quien manda en él. Hitler y Stalin solo fueron condotieros del Capitalismo internacional.

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  11. La democracia moderna es un producto del proceso capitalista. El método democrático crea políticos profesionales, a los que convierte después en administradores y ´hombres de Estado´ aficionados, que se enfrenan a la solución de los problemas sin los conocimientos necesarios, cual jueces sin saber derecho o diplomáticos que no saben idiomas, que acaban arruinando la burocracia y desalientan a los mejores elementos.
    Las cualidades de inteligencia y carácter no son necesariamente las que hacen a un buen administrador y una selección organizada mediante el trinufo en las urnas puede eliminar a personas que tendrían éxito en la dirección de los negocios del país. Aun cuando el producto de dicha selección resultara un éxito en el poder, estos logros personales podrían ser muy bien el fracaso para la nación. El político que es un buen táctico puede sobrevivir con éxito a cualquier número de fracasos administrativos.
    El método democrático no selecciona los políticos entre toda la población que tiene vocación política, sino únicamente entre los que se ofrecen para la contienda electoral.

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  12. La democracia no exige que todas las funciones del estado estén sometidas al método democrático. En la mayoría de países democráticos se concede a los jueces un alto grado de independencia respecto a los organismos políticos. El poder político para designar el personal de los organismos públicos no políticos, si se emplea de una manera descarada en favor de sus parciales, bastará por si mismo para corromperlo. ¿Cómo puede esperarse que le vaya a una nación si todas sus actividades, incluyendo en éstas la totalidad del proceso de producción, han de quedar a merced de la política, cuando la extensión de la esfera de atribuciones del estado en los asuntos públicos es muy amplia?

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    1. Los gobiernos son dirigidos por aficionados y personas de segun­do orden. Los métodos de las administraciones públicas llevarían a la quiebra a cualquier empresa particular. Los procesos legislativos avergonza­rían a cualquier junta de accionistas. Los dirigen­tes políticos simulan adquirir el saber por la experiencia, pero es­tán lejos de cualquier conocimiento pragmático, y cuando lo adquieren no tienen el valor de aplicarlo. En suma, no hay Gobiernos sino sociedades anónimas del capital humano, encargadas, no de hacer Historia, sino de expresar aspectos diversos de la fatalidad histórica.

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  13. La soberanía política y legal de las naciones Estado ha sido considerablemente debilitada, mientras la función de los parlamentos es limitada por el poder de burocracias públicas y privadas, incluyendo la burocracia judicial y los tribunales constitucionales. Al mismo tiempo, el poder ejecutivo tiende a asumir una función hegemónica sin tomar en cuenta la división de poderes que ha sido el sello distintivo del Estado constitucional europeo continental y del Estado de derecho.
    La democracia parlamentaria cede el paso a la “telecracia”. Los canales de televisión públicos y privados son instrumentos muy efectivos de propaganda política. El enorme poder de la televisión ha causado un cambio de rumbo de la relación entre ciudadanos que controlan y ciudadanos que son controlados. La minoría limitada de representantes elegidos controla a las masas de votantes y no viceversa. Por ello estamos en un régimen al que no es retórico calificar de “tele-oligarquía post democrática”, en el cual la vasta mayoría de la gente no “escoge” y no “elige” sino ignora y obedece.
    Es el progresivo e irreversible debilitamiento de las funciones políticas y económicas de Estados individuales y la dominación de algunas elites económicas y políticas que sirven intereses privados intocables. Es la así llamada “nueva clase capitalista transnacional” que domina los procesos de globalización desde la punta de torres de vidrio de las grandes orbes.

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  14. La soberanía se basa en la exclusión de la multitud, esto es de los individuos reales, del ámbito de la decisión pública. La multitud sólo tiene cabida en la vida pública en tanto que representada por el soberano, unificada por él como pueblo. El pueblo no es una realidad espontánea ni natural, sino el resultado de la abolición de la multitud en la representación, es decir de la sustitución de los individuos reales por las instancias de representación, individuales y colectivas que configuran al soberano. Se presume en este esquema que, una vez representados, los ciudadanos deben acatar lo que decidan sus representantes, pues al haberles otorgado su representación, han renunciado a actuar por sí mismos y aceptado hacerlo exclusivamente a través de aquellos. Este tipo de funcionamiento no es sólo el del Estado absolutista, sino el de las democracias liberales modernas que desde el punto de vista institucional son herederas de la lógica representativa del absolutismo.
    La multitud es siempre pluralidad libre, multiplicidad, variedad, mientras que la masa, la de los desfiles de los cuerpos armados militares o policiales en formación es siempre un grupo de individuos homogéneos, sometidos a un amo o a un jefe. De la multitud, con sus distintos pareceres, surge el mejor antídoto contra la irracionalidad de los gobernantes, pues es mucho más difícil que una gran asamblea decida algo absurdo que un único gobernante lo haga. De ahí también que los actos de barbarie perpetrados por las masas se caractericen no tanto por la libertad de sus ejecutantes, como por su obediencia a un mando único.
    Cuando el pueblo no puede ya obedecer al soberano sin sufrir graves perjuicios, rompe el pacto político de sujeción y vuelve a ser multitud. Surge en los indivuduos que componen la multitud, en primer lugar la indignación por el mal que el poder hace a sus semejantes y a ellos mismos, en segundo lugar la desobediencia y la insurrección, produciéndose por último a consecuencia de estas últimas, la caida del régimen, pues todo poder se basa exclusivamente en la obediencia de la multitud y no en una virtud propia de los gobernantes. Un régimen que no genera obediencia, sencillamente ha dejado de existir, por la irrupción, siempre exterior al poder constituido, del poder constituyente, de la potencia de creación institucional de la multitud.

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    1. La forma tradicional de gobierno en Occidente es la monarquía teocrática. La monarquía occidental es una expresión del paradigma bíblico monoteísta. Un Dios arriba, un monarca por derecho divino a continuación. ¿Quién administra la doctrina del derecho divino? La Iglesia.
      Cuando la mirada de Occidental comenzó a alejarse de la Biblia y del púlpito, fue hacia la naturaleza y junto a la ciencia moderna levantó la ´teología natural´, el segundo gran desafío al orden tradicional. Con la Revolución Americana, el deísmo y otras formas de teología natural se volvieron un activo del modo de vida occidental.
      Bajo el paradigma bíblico, el flujo de potencia soberana es el de Dios, la Fuente o soberano definitivo; el rey, soberano temporal, y la nobleza, nombrada por el rey. El supervisor de este sistema de ´transferencia de poder´, la Iglesia. La visión deísta elimina por completo a la realeza, la aristocracia y al clero; el flujo de poder es el de Dios en la naturaleza, escritura y palabra vivas.

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    2. El concepto de realeza comenzó con un solo gobernante divino de quien todos los reyes humanos posteriores son descendientes; se remonta a la civilización de Sumeria y de las otras culturas mesopotámicas que le siguieron; caldeos, asirios y babilonios.
      Cuando James VI de Escocia ascendió al trono de Inglaterra para convertirse en el rey James I de Gran Bretaña, utilizó su discurso de coronación para recordar la antigua creencia tradicional que un monarca es elegido por Dios para ser su emisario y representante en la Tierra, y que por lo tanto debe ser responsable ante nadie más que Dios. En otras palabras, el rey James estaba afirmando ´El Derecho Divino de los Reyes´.
      Citas de aquel discurso dicen: ´El estado de la monarquía es lo más supremo en la Tierra, ya que los reyes no son sólo los lugartenientes de Dios en la Tierra, sino que se sientan en el trono de Dios, incluso por el mismo Dios se llaman dioses… en las Escrituras los reyes son llamados dioses… un rey es verdaderamente parens patriae, el padre político de su pueblo… los reyes son llamados dioses para que ejerzan a semejanza el poder divino en la Tierra: porque si se le consideran los atributos a Dios, ustedes verán cómo están de acuerdo en la persona de un rey… tocar el poder de los reyes con este axioma de la divinidad: que como para disputar lo que Dios puede hacer es blasfemia ... así es que hay sedición en los sujetos por disputar lo que un rey puede hacer en el apogeo de su poder´.
      Aunque fue James I quien hizo famoso el concepto, ciertamente no inventó la idea del derecho divino, tan antiguo como la civilización misma.
      Sin la doctrina del Derecho Divino, el catolicismo romano habría dominado la historia mucho más allá de la Edad Media. Además, el Derecho Divino hizo posible que tenga lugar la Reforma Protestante en Inglaterra, y que madurara y se extendiera por el mundo.
      El Derecho Divino practicado por los monarcas europeos se basa realmente en una doctrina más antigua aplicada por los monarcas de Judá y de Israel en el Antiguo Testamento, descrita en términos divinos. Tal línea de descendencia es conocida como el ´Linaje sanguíneo del Grial´.
      El rey se distinguió muy por encima del común de los mortales, lo que hace de él santo y su persona sagrada. Derrocar al rey era la rebelión más atroz y una afrenta a la deidad que lo había nombrado monarca.
      Como tal, los reyes se asociaron fuertemente con el sacerdocio, y también en algunos casos asumieron funciones sacerdotales.
      En la cultura egipcia las funciones reales y sacerdotales eran inseparables. Los faraones eran considerados descendientes directos de deidades, siendo de hecho ellos mismos deidades.
      Los egipcios creían que los dioses les habían dado la institución de la monarquía en sí. Su primer rey fue uno de sus principales dioses: Osiris, quien se espera que todos los reyes humanos emulen, ´ impartió una ley sabia y sabiduría espiritual para el pueblo´.
      Habiendo sido los reyes predestinados al trono divino por los dioses desde los principios del tiempo, a través de un matrimonio sagrado tenían una unión metafísica con la diosa madre, que les llena de vida, de fertilidad y de bendiciones que pasan a su pueblo.

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    3. La monarquía fue la primera forma de gobierno observada por la humanidad, y era, de acuerdo con casi todas las culturas, creada por Dios mismo. Es la forma primordial y arquetípica de gobierno, la más natural, la que todas las demás formas de gobierno en vano tratan de imitar, mientras al mismo tiempo viola la mayoría de sus principios básicos.
      Desde hace miles de años la monarquía era todo lo que el ser humano sabía. La idea de no tener un monarca, una figura paterna para velar por ellos, para mantener la relación de la comunidad con lo divino, representándolos, equivalía a la no libertad, al caos, la incertidumbre, y en un corto tiempo, a la muerte.
      Además, sabían que podían contar con su rey o reina para velar por ellos como lo harían sus propios hijos, para ser justos y honestos, para protegerlos de la invasión, para mantener la adecuada relación entre Dios y el reino humano. Ellos deseaban hacer que su reino en la Tierra reflejara el orden y la perfección que existía en el reino de Dios en el Cielo.
      La monarquía se presentó como un baluarte contra la desintegración de la unidad social, proporcionando una estabilidad que de otra manera no podría ser alcanzada. Si la monarquía no se hubiera inventado, la historia humana nunca podría haber sucedido. La forma monárquica de gobierno ha sido la base de casi todas las civilizaciones.
      El sistema de gobierno republicano no se basa en la libertad del individuo, sino en el libre flujo de dinero, la deuda, la usura, y la inflación, en un recurso monetario piramidal de reserva fraccional de préstamos. Bastaría un colapso importante y ligeramente prolongado de este sistema monetario para eliminar esta forma de gobierno. En ese momento, el ser civilizado tendrá esencialmente dos opciones: la anarquía o la monarquía; y si la gente tiene algún sentido común elegirá la monarquía, en lugar de someterse a una sucesión caótica de déspotas intercalados.

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  15. Ludwig Von Bertalanffy, al desarrollar la Teoría General de los Sistemas señala que en ellos, sean biológicos o sociales, existe la entropía negativa como una tendencia a generar un mayor y más complejo número de elementos y de relaciones entre estos. Es claro que los sistemas políticos hipermodernos sí han cumplido esa previsión, generado incesantemente más instituciones y reglas hasta frenar con ellas la capacidad creadora y productiva de las sociedades. Y lo peor es que lo han hecho escudándose tras el cliché del Estado de Bienestar y explicando que para acercarse a los habitantes debe crear más instituciones, lo que en última instancia ha causado un brutal endeudamiento de quienes consumen muy por encima de su capacidad de producción.

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  16. El poder político es fundamental, debe ser cultivado con perseverancia y cuando sea necesario se lo debe usar con una agresividad y determinación que aplique enérgicamente sus grandes talentos en la preservación del propio sistema.
    Las cualidades de apertura, honestidad y equilibrio que son esenciales por su significación intelectual permiten una gran oportunidad para la acción constructiva. Las facultades de ciencias sociales, ciencias políticas y económicas, tienden a ser de pensamiento liberal incluso sin la presencia de gente de izquierda, pues ello es esencial para un punto de vista equilibrado, algo que ha producido un enorme impacto en millones de estudiantes. Educados así, todas las universidades más importantes licenciaron a muchos jóvenes brillantes que desprecian el sistema político y económico, y en esa medida estos jóvenes buscan oportunidades para cambiar el sistema al que les han enseñado a desconfiar y despreciar, encontrando empleo en los centros de poder e influencia como son los medios de comunicación, especialmente la televisión, el gobierno, y la política, como conferenciantes, consultores y escritores, y en las mismas facultades a distintos niveles.
    Aquellos que esquivan el centro del sistema permanecen a menudo en posiciones claves de influencia desde donde moldean la opinión pública y conforman, frecuentemente, la acción gubernamental. En muchas ocasiones estos intelectuales acaban en agencias legislativas o departamentos gubernamentales con gran autoridad sobre el sistema en el que no creen.
    Una de las claves del éxito de los profesores progresistas y de izquierda ha sido su pasión por la publicación y las conferencias académicas. El primer elemento esencial es pues establecer plantillas de eminentes académicos, escritores y oradores, que pensarán, analizarán, escribirán y hablarán en público. Elocuentes y bien informados, capaces de ejercer el grado de presión pública y privada que sea necesaria para asegurarse las oportunidades de intervenir. El objetivo debe ser siempre informar y educar, y no sólo hacer propaganda.
    Los ingredientes esenciales de todo programa semejante serán la responsabilidad y el control de calidad. Las publicaciones, los artículos, los discursos, los programas de los medios de comunicación, la publicidad, los informes presentados ante los tribunales, y las intervenciones ante los comités legislativos, deben cumplir con los estándares más exigentes de precisión y excelencia profesional, y merecer el respeto por su nivel de erudición y responsabilidad pública, esté uno de acuerdo con los puntos de vista expresados o no.

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  17. La historia política se basa y asienta en el poder, en la violencia y en el crimen, antes y ahora se loa y escribe al servicio de los potentados y de la mentalidad dominante, y lo mismo ocurre normalmente con la historia que se narra, y que la mayoría de las veces presenta de modo reluciente a los actores de la historia, a la pequeña pandilla de déspotas que la protagonizan, y raramente o nunca los males y horrores de aquellos que los soportan.

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  18. Conceptualmente, la post-historia lo simplifica todo. El flujo de la historia se degrada como falso. El simulacro vence a la realidad. Vemos a la historia repitiéndose no como tragedia y farsa sino como una doble farsa; un ejemplo superpuesto son los yihadistas de Siria armados como los antiguos “combatientes por la libertad” de Afganistán en la yihad antisoviética de los años ochenta, combinándose con la banda occidental en el Consejo de Seguridad de la ONU que trata de aplicar a Siria lo que logró en Libia: el cambio de régimen.
    También vemos la historia repitiéndose como clones; neoliberalismo con características chinas que derrota a Occidente en el juego de la industrialización –en términos de velocidad– mientras al mismo tiempo repite los mismos errores, desde los excesos atolondrados de una mentalidad de adquisición a la falta de respeto al medio ambiente.
    Sobra decir que la post-historia entierra la Ilustración al favorecer la emergencia de todo tipo de fundamentalismos. Por lo tanto también tuvo que enterrar el derecho internacional; desde dejar a un lado a la ONU para lanzar una guerra contra Iraq en 2003 al uso de una resolución de la ONU para lanzar una guerra contra Libia en 2011. Y ahora Gran Bretaña y Francia se extralimitan en el intento de soslayar a la ONU o incluso a la propia OTAN para armar a los “rebeldes” de Siria.
    Por lo tanto tenemos un nuevo medievalismo que no puede sino corresponder a la neoteocracia acaudalada como en Arabia Saudí y Catar; porque son aliados, o títeres, de Occidente, internamente pueden seguir siendo medievales. Superpuestas, tenemos las políticas del miedo que esencialmente dominan a la Fortaleza EE.UU. y a la Fortaleza Europa: temor del Otro, que puede ser ocasionalmente asiático pero casi siempre islámico.
    Lo que no tenemos es una visión política/filosófica del futuro. O un programa político histórico; a los partidos políticos solo les preocupa ganar la próxima elección.

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  19. Hay que distinguir entre dos formas de dominio de las poblaciones: la disciplina y el control. La disciplina pretende normalizar a los individuos de tal modo que su conducta sea previsible y ´normal´. Lo consigue mediante aparatos como la cárcel, la escuela, el cuartel o la fábrica de producción en serie, todos ellos basados en un mismo dispositivo o esquema de poder: el panóptico.
    El control prescinde de esta normalización individualizada y gestiona globalmente la conducta de las poblaciones determinando, no a nivel atómico sino a nivel molar, los límites aceptables de esa conducta sin recurrir a ninguna norma ni valor previos. Una sociedad de control permite por ejemplo, ciertos niveles de violencia y de delincuencia, integrándolos en un cálculo utilitarista que compara ventajas e inconvenientes de las diversas conductas y establece sus niveles aceptables de peligrosidad o de riesgo. La corrupción puede así convertirse en una práctica delictiva perfectamente aceptable en cuanto agiliza las transacciones mercantiles y ciertos niveles de violencia pueden también tolerarse en función de su utilidad para una muy rentable industria de la seguridad y del control.
    La sociedad de control es también una sociedad del espectáculo en cuanto muestra de manera casi exhaustiva la cotidianidad pacífica o violenta a través de medios de observación perfeccionados. Estos medios no tienen sin embargo una finalidad disciplinaria como el panóptico, en el cual todo individuo internado en un espacio de encierro, sea fábrica, prisión, escuela, se sabe potencialmente observado y ajustaba su conducta a este temor.
    Hoy la observación es total: las cámaras de vigilancia están presentes en todos los rincones de las calles y a veces, incluso en las casas, pero el espacio observado es un espacio abierto y sobre todo, no existe una norma establecida a priori que se intente imponer a las conductas. Se ha perdido, como afirma el discurso ordinario, todo horizonte, todo norte moral. Lo único que cuenta es el resultado global. No se trata ya como en el régimen disciplinario de que no ocurran acontecimientos ´anormales´, sino de que estos acontecimientos se conozcan públicamente a través de la visión, como espectáculo y puedan ser objeto de una constante evaluación comparativa sin unidad de medida ni valor previo. La propia violencia cambia así de sentido y se convierte en un acto que sus propios actores saben destinado a ser visto. Añádase a esto que las funciones de observación que eran en el régimen disciplinario un monopolio del Estado hoy se han privatizado mediante la profusión de cámaras privadas que van de las cámaras de seguridad de las viviendas o los comercios a las cámaras portátiles que llevan hoy incorporados casi todos los modelos de teléfono móvil.
    Esto nos permite introducir una nueva característica de la sociedad de control. La violencia en la sociedad de control es violencia espectacular que se inmuniza a sí misma, vista a distancia incluso por quienes la protagonizan. Hoy todo el mundo es actor y todo el mundo es cámara de cine. De este modo, nada nos afecta directamente: la realidad se vive en el registro de la ficción, como algo filmado o filmable. La consecuencia de ello es que el dolor, aun cuando existe, queda anulado, convertido en mera imagen del dolor. La imagen nos inmuniza contra el dolor.

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    1. Una década antes del advenimiento de Hitler al poder, el constitucionalista alemán Carl Schmitt expuso en sus dos libros titulados, La Dictadura, escrito en 1921, y Teología política, elaborado un año después, los fundamentos del estado de excepción. Teorizando primero el estado de excepción en su libro La Dictadura en base al análisis del artículo 48 de la Constitución de Weimar que, según el constitucionalista, es en varios aspectos ambiguo, Schmitt sustituyó luego, en su libro Teología política, el término de excepciónpor el de soberanía, introduciendo la noción de decisión que lo lleva a afirmar que ´es soberano aquello que decide de la situación excepcional; y aquello que maneja el estado de excepción controla el Estado´.
      Ello facilitó la legitimación del estado de excepción y lo que asimila a éste, que es la dictadura, pero la ´dictadura soberana´, una dictadura constituyente, porque está directamente relacionada al poder constituyente. Como lo dice Schmitt, la dictadura soberana ´no suspende una Constitución en vigor en virtud de un derecho fundado en ella, y conforme a la Constitución. Busca más bien instaurar un estado de cosas que haría posible una Constitución que la dictadura soberana considera como la verdadera Constitución. En otras palabras, la dictadura soberana es un poder constituyente y que se está constituyendo, puesto que apunta hacia la conversión del orden político existente en un orden nuevo, lo cual hace de la dictadura soberana un estado legítimo de transición. Entre los poderes excepcionales concedidos al presidente del Reich para cumplir con esta tarea, se preveía la convocación del ejército para salvar al país de la guerra civil, de la amenaza revolucionaria y del régimen de los partidos.
      Esta situación de estado de excepción era inédita por el hecho que funcionaba como un poder dual, pero sin embargo omnipotente, frente a la Constitución de Weimar que siguió existiendo porque nunca se revocó. No se puede decir en este caso que el Derecho estaba en suspensión, dado que fue simplemente sustituido por normas con carácter de ley que son manifestaciones de un estado de excepción.

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  20. Se da por un hecho supuesto que los Estados modernos se basan en un principio de soberanía interior y exterior que sirve de base a su ordenamiento interno y a sus relaciones con otros Estados. La soberanía exterior exige que los demás Estados reconozcan a un determinado Estado como la potencia que ejerce de manera exclusiva la administración efectiva de un territorio. La soberanía interna hace del soberano el detentor exclusivo de la autoridad política y del poder legislativo en un territorio determinado. Todo el sistema de garantías democráticas de los Estados liberales se basa en estos dos principios, pues si un Estado no puede ejercer su soberanía en su territorio, tampoco puede garantizar las libertades y derechos de sus ciudadanos.
    Tras la caída de los grandes imperios europeos que se repartían el mundo y el fin del reparto imperial de la Guerra Fría, se configuran nuevos tipos de Estado. En primer lugar los Estados premodernos, a menudo excolonias, cuyos fracasos han conducido a una guerra de todos contra todos. En segundo lugar están los Estados postimperiales postmodernos que ya no piensan en la seguridad primordialmente en términos de conquista. Un tercer tipo de Estado lo constituyen los Estados modernos tradicionales que se comportan como siempre lo han hecho los Estados, conforme a su interés y a la razón de Estado. El sistema postmoderno en el que vivimos no se basa en el equilibrio, ni pone el acento en la soberanía ni en la separación de los asuntos interiores y exteriores. La Unión Europea se ha convertido en un modelo altamente desarrollado de interferencia mutua en los asuntos internos de los otros. Si la descolonización que acabó en los años de la década de 1960 con los imperios coloniales europeos reconociendo la igualdad de todos los Estados como Estados soberanos, esta igualdad es cuestionada ahora desde las antiguas potencias coloniales: la idea de un derecho internacional universal desaparece en favor de la doble vara de medir o doble estandar. Entre ellos operan sobre la base de leyes y de una seguridad abierta y cooperativa. Pero cuando se trata con Estados a la antigua, fuera del continente postmoderno europeo, hay que regresar a los métodos más bruscos de una era anterior: la fuerza, el ataque preventivo, el engaño, todo lo que sea necesario para hacer frente a quienes siguen viviendo en el mundo decimonónico regido por el principio de ´cada Estado por sí mismo´. La violencia imperial y la ilegalidad siguen así rigiendo como principios cuando se trata relaciones de poder.

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    1. La liquidación del orden jurídico no se para en las fronteras del mundo postmoderno. También los Estados europeos tienen sus jerarquías internas, como se puede apreciar en la actual gestión de la deuda soberana de los países del sur de Europa, pero sobre todo, están sometidos todos ellos a la potencia hegemónica estadounidense, cuyas órdenes, incluso administrativas o policiales, adquieren rango y fuerza de ley. Existe así imperialismo voluntario con instituciones como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, que deciden también la suerte de los países desarrollados, que no oculta la asimetría profunda de la relación con los Estados Unidos. La transparencia, para los Estados Unidos, es meramente unilateral: como soberano efectivo de ese ficticio mundo postmoderno, tienen pleno derecho a vigilar a administraciones y personas por todo el planeta, y lo tienen con el pleno reconocimiento y la plena aceptación de las autoridades locales, en un acto de voluntad consciente y automática del hecho económico La mundialización neoliberal necesita un soberano: en la mayoría de los países este soberano son los Estados Unidos.

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  21. La acusación es la potencia más importante del Legislativo, porque es la que protege a los ciudadanos, la Constitución y las otras ramas del gobierno de los abusos del poder ejecutivo. Si no se utiliza para remover a los funcionarios abusivos del ejecutivo, tal poder de acusar deja de existir. La energía no utilizada es como una ley en letra muerta. Su autoridad desaparece. Al consentir la anarquía del Poder Ejecutivo, el Congreso le permite situarse por encima de la ley y la rendición de cuentas para escapar de sus violaciónes de la ley y la Constitución.

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  22. En una democracia como dios manda el auténtico propósito de la propaganda es dirigir el pensamiento de la mayor parte de la gente. Pero la cuestión clave es la de controlar el pensamiento de los miembros más inteligentes de la sociedad, quienes a su vez diseminán la propaganda elaborada, y cuando esa propaganda que dimana del estado recibe el apoyo de las clases de un nivel cultural elevado y no se permite ninguna desviación en su contenido, el efecto puede ser enorme.
    La verdadera revolución en el arte de la democracia consiste en utilizarse para fabricar consenso, es decir, para producir en la población, mediante las nuevas técnicas de propaganda, la aceptación de algo inicialmente no deseado. Una buena idea necesaria debido a que los intereses comunes esquivan totalmente a la opinión pública y solo una clase especializada de hombres responsables lo bastante inteligentes puede comprenderlos y resolver los problemas que de ellos se derivan. Solo una élite reducida -la comunidad intelectual- puede entender cuáles son aquellos intereses comunes, qué es lo que conviene a todos, así como el hecho de que estas cuestiones escapan a la gente en general.
    En realidad este enfoque se remonta al planteamiento típicamente leninista, de modo que existe una gran semejanza con la idea que una vanguardia de intelectuales revolucionarios toma el poder mediante revoluciones populares que les proporcionan la fuerza necesaria para ello, y conducir después a las masas a un futuro en el que estas son demasiado ineptas e incompetentes para imaginar y prever por sí mismas. Es así que la teoría democrática liberal y el marxismo-leninismo se encuentran muy cerca en sus supuestos ideológicos, y una cuestión de ver dónde está el poder, en cuyo caso es simplemente apoyar a los que detentan el poder real: la comunidad de las finanzas.
    Resulta poues ua teoría lo bastante elaborada sobre la democracia progresiva, según la cual en una democracia con un funcionamiento adecuado hay distintas clases de ciudadanos. En primer lugar, los ciudadanos que asumen algún papel activo en cuestiones generales relativas al gobierno y la administración. Es la clase especializada, formada por personas que analizan, toman decisiones, ejecutan, controlan y dirigen los procesos que se dan en los sistemas ideológicos, económicos y políticos, y que constituyen un porcentaje pequeño de la población total.
    Por supuesto, todo aquel que ponga en circulación las ideas citadas es parte de este grupo selecto, en el cual se habla primordialmente acerca de qué hacer con aquellos otros, quienes, fuera del grupo pequeño y siendo la mayoría de la población, constituyen el rebaño desconcertado que hay que domesticar y proteger incluso de si mismos cuando brama y pisotea. En tal democracia se dan dos funciones: por un lado, la clase especializada, los hombres responsables, ejercen la función ejecutiva, lo que significa que piensan, entienden y planifican los intereses comunes; por otro, el rebaño desconcertado también con una función en la democracia que consiste en ser espectadores en vez de miembros participantes de forma activa.

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    1. Sin embargo, dado que hablamos de una democracia, estos últimos llevan a término algo más que una función: de vez en cuando gozan del favor de liberarse de ciertas cargas en la persona de algún miembro de la clase especializada; en otras palabras, se les permite decir queremos que seas nuestro líder, y todo ello porque estamos en una democracia y no en un estado totalitario. Pero una vez se han liberado de su carga y traspasado esta a algún miembro de la clase especializada, se espera de ellos que se apoltronen y se conviertan en espectadores de la acción, no en participantes.
      Por ello es necesario algo que sirva para domesticar al rebaño perplejo; algo que viene a ser la nueva revolución en el arte de la democracia: la fabricación del consenso. Los medios de comunicación, las escuelas y la cultura popular tienen que estar divididos. La clase política y los responsables de tomar decisiones tienen que brindar algún sentido tolerable de realidad, aunque también tengan que inculcar las opiniones adecuadas. Aquí la premisa no declarada de forma explícita tiene que ver con la cuestión de cómo se llega a obtener la autoridad para tomar decisiones. Por supuesto, la forma de obtenerla es sirviendo a la gente que tiene el poder real, que no es otra que los dueños de la sociedad, es decir, un grupo de élite bastante reducido.
      Si los miembros de la clase especializada pueden aceptar y darse cuenta por si solos el ser útiles a esos intereses, entonces pasan a formar parte del grupo ejecutivo. Y hay que quedarse callado y portarse bien, lo que significa que han de hacer lo posible para que penetren en ellos las creencias y doctrinas que servirán a los intereses de los dueños de la sociedad, de modo que, a menos que puedan ejercer con maestría esta autoformación, no formarán parte de la clase especializada.
      Así, existe un sistema educacional, de carácter privado, dirigido a los hombres responsables, a la clase especializada, que han de ser adoctrinados en profundidad acerca de los valores e intereses del poder real, y del nexo corporativo que este mantiene con el Estado y lo que ello representa. Si pueden conseguirlo, podrán pasar a formar parte de la clase especializada. Al resto del rebaño desconcertado básicamente habrá que distraerlo y hacer que dirija su atención a cualquier otra cosa. Habrá que asegurarse que permanecen todos sin mucho lío en su función de espectadores de la acción, liberando su carga de vez en cuando en algún que otro líder de entre los que tienen a su disposición para elegir.

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    2. En suma, la actual sociedad industrial está dentro de un sistema capitalista de Estado, en general con dos partidos políticos que son facciones del partido del poder financiero y empresarial, y medios de información que constituyen un monopolio corporativizado donde todos expresan los mismos puntos de vista. La esencia de la democracia es la fabricación del consenso por la comunidad financiera y empresarial dominante, que priva al resto de la población de toda forma de organización para evitar así los problemas que pudiera causar.
      La mayoría de los individuos mastican religiosamente el mensaje, que no es otro que dice que lo único que tiene valor en la vida consiste en consumir cada vez más y mejor para vivir igual que una familia de clase media estándar y exhibir valores tales como la unidad, la armonía y el orgullo patriótico. Además, hay que hacer que conserven un miedo permanente, porque a menos que estén debidamente atemorizados por todos los posibles males que pueden destruirles, desde dentro o desde fuera, podrían empezar a pensar por sí mismos, lo cual es muy peligroso ya que no tienen la capacidad de hacerlo con criterio, y por ello es importante distraerles y marginarles mediante mensajes vacíos de contenido. El rebaño desconcertado nunca acaba de estar debidamente domesticado, lo cual es una lucha permanente, e incluso ha ido creciendo el escepticismo respecto al poder.

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    3. Los dos partidos que se hayan concordado para turnarse pacíficamente en el Poder son dos manadas que no aspiran más que a pastar en el presupuesto. Carecen de ideales, ningún fin elevado los mueve; no mejorarán en lo más mínimo las condiciones de vida de esta infeliz raza, pobre y analfabeta. Pasarán unos tras otros dejando todo como hoy se halla.
      No acometerán ni el problema religioso, ni el económico, ni el educativo; no harán más que burocracia pura, caciquismo, estéril trabajo de recomendaciones, favores a los amigotes y legislarán sin ninguna eficacia práctica.

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  23. Todas las encuestas de opinión pública tienen sus orígenes en la sociometría o sociología estadística desarrollada por la Escuela de Frankfurt, para la medición de los estados emocionales momentáneos, o dictámenes, sobre los temas propuestos. Esto proporciona un perfil detallado de los prejuicios y suposiciones de una población blanco. Como tales, las encuestas pueden ser útiles para las campañas de lavado de cerebro de masas que se utilizan con la finalidad de cambiar opiniones por quienes las dirigen. Los medios de comunicación impresos, radio y televisión, se convirtieron en los principales vehículos para la promoción de dichos cambios.
    El pensamiento creativo desafía la medición en términos cuantificables. Es imposible llegar a una correlación estadística, basada en encuestas, que pudiera determinar si una idea creativa es mejor o más válida que otra, o si va ser aceptada por la sociedad como útil, importante o verdadera. No obstante, las opiniones pueden ser fácilmente contadas como determinantes de lo que la gente piensa en ciertos temas, y son susceptibles a la manipulación de resultados de la encuesta, la aceptación de las cifras de las encuestas como verdaderas, y ser guiada en sus acciones por una supuesta ´opinión de la mayoría´.
    Los resultados han demostrado la eficacia de las encuestas de opinión pública para perfilar poblaciones y determinar sus debilidades subjetivas a los efectos de la manipulación. El estudio más notorio fue el titulado ´La personalidad autoritaria´, que se utiliza para promover la creencia todavía generalizada que el fascismo deriva de ciertos tipos de personalidad patológica, cuyas mediciones y descripción se han usado para dirigirse contra cualquier enemigo de los intereses de la política dominante. En suma, la difusión sistemática de encuestas sirve para hacer creer a la gente lo que el manipulador quiere que crea.
    En la actualidad, las encuestas de opinión pública son una industria multimillonaria, con la participación de decenas de miles de agentes, y cientos de miles de encuestas anuales. Aparte de la aparición diaria de los resultados electorales en los medios impresos y electrónicos, empresas y otros líderes empresariales utilizan encuestas para orientar sus decisiones en todo, desde el momento de mejor anunciar despidos, a qué colores deben tener los autos del año. Las figuras políticas, del presidente para abajo, se basan en las encuestas y los encuestadores para determinar lo que deben decir y cómo deben actuar.

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  24. La dictadura totalitaria es una extensión lógica del propósito de la sociedad industrial capitalista, que considera todas las leyes ordinarias simplemente como expresiones de las leyes de la naturaleza y la historia, basadas en la conquista del mundo existente.
    A través del disfraz de la ´Justicia´, un porcentaje relativamente pequeño de la población, un núcleo duro sin cuestionamientos dedicado a la ideología, dispuesto a imponer en todos los sentidos la aceptación general de un partido político que está jerárquica y oligárquicamente organizado, y por lo general entrelazado con la organización de un gobierno burocrático.
    En suma, un sistema de control policial supervisado por sus líderes, y característicamente dirigido no sólo contra los ´enemigos´ demostrables del régimen, pero también en contra de las clases seleccionadas arbitrariamente de la población, mediante el aprovechamiento sistemático de la ciencia moderna, y específicamente la psicología científica, condicionado así el casi total monopolio del control de los medios de comunicación de masas eficaces, y de todos los medios de la lucha armada eficaz, en dirección de la economía en su conjunto mediante la coordinación burocrática de sus entidades corporativas, y que implican a la mayoría de otras asociaciones y actividades de grupo.

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  25. Según textos sumerio-acadios, los gobernantes Custodiales hereditarios fueron los primeros reyes de la Tierra. Ellos implantaron su sistema monárquico en la sociedad humana. Antiguos relieves mesopotámicos representan a los ‘dioses’ llevando los ahora símbolos máximos de la monarquía occidental: el cetro y la tiara.
    Los textos sumerios afirmar que los primeros reyes humanos en la Tierra eran descendencia de los gobernantes Custodiales que se aparearon con las mujeres humanas. Esas uniones trascendieron a la descendencia para convertirse en los tempranos monarcas semi-divinos en la Tierra. Así nació el concepto de ‘sangre real’ y la importancia percibida de mantener la pureza apropiada para asegurar una continuada línea de sangre real humana.

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  26. Todo el mundo, desde los economistas adoradores del Leviatán, políticos y politólogos que les sirven, periodistas, abogados y la opinión pública considera al evasor de impuestos como un criminal y el gobierno que lo castiga como el defensor de la sociedad, no importa cuán corrupto y abusivo pueda ser. Pero desde hace tiempo, el evasor fue visto como un héroe que se enfrentó a un estado ladrón. Los valores invertidos de los tiempos actuales tienen un fondo de hipocresía que nadie puede negar.
    Los países cuyas las legislaturas promulgan impuestos están compuestos principalmente por políticos profesionales que mediante la concesión de beneficios especiales quieren mantener a los grupos de presión y los donantes de campaña ricos satisfechos. Los grupos de interés y los operadores políticos están dispuestos a conceder a otros beneficios con la esperanza que las arcas fiscales soporten los costos.
    Todo es una negociación de intereses cruzados que conducen a regímenes fiscales enredados, completamente alejados de los predicamentos demagogicos de solidaridad, equidad y eficiencia que en última instancia no son más que una cubierta más para defender intereses privados.
    Los economistas, abogados, expertos fiscales y otros técnicos que asesoran a los gobiernos en el diseño de las reformas fiscales estructurales, que se anuncian periódicamente pero nunca llegan, en general son también asesores de empresas e individuos ricos que buscan reducir sus aportes impositivos.
    La clase media se defiende mediante la subfacturación o no facturación de lo que constituyen pasivos y gastos en sus declaraciones de impuestos.
    Los más pobres, que por lo general sólo son alcanzados por los impuestos indirectos, se unen a las protestas de los funcionarios que viven de los impuestos.
    Ese es el fondo común de lo que se llama el estado, del que todo el mundo quiere obtener una gran cantidad y contribuir poco. Pero eso sí, todos denuncian la evasión de impuestos.
    Los gobiernos en su incesante lucha contra el problema de la evasión de impuestos creado por sí mismos con su voracidad fiscal y el desempeño corrupto han decidido formar una coalición internacional impropia contra los llamados paraísos fiscales, mientras esos mismos funcionarios buscan refugio para su bien o para mal habida fortuna.
    Este nuevo y siniestro status internacional será una amenaza importante para la movilidad del capital y la libertad individual. Sin embargo, debido a que supuestamente el mundo ultra-marino u off-shore sólo afecta a los ricos, todo el mundo aplaude en una expresión universal de envidia e hipocresía.
    El problema de la evasión nacional e internacional no se resuelve con la creación de una policía fiscal universal, sino con gobiernos pequeños, moderados, austeros, y sistemas fiscales ajustados a las reglas trubutarias simples e indelebles.

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    1. Cuando sistemáticamente altos funcionarios denuncian hipócritamente las estrategias de evasion de impuestos que ellos mismos practican ¿por qué no puede ser la evasión de impuestos una forma legítima de autodefensa? En algunos países y circunstancias, lo es. A pesar de lo que los políticos quieren hacer creer, existen paraísos fiscales porque algunos países se han convertido en infiernos fiscales por funcionarios empeñados en la "justicia social" y "redistribución del ingreso" como pretexto para pagar en precio de sus corruptelqas. A veces, esos mismos políticos encabezan la lista de titulares de cuentas en ultra-mar tratando de evadir impuestos.
      En conclusión: a saber, los impuestos son en general un mal menor que otras formas de pago de los servicios públicos. Sin embargo, para evitar el exceso de impuestos perjudiciales, los impuestos excesivos son un poderoso estímulo para la evasión, por lo que las sanciones a los infractores crecen proporcionalmente a la tentación que lo causa.
      En contra de los principios de la justicia, la ley plantea por primera vez la tentación de violar y luego castiga a los infractores. Y si se añade la corrupción y el gasto excesivo de los impuestos excesivos, los motivos de evasión de impuestos están completos. Por tanto, en todos los países donde hay un gobierno corrupto y donde se sospecha que se incurre en grandes gastos y los ingresos del gobierno se los utiliza de forma inadecuada, muy a menudo las leyes que protegen a las contribuciones no son respetadas.

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  27. El instinto malo es en el hombre más poderoso que el instinto bueno... el temor y la fuerza tienen mayor imperio sobre él que la razón... Todos los hombres aspiran al dominio y ninguno renunciará a la opresión si pudiera ejercerla.
    Todos o casi todos están dispuestos a sacrificar los derechos de los demás por sus intereses. ¿Qué es lo que sujeta a estas bestias devoradotas que llamamos hombres? En el origen de las sociedades está la fuerza brutal y desenfrenada de la astucia...

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    1. Una sociedad, que rechaza definitivamente y en conformidad con su instinto la guerra y la conquista, está en declive y madura para la democracia y el gobierno de los mercaderes.
      Friedrich Nietzsche.

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  28. La Teoría de la Complejidad refiere um método de conocimiento y análisis científico integral y dinâmico que incluye dentro de sus observaciones la observación a sí mismo, de modo que se autocuestiona y es capaz de denunciar sus propias deficiencias y contradicciones.
    La teoría de la complejidad es una categoría científica en formación, fundada en gran medida sobre la teoría del caos, y que se aplica a los sistemas complejos de la realidad.
    Plantea procesos causales no lineales y comportamientos no deterministas. Concibe el movimiento como la forma de existir de la materia y del pensamiento. Las partículas que integran la materia se encuentran en continuo movimiento. Ninguna manifestación de la materia ni del pensamiento está en quietud o en reposo.
    El mundo como un todo está cada vez más presente en cada una de sus partes. Este es el punto de vista central de la teoría de la complejidad,que descubre en toda la compleja profundidad de lo real, que permite asociar en la unidad elementos antagónicos pero complementarios, reconocer la dualidad en el seno de la unidad y ver la cohabitación del orden y el desorden en todas las cosas.
    A cada nivel de complejidad corresponden propiedades completamente diferentes de las cosas y en cada etapa de su evolución son necesarias nuevas leyes y conceptos. Forja un pensamiento multidimensional capaz de aprehender la complejidad de lo real. Combina el conocimiento científico con la quimera, la civilización con la barbarie, en un mundo de complejidades insondables.
    Lo cual explica que la sociedad combine su desarrollo econômico y tecnológico con el subdesarrollo ético, psíquico, y afectivo. A su alrededor la civilización y la barbarie están a un paso, relacionadas entre sí de múltiples maneras, en una suerte de “juego de humo y espejos” en que se reflejan mutuamente.
    La complejidad tiene la forma de una paradoja, siendo la unidad de una multiplicidad en autopoiesis, por la capacidad de producir y reproducir por sí propia los elementos que la constituyen, y no sólo sus estructuras, sino también los elementos de que está compuesta.

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  29. O ato de votar numa eleição é uma ferramenta para criar a ilusão do consentimento. Mesmo muitas verdadeiras ditaduras realizam eleições políticas como ferramentas para fabricar a ilusão de consentimento para o seu partido.
    Muitos países ocidentais não são ainda uma ditadura, mas sim uma oligarquia com grandes sonhos de se tornar uma.
    Como tal, ainda estão em transição para fora da ideologia da liberdade pessoal e de auto governo, sendo dependentes do ritual do voto como o reconhecimento deste património, embora a seleção de um presidente nada sirva para influenciar favoravelmente a direção que a nação faz.
    A oligarquia ainda precisa das pessoas para fazer acreditar que são livres e que nunca iram levar a sério a revolução, e a votação é a melhor ferramenta para manter essa ilusão. Ela serve o duplo propósito de fornecer uma saída para a justa indignação, pacificar a raiva e minar qualquer unidade política e assim agir como uma pesquisa para determinar quais políticas servem na finalidade de lograr o mínimo de resistência popular, sabendo muito bem que os candidatos que já foram apresentados não representam as ambições populares para a nação, estando tacitamente a expressar a sua vontade de ser governados dessa maneira.
    Os povos estão contribuindo para a percepção de que os governantes tem sua permissão para continuar, e ao fazer tal, concordam cada vez mais ao seu domínio sobre as sociedades.

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  30. La banca internacional está realizando un inventario global de todo. Planea categorizar e identificar lo que considera es "todo" suyo, incluso nosotros a quienes llaman ganado.
    Es sobre lo que tratan los objetivos de la Agenda 21 de Naciones Unidas, la llamada "Agenda de la Tierra del Futuro".
    La NSA sirve al monitoreo global y el seguimiento de esto en tiempo real. Tal vasta y enorme red de vigilancia fue planeada en la década de los años treinta y denominada Technocracy. Ella creó el concepto de calentamiento global por dióxido de carbono. La falsa afirmación que se ha convertido en la excusa perfecta para la implementación global de una retracción planificada y totalitaria de la sociedad.
    Un sistema donde el falso gobierno de la banca y la pseudo-ciencia monitorean y controlan todas las facetas de la vida personal y social, que es también un sistema de partido político único para el control tiránico.
    Los seres humanos somos considerados un recurso humano y un recurso energético que debe ser monitoreado y medido para que este sistema totalitario funcione. Con el fin de medir la distribución y el racionamiento de recursos energéticos, el sistema debe registrarse en una base continua para la conversión neta total de energía.
    El Global Smart Grid facilita esta enorme recolección de datos que la NSA utiliza para rastrear a cada uno de nosotros proporcionando el registro específico del tipo de consumo de todos los bienes y servicios, cuando se producen y donde se utilizan.
    El registro específico de cada individuo, además de un registro y descripción del individuo, es almacenado en los sistemas informáticos cuánticos de la NSA, la conocida Inteligencia Artificial de Cerebro Global, el gran objetivo final de la élite globalista.

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  31. Algo va mal, y lleva mucho tiempo yendo a peor en las élites que gobiernan el mundo.
    La democracia es la decadencia corrosiva del Estado que substituye el derecho divino de los reyes por el derecho legalista de la masa, que cuando protesta es rencorosa y de un sentimentalismo pueril, y cuando manda es despótica y sanguinaria, glorificación de la manada y el apabullamiento del individuo; tiranía de una multitud que es una dictadura multiplicada.
    Democracia significa la oportunidad de ser esclavo de todos. Un partido político quiere tener el poder por obsesión al poder mismo, y así la democracia no es más que una dictadura elegida por el pueblo.
    Los ciudadanos deben entregar sus mentes al sistema, que no es político o económico, sino un sistema de conciencia. La democracia es un sistema de conciencia. La gente no se percata de ello, pero su mente y sus mismos deseos ya están determinados por este sistema totalitario.
    La democracia es una farsa de la que se ha servido la masonería, para hacer creer a una mayoría confundida y desorientada que se está haciendo su voluntad y que ésta es forzosamente buena. Lo real es que los principios de la democracia liberal son falsos e inaplicables en sí mismos. La democracia es el camino que han escogido las fuerzas internacionales de la subversión satánica para alcanzar el poder omnímodo.
    Democracia y comunismo son lo mismo, ambas ideologías siempre han generado miseria, esclavitud y genocidio allí donde se han aplicado, y cuanto más ideales se presenten en sus formas, más miseria, esclavitud y genocidio generarán.
    Son ideologías de carácter desviado, es decir, que sólo pretenden la consecución del poder en beneficio del gobernante. Lo único que realmente importa es la existencia de este grupo de creadores de democracia.
    Por encima de cualquier otra consideración, la democracia es el derecho de exclusión. Es decir, el derecho que creemos tener a excluir de la sociedad a quienes no nos gustan. La democracia es por tanto puro totalitarismo y su expresión durante un tiempo prolongado tiene la consecuencia de un auténtico genocidio.
    La democracia no permite al individuo tener control autónomo sobre el gobierno, y por tanto es falso que permita aumentar su grado de autonomía personal, ni hacer que el gobierno actúe de acuerdo a sus intereses, ni prevenir la dominación por parte de otros.
    Los votantes optan de manera persistente por ciertas políticas perjudiciales y son sistemáticamente malos a la hora de elegir a candidatos competentes y honestos. Además, tienden a escoger el sentido de su voto, no de forma independiente, sino influidos por familiares, amigos o personajes públicos.
    La verdad es que la democracia es una ideología que no admite posiciones enfrentadas a sus axiomas.
    El estado democrático moderno no es más que totalitarismo, y la democracia el nombre del partido con el cual se manipula tal estado totalitario.
    La democracia no es viable en territorios extensos con sociedades complejas.
    La dictadura surge sin esfuerzo de la democracia para crear un nuevo orden mundial mediante su difusión.
    La democracia es un término que depende de la opinión pública autoritaria. Está prohibido en cierto modo no ser demócrata. Exactamente se da por descontado que la humanidad aspira a la democracia, y toda subjetividad de la que pueda suponerse que no es demócrata se considera patológica.
    ¿Es cierto que todos y cada uno deseamos vivir en democracia? Las evidencias fácticas y genéticas demuestran lo contrario. Según la Ley Natural, cada quien desea gobernarse a sí mismo.

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    1. No hay nada más dogmático, excluyente, autoritario y discriminatorio que la democracia, porque implica destruir la independencia de pensamiento.
      La democracia es una opción política, en consecuencia, ésta podría ser objeto de imposición sobre aquellos individuos que no desean este tipo de sistema. Es decir, no es cierto que la democracia haya sido el único sistema político anhelado por la humanidad, ni significa que tenga libre consentimiento popular a través del voto.
      Por supuesto, el sufragio universal no garantiza ningún resultado político determinado, y las elecciones no pueden ni siquiera asegurar su propia supervivencia como imposición de las decisiones de la mayoría a la minoría desde el inicio; no se puede imponer democracia a quien no la quiere.
      El peor sistema político posible y del que es más difícil salir es aquel en el que la igualdad se pone por encima de la libertad en nombre de la democracia.
      La teoría marxista de conquista del poder por parte del proletariado a través de la revolución, no se entiende sin tener en cuenta su relación con el movimiento democrático de masas; una Tiranía de las Mayoría políticamente correcta que nadie se atreve a contradecir ante la opinión pública y así parece que todo el mundo está de acuerdo.
      Las elecciones solo sirven para dividir a la sociedad y tomar decisiones irracionales mediante la ignorancia de la fuerza. La mentira elegida pasa a los registros permanentes y se convierte en la verdad.

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  32. El Imperio español en su estructura revelaba un genio de singulares aptitudes para la organización del Estado.
    El Municipio de Indias era el castellano, ` al modo y forma que se solían hacer y practicar en los Reinos de España`:
    Fuero Juzgo - el código legal visigodo del siglo VII.
    Fue un sistema de derecho local utilizado en la Península Ibérica a partir de la Edad Media y constituyó la fuente más importante del Derecho altomedieval castellano, también usado en ciertas zonas de Francia
    En América se enlazaba el sentido de Cruzada y Reconquista sobre los territorios del Nuevo Mundo. Ambas empresas alentadas por el mismo espíritu y unidad en continuidad de acción.
    El mismo año que se completó la reconquista de Granada, la gesta se dilató más allá del mar océano por un Estado central que se había ido consolidando sobre la dividida y enfeudada Península Ibérica, con sus reyes-caudillos, nobles levantiscos, y ciudades engreídas sobre las tierras reconquistadas al Islam.
    Una cosa era el Municipio entonces con todas sus facultades y otra ahora cuando el fetichismo constitucional ilustrado ha impuesto la llamada división de poderes o funciones bajo la dirección exclusiva del Estado central.
    El Municipio, la ciudad de origen medieval castellano en donde el gobierno y la administración se entrelazaban a las facultades legislativas, ejecutivas y judiciales; de hecho y de derecho entidades autónomas.
    Muchas repúblicas efectivas, abajo, y una Corona más nominal que efectiva, arriba.
    Añadiendo a esto los círculos nobiliarios y oligárquicos, con los fueros de las poblaciones, de los gremios y de los estamentos, así como una Iglesia poderosa, el poder de la Monarquía no fue absoluto de ninguna manera, sobre todo ante una naciente casta oligárquica proto-burguesa.
    Las ciudades hispanoamericanas y sus jurisdicciones en la práctica eran semisoberanas, extendiéndose tal naturaleza hasta la misma formación de Juntas Supremas como evidencia de la amplitud de su poder.
    Los Virreyes, Presidentes, Oidores y demás cargos hoy gubernativos o profesionales de carrera, no podían intervenir en estas elecciones ni realizar actos que las desvirtuaran. Ninguno podía pedir votos.
    El Antiguo Régimen de la Monarquía Hispánica no era un régimen absoluto de fuerza, ni un régimen de opresión preventiva, era una comunidad de intereses y tradiciones de elementos singulares propios, respetada y bien definida, donde todos se movían libremente dentro de una concepción teológica del Poder y del Estado, cuyo nexo estaba en la Corona y en la Iglesia católica, que en cada provincia y en cada caso se adaptaban al medio y a la tradición.

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  33. Las bases jurídicas de los cabildos hispánicos como unidades políticas precipitaron el desarrollo de las comunidades locales y estatales de la América Hispánica.
    La historia de América del Sur es la historia de sus Ciudades-Estado. El fenómeno de la fundación de ciudades por Castilla en América y su desarrollo posterior, se puede considerar como unos de los mayores movimientos de creación de ciudades en la historia.
    Este proceso desde el principio da testimonio de un urbanismo consciente. La operación de poblar no se hace por casualidad. Las normas dictaminadas por la Corona se codificaron en términos precisos, tanto como las alternativas que el fundador podía adoptar para llegar a una idea generalizada en forma de un patrón común y unificador.
    En general, las nuevas poblaciones fundadas por los hispanos en América, concentran el Gobierno de la región que las circundan, administran la justicia y sirven de núcleo difusor de la cultura occidental y la religión católica.
    Los conquistadores, dueños de las armas y del poder efectivo, pudieron haber desecho la autoridad real cuando quisieran, pero no fue así. Esos hombres de guerra se sometieron a las leyes existentes y rindieron sus armas a los cabildos - la institución civil por definición de ayuntamientos y municipios - que se iban fundando, hoy las más antiguas, continuadas y vigentes en América, que de una forma u otra son las bases efectivas de todo el continente.
    Los centros urbanos que constituyeron los principales focos durante la época de la Monarquía Hispánica en América, son hoy son centros regionales y metropolitanos de gran parte de las naciones hispanoamericanas.
    Los Municipios se constituyeron en otras tantas pequeñas Cortes permanentes de pequeños territorios aislados. Las ciudades-Estado eran cabezas de los reinos de su jurisdicción, poseyeron medios e instrumentos políticos que permitieron un auto-gobierno autónomo.
    El Gobierno representativo del Municipio de las Ordenanzas seculares de Castilla, sirvieron en el siglo XVIII de base jurídico-política a los Estados Unidos
    El self-government de los anglosajones que nos han querido poner como ejemplo, era una Institución con tres siglos de antigüedad en el Imperio Hispánico, la cual fue destruida por las repúblicas para instaurar una oligarquía centralizadora y tiránica.
    La eliminación de los organismos intermedios se dirigía hacia un tipo diferente de organización social basada en el individualismo. La aplicación de la teoría liberal en la sociedad tuvo como resultado que surgieran el ingreso y la riqueza como principales determinantes.
    De allí en más sólo importaría la igualdad basada en el oro de la ley republicana, con ciudadanos inermes ante la dictadura del dinero.

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  34. La alternabilidad entre derecha e izquierda es un principio subversivo que en lo político es llevado adelante gradualmente por gobiernos de derecha e izquierda en contubernio.
    Primero, la derecha liberal toma el gobierno y economiza de la comunidad, después la izquierda sube al poder y utiliza esta financiarización del hombre para poder despojarle de toda visión trascendente rebajándole a una condición vegetativa.
    Así, lo que la derecha no alcanza a subvertir, se lo deja a la izquierda, y viceversa, hasta esclavizar por completo a l ficción legal homo economicus en pos de la corrección política al servicio de la sinarquía internacional.
    El hombre primitivo tiene credos que son vagos e inciertos, como aquel de representar en un Tótem su conjunto de creencias ligadas a un mundo no material.
    El hombre moderno también las posee en una sociedad urbana y tecnológica. En tal contexto, las creencias primitivas no son más extrañas que las modernas y científicas; los unos tienen Tótems, los otros la mayoría que siempre tiene la razón por el mero hecho de ser mayoría.
    Las pruebas científicas han comprobado tal cosa…, la mayoría está de acuerdo con…, el consenso es que… premisas absolutas que sólo tienen cabida en una mentalidad quebrada y dividida.
    Si la ciencia o la mayoría dice que algo es verdadero, lo es. La mayoría se arrodilla ante la deidad de la ciencia, y así se afirman mutuamente.

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  35. El fundamento de todo Estado verdadero es la trascendencia de su principio de la soberanía, de la autoridad y de la legitimidad.
    En épocas precedentes se pudo hablar de un carácter sagrado del principio de la soberanía y del poder, o sea del Estado… idealmente, una única línea conduce de la idea tradicional de ley y de Estado a la de Imperio… Un ordenamiento político, económico y social creado en todo y por todo para la sola vida temporal es cosa propia exclusivamente del mundo moderno, es decir, del mundo de la anti tradición.
    El Estado tradicionalmente, tenía en vez un significado y una finalidad en un cierto modo trascendentes, no inferiores a los mismos que la Iglesia católica reivindicó para sí en Occidente: él era una aparición del ‘supramundo’ y una vía hacia el ‘supramundo’… Después, los Imperios serán suplantados por los ‘imperialismos’ y no se sabrá más nada del Estado a no ser que como organización temporal particular, nacional y luego social y plebeya. Julius Evola.

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  36. Una definición aproximada para Imperio es la de Estados sometidos a una soberanía común.
    No obstante ¿porqué un pueblo y no otro llega a serlo? Es cual un vórtice de energía que no obedece a un claro designio humano. No se sabe que fuerzas subyacentes lo hacen posible.
    La palabra Imperio tiene hoy la connotación de imposición por la fuerza, ninguna potencia la emplea para nombrarse a sí misma.
    Un Imperio perdura de las alianzas con los pueblos afines que se benefician de él, y se debilita si esa comunidad de intereses se rompe.
    Cuando se trata de una potencia que privilegia la fuerza sobre las alianzas, no califica como imperio.
    En cambio, los imperios generadores suelen tener fronteras con diversos tipos de pueblos con los que aprende a convivir. Practican así el sistema de alianzas.
    Otros llaman a las potencias agresivas, el caso del británico, Imperios predadores, sin cuya expulsión en el siglo XVIII, Estados Unidos habría corrido la suerte de sometimiento que tuvo la India o Pakistán.
    Lo ocurrido en Australia ilustra el tipo de colonización inglesa: Al llegar a Australia en 1770 la declararon "terra nullius" - es decir, sin habitantes humanos, y procedieron a exterminarlos.
    La asociación geográfica inglesa calculó que había 900.000 personas nativas. Oficialmente las definieron como "fieras para cazar". Pocos sobrevivieron. Por contraste, bajo el Imperio de Castilla y Aragón, desde el siglo XVI la Iglesia Católica había dictaminado que los aborígenes tenían alma. En consecuencia, creó El Consejo y la ley de Indias.
    Para las leyes británicas el trato debido a los indígenas en los territorios que se iban conquistando en Norteamérica o planes para su integración simplemente no existieron. Nadie se plantea, los clérigos tampoco, que tengan alma, o que se pueda pactar con ellos.
    La colonia holandesa en Manhattan pagaba a los colonos por cada cuero cabelludo aborigen, mientras los peregrinos puritanos ingleses, vendían a los indios como esclavos.
    Ese método aceptado de gobierno creó tal problema demográfico que las 13 colonias no lograron poblar sino una mínima extensión. Estados Unidos debió primero independizarse para llegar a abarcar el resto del territorio. Sin ello no habría alcanzado la potencialidad que lo convirtió en Imperio.
    Estados Unidos se forjó como mezcla de anteriores colonos entre franceses, españoles, africanos esclavizados, remanentes indígenas, y de colonos ingleses perseguidos en su país por ser calvinistas no anglicanos. El común denominador de esa variedad era creer ser la antítesis del régimen inglés.

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    1. La característica del Imperio generador es la acción expansiva con violencia sí, pero acompañada también del consenso entre los pueblos que lo constituyen. Esos Imperios reproducen sus instituciones, su tecnología - que nunca es neutra - y sus valores en las zonas conquistados.
      Sin duda usaron de la fuerza, pero de cualidad distinta a la de una potencia predadora. Buscan convencer y convertirse en un referente. Aun así, esos imperios crean resistencia a la vez que admiración.
      En el auge imperial las fuerzas centrípetas de unión, predominan en la consolidación del gran conglomerado.
      Fuerzas centrifugas, localismo, tribalismo y nacionalismo, empiezan a prevalecer de manera paulatina, pero con insistencia, en su ocaso.
      El fenómeno imperial a veces viene en pares de gemelos contrapuestos. Desde luego hay abismos entre cada Imperio así sean de la misma cepa de poder. La tensión no se zanja por un mero cambio de régimen o de ideología en uno u otro imperio. El antagonismo continúa incluso si hay coincidencias ideológicas.
      Llegada cierta duración los Imperios implosionan, caen sobre sí mismos. Sus antiguos aliados se hunden con ellos. Aunque llamen independencia a esa calamidad. El Imperio no puede ser destruido sin derribar también a aquellos que lo destruyan. Todas las ventajas del soporte de la organización se pierden con la caída del Imperio. El fin de un Imperio, como un símbolo que indica universalidad, es apocalíptico.

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  37. El patriotismo remite al hecho de sentirse parte de una familia común. Cada uno de nosotros es ‎hijo de sus padres, quienes son a su vez hijos de sus propios padres y así sucesivamente. ‎Nos sentimos en deuda con nuestros ancestros, cuyo legado defendemos. Si entendemos como ‎ancestros no sólo a nuestros padres biológicos sino a quienes nos formaron, nos educaron, ese ‎concepto adquiere un carácter universal.
    En cambio, el nacionalismo remite al hecho de sentirnos hijos de la misma madre. ‎Etimológicamente, la palabra “nación” viene del latín nascere, o sea “nacer”. Ese término ‎subraya la existencia de caracteres comunes. En la mayoría de las civilizaciones antiguas, ‎la nación se definía por la comunión entre sus miembros a través de un mismo culto.
    En la Edad Media, el continente europeo constituía una sola nación: la cristiandad. Con la ‎separación entre protestantes y católicos, y las subsiguientes guerras entre ambos bandos, ‎apareció una distinción entre naciones protestantes y naciones católicas, según el principio ‎‎Cujus regio, ejus regio, o sea «Cada región, su religión». Posteriormente, ‎el Estado fue tomando el lugar de la religión como carácter común alrededor del cual se une ‎el Pueblo.
    Pero una sociedad que acepta la libertad de culto no podía seguir proclamando que su rey ‎gobernaba por orden de Dios. La Revolución Francesa planteó entonces que para ser legítima, ‎la autoridad política tenía que ser escogida por el Pueblo.
    Nación: Persona jurídica que se compone del conjunto de individuos que forman parte ‎del Estado. Decreto del rey Luis XVI emitido el 23 de julio de 1789.‎
    En contraposición:
    La fuente de toda soberanía reside esencialmente en la Nación. Ninguna corporación ni ningún ‎individuo pueden ejercer autoridad alguna sin que esta emane de ella de forma explícita. Artículo 3 de la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano del 26 de agosto ‎de 1789.
    Esta definición de la Nación es hoy casi universal, con dos excepciones notorias: el pensamiento ‎político anglosajón y la ideología islamista. Pertenecer a una nación es aplicar la ley común, ley ‎cuya legitimidad reside en el hecho de que todos reconozcamos colectivamente la misma ‎autoridad. ‎
    Por el contrario, la ideología islamista - la que predican la Hermandad Musulmana y los ‎yihadistas - vuelve a la definición de la Edad Media: la religión es lo único que define la nación. ‎Según ese principio, existe una Nación islámica pero no hay nación que se fragüe alrededor de ‎un Estado.
    Los anglosajones, por su parte, mantienen como referencia la definición anterior a la ‎Revolución Francesa. Para ellos, la nación es un grupo políticamente organizado de personas con ‎un origen, una lengua y costumbres comunes.
    “Nation: A large group of people having a common origin, language, and tradition ‎and usu, constituting a political entity.”‎ Black’s Law Dictionary (edición de 2014).
    Esta definición etnicista de la nación justifica la continuación de la estrategia colonial de «divide y ‎vencerás» (Divide ut regnes).
    En resumen, si bien el patriotismo es visto como un valor universal, no sucede lo mismo con el ‎nacionalismo ya que los anglosajones y la Hermandad Musulmana ‎todavía no lo comparten como valor con el resto de la humanidad.

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    1. El nacionalismo es el peor enemigo del imperialismo cartaginés-anglosajón, cuyo Principio Supremo es el Principio de la División, en oposición al Principio del Honor, que fundamenta el Imperio Universal Ario. Pero si bien, el “Principio de la División” es esencialmente no ario, el hecho que los fenicios-cartagineses-anglosajones lo hayan empleado intensiva e profundamente, no quita que Reinos arios donde la hipocresía sacerdotal haya predominado durante algún período, el Principio de la División también haya sido usado, dado que las castas Sacerdotales infiltradas y la Sinarquía registran ambas intereses comunes.

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  38. Si un pueblo desea ser imperialista, la Historia le ofrece dos modelos clásicos. Uno es el modelo heredado del antiquísimo concepto de “Imperio Universal” Ario. Roma dio uno de los últimos ejemplos, sólo exige que los restantes pueblos sean sometidos militarmente, no culturalmente; así los pueblos de distinta idiosincrasia podían integrarse al Imperio conservando su Cultura, lengua y costumbres, y si eran lo suficientemente aguerridos para resistir con orgullo la pax romana, podían obtener concesiones extraordinarias, como la ciudadanía y el control del ejército, o del Imperio todo como lo logrado por los germanos. Ello fue posible porque en ese modelo de Imperio el valor se asentaba paradójicamente en el valor real de los pueblos - era más valioso el más valiente. Este principio tenía carácter indudable y nadie temía el ascenso imperial de un pueblo valiente pues era obvio que tal pueblo resultaba valioso para el Imperio. En ese primer modelo no es necesario practicar el adoctrinamiento cultural de los vencidos, emplear el lavado de cerebros, destruirlos moralmente, corromperlos, mantenerlos en la barbarie o regresarlos al salvajismo. Eso no le convenía a nadie, iba contra la esencia jurídica del Imperio Universal Ario.
    Y aquí está el meollo de la cuestión, el soporte ético de cuantos constituyen el Imperio Universal, es el Principio de los principios, el Principio Supremo que es piedra fundamental de la estructura jurídicosocial del Estado nacional: el Principio del Honor. La justicia con que el Imperio tratará a un pueblo conquistado o aliado, de la que dependerá su existencia y desarrollo, sólo requerirá la garantía del Honor. El imperialista con Honor, no necesita desmembrar ni imponer la lengua, ni aniquilar ni someter a la esclavitud, ni destruir para aceptarlos sin prejuicios como federados al Imperio.
    El otro Modelo de Imperio es el típicamente no ario, el llamado fenicio-cartaginés al que han adherido ingleses y norteamericanos a través de Venecia, pueblos completamente judaizados por la sistemática e incansable labor de la Fraternidad milenaria.
    Pueblos de mercaderes carentes de principios éticos, sólo hábiles para el comercio y la piratería, famosos por los sacrificios humanos que ofrecen a su Ídolo materialista. Cartagineses, ingleses, y yanquis, como sus predecesores, piensan que los restantes pueblos de la Tierra son un artículo de consumo para sus apetitos insaciables, para quienes los pueblos sometidos no tienen el valor en sí mismos sino en la medida en que sean útiles al Imperio. Así, el pueblo conquistado o dominado resulta esclavizado, humillado, deshumanizado, vaciado de su propio valer, transformado en herramienta, en mero utensilio: vale mientras sirve.
    Principio judaico del valor que no es casual hallar en la cúspide del imperialismo anglosajón. Si un pueblo “colonial” sirve, entonces debe ser explotado sin límites; si puede servir, entonces debe ser adoctrinado para que brinde utilidad, lo que representa una inversión que habrá que proteger y recobrar con intereses. Si algo se opone a la explotación, debe ser neutralizado. Si no se procediese así, se justificarán hipócritamente de no se estar “ayudando” a ese pueblo a recobrar su valor, es decir, su utilidad. El hombre tiene un precio, como las mercancías: vale por lo que hace, y puede valer más por lo que es capaz de hacer.
    El Imperio cartaginés-anglosajón se comprometerá a extraer el máximo valor utilitario de los pueblos, concediéndoles la posibilidad de valer mucho produciendo mucho. Lo que se oponga a esta magnánima concesión de los que detentan el Poder del Mundo, será destruido, en provecho de los que están sometidos pero que pueden demostrar su valor en defensa de la posibilidad de ser útil a los imperialistas, posibilidad a la que denominan seriamente “libertad democrática”.

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    1. Según sus propias pautas culturales, en el modelo cartaginés-anglosajón hay que aplicar permanentemente el principio “vale mientras sirve”, lo que obliga a someter a los pueblos vencidos, o dominados, mediante las prácticas más viles. Y aquí también al meollo de la cuestión: el soporte jurídico de cuantos constituyen el Imperio cartaginés-anglosajón, es el Principio de los principios sinárquicos, el Principio Supremo que es piedra fundamental de la estructura juridicosocial del Estado sinárquico: el Principio de la División. ¿División de qué? De todo, porque el Principio de la División otorga al Emperador o Rey, cartaginés o anglosajón, el derecho a dividir la estructura de los pueblos.
      El Principio de la División de los imperialistas cartagineses-anglosajones es fundamentalmente jurídico y amoral, el derecho a dividir para asegurar el valor de los que sirven, para proteger la libertad democrática de valer siendo útil, produciendo, sirviendo. Aquí están las diferencias fundamentales de ambos modelos: lo ético contra lo jurídico; la obligación moral de procurar el bien común, contra el derecho amoral de dividir el bien común para extraer su valor utilitario.
      El imperialismo ario produce “ciudadanos del Imperio”, honroso título que de ningún modo menoscababa su nacionalidad u orgullo racial. El imperialismo cartaginés-anglosajón modela “ciudadanos del Mundo”, ambiguo y deshonroso título que la más de las veces oculta la traición inconfesable.

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    2. A los ciudadanos del Imperio ya se los conoce por la Historia. En cambio, los “ciudadanos del Mundo” es título análogo al de “esclavo de la Sinarquía”. Pues se trata de seres que han sido conformados de acuerdo al modelo cartaginés-anglosajón, vale decir, seres que han padecido todos los modos del Principio de la División.
      Son habitualmente internacionalistas porque su nacionalidad ha sido dividida y disgregada: creen que lo internacional salva la diferencia entre los pueblos. Son decididos pacifistas porque su estructura psíquica fue dividida y su instinto guerrero calificado de “tendencias agresivas primitivas que se originan en el cerebro animal, y surgen a través del Inconsciente”.
      Para la Cultura psicoanalítica, el instinto guerrero es un impulso vergonzoso, casi animal, sumamente peligroso “porque puede encarnarse en el Mito del Héroe” y tornarse dominante en la conciencia. Quienes están así adoctrinados, identifican guerra con salvajismo, y creen que la paz debe conseguirse a cualquier costo pues en ese estado social es posible demostrar la utilidad sirviendo al imperialismo pacifista del Gobierno Mundial de la Sinarquía, o como quiera que se llame el sistema que los explote. Estos ejemplares son daltónicos a la nacionalidad y se les ha bloqueado el instinto guerrero, carecen por lo tanto de heroicidad, de capacidad de reacción patriótica, son seres psicológicamente mutilados que creen en la unión de varios conceptos imposibles de unir bajo un imperialismo cartaginés-anglosajón: paz, felicidad, creación, progreso, libertad, civilización del amor, fraternidad universal, etc.
      Naturalmente, en esta época, pueden ser buenos comunistas o buenos liberales, indistintamente. Pero además de internacionalistas o pacifistas pueden ser colaboradores del sistema imperial cartaginés, trabajando desde adentro de sus Naciones, en las que no creen, para favorecer la contribución de valor utilitario que los imperialistas le han asignado a su pueblo o país; o pueden ser agentes internacionales del imperialismo y consagrarse a ejecutar sus planes. De cualquier modo, su tarea consistirá, desde adentro o desde afuera, en dividir, en aplicar el Principio de la División allí donde exista algo unido que se oponga al imperialismo cartaginés-anglosajón: la intriga, la corrupción, el maquiavelismo, el soborno, la insidia, la difamación, la publicidad, la desinformación, etc., todos los medios y crímenes serán válidos para dividir los todos y fortalecer las partes que sean útiles y sirvan al imperialismo extranjero. En la formación de lacayos de esta clase, el imperialismo cartaginés-anglosajón siempre ha descollado: el tipo clásico es el “cipayo”, la clase de hombre “valioso a su servicio” que los expoliadores fabrican dividiendo todos sus principios.

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  39. La prueba de su origen no ario está, como no podía ser de otro modo, en su procedencia bíblica. El Principio, que da el Derecho a Dividir, aunque antiguo y no ario, halla su formulación jurídica en el pueblo que adora un Dios de Justicia, que pone las Tablas de la Ley, y ese pueblo es Israel, el ´Pueblo Elegido´.
    Para presentar el Principio de la División los Doctores de la Ley lo expresan mediante una metáfora en el Libro I de los Reyes. A partir de esa figura se extraerá el Principio y se lo reglamentará legalmente, reconvertido en derecho Divino de Reyes y Emperadores, y modernamente, en derecho no declarado propio de los jerarcas del imperialismo cartaginés-anglosajón, de manera tal que el derecho ejercido lógicamente se convierta en Principio Supremo y Ley Primera. Un juez así sólo puede ser “el hombre más sabio de la Tierra y de la Historia”, y también debe ser Rey, porque el Principio de la División otorgará el derecho sólo a Soberanos del modelo cartaginés.
    “... Voy a concederte lo que pides: Te daré un corazón tan sabio e inteligente, como no ha habido otro antes de ti ni lo habrá después de ti”. (I Reyes 3,7). Ya está presentado el personaje: es sabio por disposición de Dios, su juicio es inapelable, y es Rey. Debe, a continuación, ejercer el Derecho a Dividir, para que se convierta en Principio Supremo y Ley Primera.
    Este es el famoso “juicio salomónico” que legaliza el derecho del Rey a dividir si ello es útil. Hay que advertir que se ha dejado bien claro el carácter Sacerdotal de la Investidura: el Rey no porta la Espada, la solicita, es un Sacerdote.
    Y siendo la Biblia un Libro Sagrado, en ella hasta el último ápice tiene significado. Quienes creen ciegamente que ello es cierto son Rabinos Cabalistas, los mismos que manejan secretamente la Masonería y las decenas de Sociedades Secretas de la Sinarquía, organizaciones en las que casualmente militan los “hombres de Estado” que dirigen el imperialismo cartaginés-anglosajón. Por lo tanto es cosa muy seria el Principio que se desprende de la metáfora bíblica.
    ¿Qué significan, en términos rabínicos, aquellas imágenes? Que el Sacerdote-Rey tiene el derecho de solicitar la Espada y dividir, y que ese hecho siendo justo es la fuente de la Justicia que se hizo presente a posteriori de que el Sacerdote-Rey ejerció el derecho de dividir.
    El Sacerdote-Rey toma la Espada, “el Poder del Estado”, y ejerce el derecho de dividir, y ello es justo, produce la Justicia, el propio fundamento del Sacerdote-Rey. Conclusión: el derecho del Rey a dividir sus bases justifica la ruptura y fortalece el Trono. Con su acostumbrado realismo, los Rabinos han interpretado de este modo el juicio salomónico y lo han sintetizado en el Talmud, de donde seguramente lo aprendió Maquiavelo: “el Rey debe dividir para reinar”.
    Este principio no ario, judaico y amoral, se ha constituido en el axioma rector de los imperialistas cartagineses-anglosajones. Ellos todo lo dividen, y aún en el momento de retirarse, por ejemplo de una colonia, la dejan dividida en todos los órdenes posibles, desde el territorial hasta el político y económico, contando para esa tarea, desde luego, con sus cohortes de cipayos.
    El principio talmúdico dice: “el Rey, si es Sabio, debe dividir a sus bases para reinar”; “el Rey es el único todo, al que no pueden alcanzar ninguna de las partes”; “las partes del Reino, valen mientras sirven”. Naturalmente, este Reino es Malkhut, el décimo Sephiroth.

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  40. Existe una gran controversia sobre la definición actual de Fascismo. Un término que se usa para etiquetar a todo aquel detractor del posmodernismo de lo políticamente correcto como un enemigo de alto peligro.

    En el Fascismo el Estado-Partido impone un colectivismo regulador y centralista que somete al individuo mediante el control de la Justicia y de los medios de producción, que rechaza el libre mercado propugnando la nacionalización de las empresas, de la banca y la limitación de la propiedad privada.

    https://editorialkamerad.files.wordpress.com/2014/08/la-doctrina-del-fascismo1.pdf
    Benito Mussolini.

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    1. El socislismo F.A. Hayek

      https://youtu.be/kJ9B3_S4IUM

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    2. El socialismo es el fantástico hermano menor del decrépito despotismo, al que pretende suceder. Sus esfuerzos son, por lo tanto, profundamente reaccionarios, pues desea tal poder estatal como sólo el despotismo poseyó. De hecho, va más lejos que cualquier cosa que haya existido en el pasado porque su fin es la aniquilación formal del individuo, al que considera un lujo injustificado de la naturaleza que debe ser mejorado por algún órgano útil de la comunidad general. Silenciosamente se prepara, por lo tanto, para el reino del terror y utiliza la palabra «justicia» como un clavo en la cabeza de las masas poco cultivadas, privándolas totalmente de su capacidad de comprender y proveyéndoles de buena consciencia para el juego maligno que han de jugar.

      Friedrich Nietzsche.

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    3. Para fines sociológicos no existe algo así como una personalidad colectiva que actúa. Cuando se hace referencia en el contexto sociológico a un Estado, nación, o corporación o colectividades similares, lo referido es sólo cierto tipo de desarrollo de acciones sociales actuales o posibles de personas individuales.

      Max Weber.

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  41. La desigualdad es la regla básica de la existencia y se produce en todos los sistemas que se conocen. En su desarrollo, como problema operativo, todo sistema produce desigualdades.
    La providencia y la gracia de la diversidad humana producen individuos distintos. Las personas prefieren la desigualdad al buscar el progreso propio independientemente de cómo estará el resto - parte de la naturaleza humana es darle prioridad al interés personal y familiar sobre todo lo demás. Este es el poder diferenciador de la especie.

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    1. La naturaleza es jerárquica y anti-igualitaria, hecho fundamental en cualquier estructura social.
      Esta última forma de patología política que se está manifestando en la caótica y desesperada sociedad occidental, es el resurgir de una idea vieja, desacreditada, incoherente y excepcionalmente peligrosa que en el siglo XX destruyó sociedades enteras a base de un sufrimiento innecesario y sangriento en nombre de la igualdad, un valor razonable si se la rodea de otros valores, pero una deidad mortal cuando se lo eleva al lugar más alto y es ciegamente promovido. Es que no resulta una mera igualdad de oportunidades sino ´equidad´, igualdad de resultados.
      Pero si aquellos proveedores de equidad con más maniobrabilidad política, más convencidos de su superioridad moral e intelectual, menos conscientes de ignorancia y de las limitaciones de su conocimiento, llenos de odio y resentimiento, llegan a dominar esas posiciones de poder, volverán a desatar el infierno.
      Ya hicieron el experimento y fallo, replicaron el fracaso una, dos, tres veces, y fallaron de nuevo. Cualquiera que no sea un ignorante no se atrevería a experimentar el igualitarismo de nuevo, a menos que sea verdaderamente malévolo. El peligro que representan es difícil de ser exagerado.
      Las políticas económicas basadas en la premisa de la igualdad radical son catastróficas, incluso genocidas.
      La equidad de resultados se basa en dos ideas perniciosas. La primera es que todas las instituciones sociales deben generar resultados que sean precisamente iguales a través de todas las posibles identidades grupales. La segunda es que todas las instituciones sociales que no logren producir esos resultados igualitarios, no los generan por su racismo, sexismo o cualquier otro ´ismo´ institucional, prueba de los prejuicios implícitos y explícitos de aquellos individuos que componen dichas instituciones.
      Esto se basa en la idea de que las instituciones funcionan primeramente para distribuir recursos y recompensas, donde siempre de forma simplona un solo factor es considerado, reduciendo radicalmente los requerimientos cognitivos que un análisis integral requiere. Las complejas organizaciones jerárquicas no son simples mecanismo de distribución de recursos y recompensas, ni tampoco meras estructuras de poder, privilegio y opresión, son estructuras de responsabilidad y producción.
      No es lo que se merece por razones extrínsecas lo que determina tu resultado, sino el valor que otros le atribuyen a tus ofertas.
      Por ejemplo, el problema de la distribución es tan complejo que debe ser exteriorizado a la inteligencia colectiva. Ninguna persona o grupo de personas, poder de cómputo o inteligencia artificial, puede realizar mediciones para el cálculo de precio de cualquier cosa, ya que ello depende del precio de siempre cambiante de todo lo demás.

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    2. Cuando surgen nuevas invenciones o un nuevo conocimiento alguien tiene que ser el primero en beneficiarse, y las desigualdades asociadas al tiempo de espera son un precio razonable que hay que pagar por ello. Sería absurdo que por evitar que unos pocos se beneficien al principio generando desigualdad, se condene a todo el mundo a un acceso deficitario sólo para asegurar igualdad. Primero unos pocos se benefician habiendo desigualdad y después el invento se masifica mejorando la vida de todos.
      La inmoralidad del igualitarismo es doble: por un lado atenta contra la libertad y la diversidad humana que son valores esenciales, y por otro lado condena a menores niveles de progreso a los que pretende ayudar.
      Para lograr el místico ´bien común´ en la práctica política igualar necesariamente implica hacerlo hacia abajo, o sea, empobreciendo a todos por igual, porque es más fácil quitarle al rico que generar las condiciones para que el pobre mejore. En esta visión que propone el igualitarista lo que le importa no es que todos estén mejor sino que todos estén igual, cuando lo que cuenta como fundamental es que la producción se masifique
      La sociedad no existe de manera independiente de los individuos que la componen, ni hay algo así como una sociedad en abstracto. «La sociedad» ni tiene inteligencia, ni actúa, ni tiene emociones porque no es un ente aparte de las personas.
      La sociedad no puede tener intereses distintos a los de sus miembros y el interés general debe necesariamente coincidir con lo que interesa a cada uno de los integrantes de la sociedad. Y así se llega a entender el ´bien común´ o ´interés general´ como las condiciones que permiten a cada persona perseguir sus propios fines libremente y sin dañar a terceros.
      El bien común se promueve de la mejor manera por el esfuerzo de cada individuo buscando su propio bienestar a su propio modo. El interés general se garantiza con la protección de los derechos individuales sobre la vida, la libertad y la propiedad de todos los miembros de la comunidad que es lo que permite a cada uno perseguir sus fines y servir al bien común.
      La sociedad es un evento que surge de los intercambios e interacciones permanentes de los distintos individuos y los grupos que éstos conforman. En consecuencia, donde no hay libertad de actuar e interactuar no puede haber sociedad ni se resguardar el interés social pues éste precisamente se satisface y emerge de la interacción libre de las personas.
      Los delincuentes son llamamos antisociales precisamente porque no aceptan las reglas del juego que permiten interactuar al conjunto y perseguir sus fines libremente y sin dañar a otros.
      La sociedad es un proceso de interacción de jugadores quienes tienen plena libertad de actuar dentro de ciertas reglas de juego. Si se les prohíbe actuar entonces desaparece el juego y sólo quedan personas trabadas en un espacio común. Del mismo modo, mientras el poder político imponga más restricciones a la actuación de los individuos, más se debilita el proceso dinámico que constituye la esencia de la sociedad. Por esa razón, la idea de un interés general independiente, e incluso en oposición a los intereses particulares de cada individuo dentro un Estado limitado que se restringa a proteger los derechos particulares, es lo que permite el juego espontáneo del cual la sociedad depende, así como la sanción de las faltas que impiden el desarrollo del juego.
      Si en cambio sucede lo contrario creyendo que se puede proteger el interés de todos los individuos juntos mediante la limitación del interés de todos por separado, las puertas se abren para un intervencionismo estatal ilimitado y para la concentración, también ilimitada, del poder en manos de la autoridad. Sería como decirle a cada jugador cómo debe jugar, qué hacer y con quién debe interactuar. Esta idea de un ´interés general´ opuesto al interés individual que los igualitaristas defienden.

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    3. Los ideólogos de la revolución francesa argumentaban que existía algo llamado «voluntad general» del pueblo, la que se encarnaba en el Estado y que era distinta a la voluntad separada de cada persona que integraba ese pueblo.
      Puesto que «la voluntad general» al mismo tiempo comprendía la voluntad y el interés de todos los integrantes del pueblo, ésta era infalible. La voluntad general está siempre en lo correcto y tiende a la ventaja del público. Por supuesto, la clase gobernante es la que interpreta esa «voluntad general» como autoridad realmente infalible. A fin de cuentas, quienes controlan el poder van a ser los que representen y encarnen esa abstracta «voluntad general» de «interés general».
      Por ende no hay necesidad alguna de limitar el poder del Estado, ya que la autoridad siempre sabe lo que es mejor para el pueblo y siempre actúa en su beneficio, pues en cierto sentido la autoridad es el pueblo. En consecuencia, si obligan por la fuerza a alguien a hacer algo por alguna razón que los gobernantes estiman justificada, se está actuando en su propio bien y el del pueblo, pues eso es parte de la «voluntad general» que la autoridad infaliblemente encarna.
      Las implicaciones totalitarias de esta visión son evidentes. La libertad es idéntica a la autoridad y es posible tener libertad personal mediante el control completo por parte de la autoridad. Así, mientras más se obedece más libertad y más control.
      Resulta letal creer que existe algo como la «voluntad general» encarnada en el Estado que sabe mejor que los individuos cuál es su bien e interés, porque como supuestamente la autoridad sabe mejor que nadie qué es lo que les conviene, entonces puede obligarlos por la fuerza a ser «libres» ya que la libertad implica racionalmente hacer lo que sería mejor para uno.
      Fue esta doctrina la que sirvió al Terror de justificación para sus crímenes durante revolución francesa, y luego para los comunistas en general. Esta doctrina según la cual la libertad de las personas se consuma en el Estado, es la servidumbre absoluta a los más siniestros y formidables enemigos de la libertad en toda la Historia.

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    4. El problema es que la doctrina que separa al individuo de su voluntad y de su interés pretendiendo que existe una autoridad que sabe mejor que él cuál es su interés, y que por tanto puede imponérselo desde el Estado, contiene los gérmenes del totalitarismo que justifica el uso de la violencia por quienes controlan el Estado sobre los ciudadanos, bajo el pretexto de servir a los mismos que somete por la fuerza.
      Por ejemplo, la educación. Básicamente, el modelo planteado en el mundo prohíbe que los padres elijan lo que estiman mejor para sus hijos de acuerdo a lo rol asignado al Estado. Que la autoridad del Estado prohíba decidir sobre la educación de los hijos es claramente incompatible con cualquier idea básica de libertad y es lo que han hecho todos los regímenes totalitarios de la historia.
      Aparte de la afirmación de que ello crea desigualdad de oportunidades, el argumento que se da para que el Estado controle toda la educación es que los padres son incapaces de saber realmente qué es lo mejor para sus hijos, y por lo tanto los burócratas e intelectuales que controlan el Estado deben imponerles por su propio bien el tipo de educación y hasta el colegio al que deben enviar a sus niños.
      La solución es que el Estado, esa figura semidivina que sabe mejor que el resto lo que conviene, arrebate a los incapaces padres la libertad de elegir. Así, esta doctrina que separa el interés general de los intereses individuales, acrecienta el poder de los gobernantes sobre la vida de la gente, justificándose en que a mayor control sobre ellos mejor para éstos pues más libres serán luego gracias a la sabia decisión que la autoridad les impuso.
      Se cree en el Estado como encarnación del «interés general» que debe cumplir el rol de resguardar a la gente de su propia estupidez. La lógica del argumento lleva a una expansión ilimitada del poder estatal.
      No obstante, en general, la verdad es que no solamente los burócratas y políticos son mucho más incompetentes que los mismos ciudadanos para resolver los problemas que éstos tienen, sino que además hay involucrado un tema de principios.

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  42. ´¿Qué forma de gobierno puede alguien dar a las sociedades donde la corrupción ha penetrado en todas partes; donde nadie puede alcanzar la riqueza si no es por golpes astutos, que son semirrobos; donde reina la perversión de las costumbres y la moral no puede salvaguardarse más que por medio de castigos y leyes implacables? ¿Qué forma de gobierno podría asignarse a estas sociedades excepto la forma despótica que enunciaremos más adelante?´
    ´Arreglaremos de un modo mecánico, con nuevas leyes, todos los sectores de la vida de nuestros súbditos. Estas leyes ahogarán una por una, todas las amplias libertades que han sido otorgadas a la sociedad, y nuestro mando se expresará por un despotismo tan imponente, que éste sea capaz de reducir al silencio a quienes intenten hacernos una oposición política, en cualquier momento y en cualquier lugar´.
    ´Alguien nos dirá quizá que el despotismo de que hablo no está en concordancia con los nuevos progresos. Demostraré lo contrario: Cuando el pueblo consideraba a las personas reinantes como una verdadera encarnación de la voluntad divina, se sometían sin vacilaciones al mando absoluto de los reyes. Pero desde el día en que metimos en la cabeza de los hombres la idea de sus propios derechos, ellos han comenzado a considerar a las personas reinantes como simples mortales. La expresión 'Por la gracia de Dios', ha caído con la cabeza de los reyes después que nosotros hemos debilitado la fe de los hombres en Dios. El poder se ha trasplantado a la calle y a lugares públicos y entonces nosotros los judíos nos hemos convertido en sus amos. Además, el arte de dirigir las masas y las personas, con la ayuda de teorías y fraseologías combinadas de un modo especial, como también por diversos reglamentos de la vida pública y por distintos medios astutos de los cuales las gentes no entienden nada, pertenecen a nuestra sabiduría directora. Esa se ha desarrollado por análisis, y por medio de una minuciosa observación, y solos en ésta, sin haber tenido adversarios, como tampoco los tenemos para que entiendan los planes de nuestras empresas políticas y de ayuda recíproca´.

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  43. Para que la autoridad repose sobre algo sólido, es necesario que se apoye sobre el derecho divino, que es lo único sólido y permanente, como Dios mismo. Decir que la autoridad es necesaria para el orden, es tener razón sólo a medias.
    Es fundamental que la autoridad repose sobre algo inmutable y universal, no sobre aquello que es verdad hoy, error mañana (como la democracia), verdad aquí, error allá (los nacionalismos).
    De otro modo, habrá necesariamente conflicto entre la verdad de hoy y la de mañana, entre la verdad de aquí y la de allá. En este caso, por paradojal que parezca, mientras más fuertes sean las autoridades locales y temporales, más convencidas ellas de sus verdades respectivas, más grande la anarquía universal.

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  44. A partir de 1830 es cuando la tesis "por la gracia de Dios" comienza a ser reemplazada "por la voluntad nacional", y ya no hay monarquía, sino la república disfrazada de monarquía.
    Una vez admitida la tesis de la voluntad del pueblo como origen del poder, no existe ningún obstáculo que vencer para llegar teóricamente al comunismo; sino tan sólo un desarrollo lógico y progresivo de la doctrina.
    Toda la historia del siglo XIX será su demostración. Francia fue la primera en el continente en hacerlo, por segunda vez, en 1830.
    El gobierno de derecho divino no es de ningún modo sinónimo de arbitrariedad absolutista, puesto que él es guiado y limitado por las leyes supranacionales de la moral cristiana, mientras que la así llamada voluntad nacional, es decir, democrática, no debe rendir cuentas a nadie y no se subordina a ningún verdadero principio, sino sólo a la materia contingente.
    La revolución francesa de 1830 propina un golpe fatal al frente de la reacción y es con los movimientos de 1848 que comienza el gran ascenso político, social y económico del sionismo y de la francmasonería.
    La pretendida emancipación de los pueblos y los hombres no hizo sino despejar el camino a la dominación oculta de una finanza con su poder incrementado por las guerras y las revueltas.
    Un solo Estado no está aún contaminado en esa época: Rusia, irreductiblemente antisemita, antiliberal y teocrática.
    Fue allí donde se cumplió la primera acción táctica del complot internacional. La revolución mundial democrática se sirve de Napoleón III, quien se pone como el defensor de los "inmortales principios" y se entiende con Inglaterra, ya minada por la francmasonería y medios liberales y radicales que están en connivencia con los movimientos de1848, para atacar Rusia.
    No habría ningún motivo de conflicto serio entre Francia y Rusia, pero sí lo había, y bastante, entre la Revolución Francesa y el Zarismo, y la Guerra de Crimea fue la liquidación definitiva del pacto europeo de la Santa Alianza y la humillación de Rusia.
    Evento y síntoma hasta entonces inédito en la historia, esta guerra fue una lucha por la democracia, en la que dos monarquías aparecen por primera vez sobre en la escena de la historia, en calidad de defensores mercenarios de la revolución general que desbordaba los ideales aparentemente nacionales de la Revolución Francesa.
    Rusia momentáneamente abatida, concentra todos los esfuerzos sobre la nación que está en las antípodas de la idea revolucionaria, el Antiguo Régimen de naturaleza feudal, el ideal de una unidad católica en la diversidad nacional y étnica, y, luego, el reflejo del Sacro Imperio Romano: Austria.

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    1. Son la democracia y el parlamentarismo las que desplegaron el socialismo contra la tradición aristocrático-católica europea.
      Primer fruto de un suelo minado oportunamente, que marca el comienzo de una nueva fase: La revolución mundial, muy estratégicamente dividida en dos ejércitos, teniendo cada uno un objetivo diferente.
      La misión de uno, aquel que se proclama estentóreamente continuador de la Revolución Francesa y de 1848 y pretende descaradamente hacer de barrera de contención al otro, con sus inmortales principios, es la de dispersarse entre las naciones cristianas para excitar hasta el paroxismo sus antagonismos nacionalistas.
      Al mismo tiempo, deberá envenenar, en nombre de la democracia, las viejas animosidades entre grupos e individuos de la misma nación.
      La misión del otra, que comulga con el Manifiesto Comunista, es la de unificar y concentrar en un solo bloque homogéneo y compacto, alrededor del núcleo judío, todas las fuerzas militantes de la subversión. Estas fuerzas unirán los batallones de asalto destinadas a fracturar el frente enemigo, previamente dividido transversalmente por los nacionalismos, como por el mito marxista de la lucha de clases, sino también por la democracia de todos los colores.
      Esta llama revolucionaria se incubará durante cuarenta años, con bruscas y violentas revueltas locales, aquí y allí. Hasta que emerge y se expande en el mundo entero en 1914, preludio de los trastornos irreversibles.

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    2. La revolución y la democracia son sólo medios empleados en el conjunto de un plano de conspiración general, para arrancar el poder sobre el pueblo de las manos de aquél grupo y de aquella idea positivamente aristocrática, que siempre ha estado por sobre y más allá de la mayoría del género humano.
      Revolución burguesa, democracia, revolución "social", comunismo, no son sino varios episodios del duelo gigantesco entre dos grandes principios, personificados uno por la tradición y el otro por la anti tradición. Y si Satanás se rebeló, en nombre de la libertad y de la igualdad respecto a Dios, ello ha acaecido sólo para someter, sustituyéndose a la autoridad del Altísimo.
      Luego, el pueblo no es el sujeto sino el objeto de esta revolución del pretendido progreso democrático, constelado de revoluciones violentas que aceleran su marcha.

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  45. Gustavo Bueno: Breve crítica de la idea abstracta de Cultura.

    https://youtu.be/C5VnHBsxLNA

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  46. Gustavo Bueno. La democracia desde el punto de vista pragmático.

    https://youtu.be/vXFWLlFG2KM

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  47. Desde el final del siglo XV en Europa no ha habido una unidad espiritual, sino sólo un conjunto de diversidades de base confesional o ideológica. La Reforma fue la primera ofensiva revolucionaria, el primer atentado contra el orden que, en el vértice, tiene la fe, no la mera fuerza, sin otro criterio que sí misma. La fe que, siendo necesario, se sirve de la fuerza, cosa bien diferente de la fuerza que trata de crearse artificialmente una fe, para servirse de ella.
    Entre ambas concepciones hay un abismo. Si la Reforma, como revolución religiosa, no ha matado el derecho divino en la letra, lo ha matado en el espíritu, dejando la segunda fase del desarrollo subversivo a la revolución social y política. La Reforma lo ha matado en aquello que constituye la garantía constitucional de los regímenes absolutos: la realidad de una ley derivada de la tradición. Esta ley, que es el recurso supremo del hombre contra la fuerza o, lo que es lo mismo, contra el número, tiene un valor universal. Ella es, en todo lugar, siempre la misma, en el espacio y en el tiempo, por sobre los pretendidos caprichos de las masas como también aquellos de los príncipes y de las élites.
    Decir que la autoridad es necesaria al orden, es decir, de hecho, sólo la mitad. Además, es necesario que la autoridad se apoye sobre algo inmutable y universal, no sobre aquello que es verdad hoy, error mañana (democracia), verdad aquí, error allá (nacionalismo mal entendido). De otro modo habrá forzosamente un conflicto entre la verdad de hoy y la de mañana, entre la verdad de aquí y la verdad de allá. En dicho caso, y por paradójico que esto parezca, en la medida que las autoridades locales estén más fuertemente convencidas de su verdad, tanto más grande será la anarquía universal.
    Con el objeto de que la autoridad se apoye sobre una base firme, es necesario que ella se remita al derecho divino. Sólo este es firme y permanente como Dios mismo. El derecho divino, lo dice el mismo nombre, no es el derecho de los reyes y tampoco es el derecho del Papa. Es el derecho de Dios, como se manifiesta en la tradición. Los jefes de estado y el pontífice, no son sino sus vicarios. Los intérpretes de la ley, cada quién en su propio dominio y en este sentido ellos representan soberanamente los ejecutores. Pero no por ello el Papa representa en menor grado el único punto posible y visible de referencia para una unidad en la diversidad, es decir, para un reflejo de lo que es verdadero e inmutable en el espacio y en el tiempo.
    En esto consiste la esencia del derecho divino. Se cuestionará que las monarquías de derecho divino han tenido en su origen actos de fuerza. Ciertamente, pero se han subordinado a dicho derecho implícito, que al mismo tiempo es un deber. Con ello han entrado en el orden universal e inmutable de la tradición y del mismo credo uniforme en acción. Todo lo necesario en la práctica.

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    1. En las antípodas del derecho divino, se encuentra la voluntad de las naciones desacralizadas y materialistas, que es precisamente verdad aquí, error allá, verdad hoy, error mañana. Los reyes que han optado por la Reforma han optado por aquello que después debería eliminar el principio en virtud del cual ellos reinan, por gracia de Dios.
      Queriendo liberarse del yugo constituido por la palabra de Dios, han caído bajo el yugo de las palabras incoherentes de los hombres. Sin darse cuenta han cedido sus derechos de progenitura por un espejismo, al cambiar el derecho divino por la voluntad nacional.
      La obra de demolición iniciada por el protestantismo será continuada por la filosofía ateista, la democracia, el civismo, el nacionalismo colectivista y el capitalismo. Con el adviento de la Reforma, en una parte del Occidente el derecho divino deja de vivir. Aún durante un cierto lapso de tiempo, subsistirá como una virtualidad; pero ello no será ya una realidad.
      La revolución estaba ya contenida en la Reforma, una respecto de la otra en relación directa de causa y efecto. En los países donde la Reforma ha triunfado, no ha habido ni siquiera una revolución visible, sino una evolución lenta y progresiva que ha conducido al mismo resultado, a la adoración de abstracciones y de ideas que sustituyen a Dios en una especie de derecho divino mitológico. El vértice de este nuevo derecho, no siendo lo superior, sino que aquello que es inferior, ha producido textualmente la inversión del sentido de la estructura tradicional.

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  48. “La voluntad de la mayoría de partidos se identifica con la voluntad general del pueblo sin mezcla de elementos de representación. Esta es la doctrina oficial y constitucional de la integración del pueblo en las repúblicas. Todos los crímenes y corrupciones de los partidos estatales son pues crímenes y corrupciones del pueblo que los vota. No porque éste se considere representado por ellos, sino porque tiene el sentimiento identitario de identificarse con ellos.” Gerhard Leibholz.

    https://mcrcalicante.files.wordpress.com/2015/02/representacic3b3n-e-indetidad-gerhard-leibholz.pdf

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    1. ”El mejor argumento contra la democracia es una conversación de cinco minutos con el votante medio.”
      Winston Churchill.

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    2. El Estado no es un fin en sí mismo. El parlamentarismo democrático no tiende a constituir una asamblea de sabios, sino más bien a reclutar una multitud de nulidades intelectuales, tanto más fáciles de manejar cuanto mayor sea la limitación mental de cada uno de ellos. Sólo así puede hacerse política partidista en el sentido malo de la expresión.
      En el parlamentarismo no hay ningún responsable. La idea de responsabilidad presupone la idea de personalidad.
      La democracia occidental es la precursora del marxismo, el cual sería inconcebible sin ella. Es la democracia la que en primer término proporciona el sustrato que después propaga el marxismo con aspiraciones de dominio absoluto que se vigoriza mediante sus instrumentos de lucha de clases e internacionalización del proletariado.

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  49. Pueblo, Estado y Revolución

    https://youtu.be/Ma95x1bS1L0

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  50. Si se define socialismo como "todo sistema organizado de agresión institucional contra la función empresarial y la acción humana", se engloba tanto al comunismo el soviético o socialismo real, como la socialdemocracia - cualquier gobierno que intervenga en la economía, sea de derecha, o militar, o confesional. Por tanto, prácticamente cualquier gobierno conocido en la historia, por ser intervencionista, pasa a ser socialista.
    Los efectos perniciosos del socialismo así definido consisten básicamente en que al impedir el libre ejercicio de la función empresarial o acción humana se está bloqueando la posibilidad de coordinación social, y aún peor, la generación y uso de informaciones imprescindibles en el sistema económico. El gobierno socialista pretende sustituir los planes individuales por un plan general, pero carece de la información necesaria para ello. Es que un gobernante no puede disponer de la información económica necesaria para la planificación. Es lo que se llama "el teorema de la imposibilidad del socialismo": El socialismo es un error intelectual imposible teórica y prácticamente.
    1º) El enorme volumen de información necesario no puede ser gestionado por la mente de una única entidad o comité en un tiempo limitado;
    2º) La información necesaria es de carácter subjetivo, está dispersa en la mente de muchos individuos y además tiene un carácter tácito, no articulable.
    3º) En cualquier caso, el carácter dinámico de los procesos económicos, impide que el gobernante disponga de información que aún no ha sido creada.
    4º) Finalmente, el propio carácter coactivo de la intervención en el sistema económico distorsiona, corrompe, dificulta o simplemente imposibilita la generación y transmisión de la información necesaria.

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  51. El masónico Kadosch transforma en héroes a los regicidas y en mártires a los asesinos de sacerdotes. Esto se supone venga a las víctimas del despotismo civil y militar y de la intolerancia religiosa. Es el puñal de Kadosch la fuerza masónica para hacer la guerra a reyes, a sacerdotes y los católicos por todos los medios, cualquiera que estos sean. Es el triunfo de la justicia masónica.
    Combatir hasta el último trance y sin cesar toda injusticia y toda opresión que procedan de Dios, del Rey o del Pueblo.
    Desprecio a la corona real como emblema de la tiranía licenciosa e irresponsable, en su nombre, forma y manifestación, y como menosprecio de la humanidad a la tiranía y el despotismo porque sólo la soberanía del pueblo tiene derecho a sus homenajes.
    Rechazo a la tiara pontificia, no como símbolo de una fe, sino como emblema de la ambición altiva y perversa y de la impostura que esclavizan al hombre por el temor y lo embrutecen por la superstición, y porque protegen la ignorancia y son fieles aliados del despotismo.
    Propone una unión indisoluble contra los abusos del gobierno, del sacerdote y del demagogo, para aniquilar la ambición, la rapacidad, el fanatismo y la superstición.
    Se declara enemigo a muerte de los gobernantes, la opresión de los privilegiados y la tiranía de los eclesiásticos, asesinos de la libertad de pensamiento, de la libertad de palabra y de la libertad de conciencia.
    Gnosticismo puro, alma y médula de la Franc-Masonería. Acción práctica para la consecución material de los triunfos de la doctrina gnóstica y liberal.

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  52. Desafortunadamente, no se comprende demasiado bien que del mismo modo que el Estado no tiene dinero propio, tampoco tiene poder. Todo el poder que posee es el que le aporta la sociedad, más el que éste confisca de cuando en cuando con un pretexto u otro; no hay otra fuente de donde obtener poder. Por lo tanto, cada toma de poder, bien por un motivo o por el otro, le resta poder a la sociedad, de tal forma que no hay ni puede haber un fortalecimiento del poder estatal sin la correspondiente disminución del poder social. Además, con el ejercicio del poder estatal, no solo disminuye el poder social en la misma medida, sino la manera de ejercerlo.
    Con el viejo truco de convertir cada eventualidad en una fuerza para aumentar el gobierno, de hecho - excepto para ciertas empresas institucionales tales como los asilos, manicomios, hospitales y albergues - la miseria, el desempleo, la depresión y males similares no han sido de la incumbencia del Estado, pero han sido aliviadas por el uso del poder social. El efecto que se establece en la balanza entre el poder estatal y el social es claro, y también su efecto de adoctrinamiento general con la idea de que el ejercicio del poder social no se necesita en dichos temas. De este modo, el cambio progresivo del poder social al estatal resulta aceptable. Así el Estado ha convertido esos temas en puro negocio, y ha confiscado el poder social necesario para afrontarlo.
    Cuando el Estado interviene para fijar precios o salarios, de algún modo le dice al empresario que no está ejerciendo el poder social de manera correcta, así que se lo confisca y lo ejerce del modo que considera más oportuno.
    El proceso de convertir el poder social en poder estatal puede verse desde los casos más simples donde la intervención estatal es directamente competitiva. La acumulación de poder estatal en distintos países ha sido tan rápida y diversificada en los últimos veinte años que ahora vemos al Estado funcionando de telegrafista, telefonista, vendedor de cerillas, operador de radio, fundidor, ferroviario, propietario, conductor de trenes, vendedor de tabaco al por mayor y al por menor, constructor y propietario de barcos, farmacéutico, constructor portuario, constructor de viviendas, profesor, vendedor de prensa, suministrador de comida, agente de seguros, etc.
    Es obvio que los distintos modos privados de estas empresas tienden a menguar en proporción al aumento de la energía de las intrusiones estatales, pues el poder social siempre está en clara desventaja frente al estatal, ya que el Estado puede sentar los términos de competición que le convenga, incluso hasta el punto de ilegalizar cualquier ejercicio de poder social; en otras palabras, ejerciendo un completo monopolio. Hay montones de ejemplos de esto. El poder social se ve maniatado por el simple decreto de aplicar esta forma de negocio, a pesar de poder hacerlo más barato y en general mucho mejor. Las ventajas de este monopolio a favor del estado son peculiares. Nadie más, probablemente, puede asegurar una clientela tan enorme y bien distribuida, y bajo la apariencia de un servicio público usado por una cantidad enorme de gente; éste puede poner a los responsables y agentes del Estado hasta en la sopa.

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    1. Cada contingencia el Estado la convierte en una fuente para acumular poder, siempre a expensas del poder social, siendo de este modo que la gente desarrolla su hábito de conformidad. Las nuevas generaciones surgen adaptadas, mejor dicho, condicionadas por el crecimiento del poder estatal, lo que lleva a la gente a considerar que el proceso de acumulación continua sigue su curso. Todas las voces institucionales del Estado se unen para confirmar esta tendencia y exhibir la conversión progresiva del poder social en poder estatal, no sólo como normal, sino incluso como algo honesto y necesario para el bienestar público.
      El Estado siempre, de modo instintivo, convierte cada problema en un mecanismo para acelerar la conversión del poder social en estatal, y a través del mundo, el Estado se ha fortaleció tremendamente a costa de la sociedad.
      Es cada vez mayor el enorme grupo de presión formado por los más desfavorecidos y por los subsidiarios, políticamente organizados, que recibirán subsidios de manera indirecta, en vez de directa, porque el interés del Estado no puede seguir el ritmo de las masas reivindicativas y saquear sus propios fondos públicos. El método de subsidio directo, o mera compra de efectivo, deja paso al método indirecto que se conoce como ‘legislación social’, esto es, un sistema múltiple de pensiones, seguros e indemnizaciones estatales de distinto tipo. Esto representa una retrocesión aparente, y ¿tiene como consecuencia una disminución del poder estatal para favorecer el social? Está claro que no, sino todo lo contrario. Tiende a consolidar firmemente esa porción específica del poder estatal, y le da vía libre para aumentarlo sin límite por medio de la invención de nuevos cursos y desarrollos de la legislación social, administrada por el Estado, lo que es una tarea de lo más simple. Cualquier cosa que tenga valor merece la pena si el efecto de la legislación social progresiva sobre el total de la estatal fuera desfavorable o nula, y apenas habría políticos embarcados en una empresa ni remotamente parecida.
      En realidad, es de este modo que los colectivistas pretenden conseguir su objetivo, siendo su meta la extinción completa del poder social por la absorción del Estado. Su doctrina fundamental fue formulada y dotada a través de una sanción cuasi-religiosa por los filósofos materialistas, y entre la gente que la han aceptado con todas sus consecuencias, se expresa en fórmulas casi idénticas a las suyas. Así, por ejemplo, cuando el nacional socialismo dice que ‘el Estado domina la nación porque la representa’ sólo está traduciendo al lenguaje popular la fórmula de Hegel de que ‘el Estado es la sustancia general, mientras que los individuos son meros accidentes’. O cuando el fascismo reza aquello de ‘todo por el Estado; nada aparte del Estado; nada en contra del Estado’, está aplicando la doctrina de Fichte de que ‘Estado es la fuerza superior, última y sobre todo absolutamente independiente’.
      Ello resalta la identidad esencial de las distintas formas de colectivismo, que sólo se fija en la base constante sobre la que ocurre la conversión completa del poder social en poder estatal, cuando invocando el misticismo inmoral y embaucador para acelerar el proceso, se reconoce de forma inmediata la fórmula de Hegel que ‘el Estado encarna la idea divina sobre la Tierra’.

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    2. El Estado lo abarca todo, y nada tiene valor fuera del Estado. El Estado crea la razón! Según Hegel ‘el Estado sólo posee derechos, porque es el más fuerte.’ La cuestión reside en la relación entre la teoría y la práctica real de los asuntos públicos. A la racionalización de la conducta en general se prefieren las emociones, lo que muestra indiferencia frente a la teoría de las cosas mientras pueda poner a prueba sus fórmulas y escuchar cantos celestiales, toda inconsistencia práctica pasa desapercibida o no se reconoce como tal, o igual a la moral de un ejército desfilando, cual criatura del momento.
      Lo propio es no razonar sobre el porqué, y someter la conducta a la emoción, y cuanto más se someta, mejor; esto se promociona por medio de parafernalias de bombo y platillo, banderas, música, uniformes, adornos, y el cultivo cuidadoso de todo tipo de camaradería. En toda relación ‘con la razón de cada cosa’, en la habilidad y el entusiasmo, ‘por ver las cosas tal y como son’, la mentalidad de un ejército desfilando sólo representa una adolescencia tardía; continúa siendo incorregible y declaradamente infantil.
      El estado de los asuntos públicos en todos los países, ha hecho algo más que someter al escrutinio la práctica actual de la política, el carácter y la calidad de los representantes políticos. Éste ha sido útil a la hora de dirigir la atención hacia una institución donde todos los modos son, desde un punto de vista teórico, manifestaciones indiferentes. Ello sugiere que la finalidad no reside en la consideración de la especie, sino del género; que no reside en las señas características que diferencian un estado republicano, un estado monocrático, constitucional, colectivista, totalitario, hitleriano, bolchevique, o lo que fuere. Todo ello queda confinado en el concepto de Estado mismo.

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    3. Siendo el orden y el proceso espontáneos los que activan en una sociedad de mercado la inventiva que nos es innata, el socialismo implica la coacción sistemática contra la acción humana, y su característica esencial es la de basarse en la agresión o interferencia institucional sistemática contra el derecho de propiedad del cuerpo social, por mínima que ésta sea – intervencionismo estatista que con independencia de cuál sea su grado, clase o motivación, inexorablemente habrá de producir todos los efectos perversos típicos del socialismo, como utilización de la violencia que encarna el Estado y de su ineficiencia por falta de información.

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    4. Así se establece la distinción entre sociedad y gobierno. Mientras la sociedad es una bendición en cualquier estado, el gobierno, incluso en su mejor estado, no es sino un mal necesario; en su peor estado, algo intolerable. El gobierno resulta un modo que se considera necesario debido a que la virtud moral es incapaz de gobernar el mundo.
      El origen del gobierno yace en la comprensión y el acuerdo común de la sociedad, y el diseño y fin del gobierno es la libertad y la seguridad.
      Teleológicamente, el gobierno pone en marcha el deseo común de la sociedad, en primer lugar, por la libertad; en segundo lugar, por la seguridad. Pero sin ir más allá, el Estado no contempla una intervención positiva sobre el individuo, sino una negativa. El código de gobierno debería basarse en una tarea meramente negativa a la hora de garantizar que se cumplan las normas, distintas en origen, en intención, en función primaria, y en el orden de intereses que reflejan.
      Las normas no se originan en la comprensión y acuerdo común de la sociedad, sino en la conquista y el espolio. Su intención, lejos de contemplar la libertad y la seguridad, no tenían en cuenta nada por el estilo. Contemplaban primariamente la explotación económica constante de una clase por parte de la otra, dando tanta la libertad y seguridad como fuera posible sin perder de vista este objetivo principal. Su función o ejercicio primario no consistía en las intervenciones puramente negativas sobre el individuo, sino en innumerables intervenciones positivas con el objetivo de estratificar la sociedad en una clase explotadora y en otra dependiente y carente de propiedades. El orden de intereses que ésta reflejaba no era social, sino puramente antisocial; y aquellos que la administraban, llevados por la ley habitual según se aplicaba a las personas individuales, no se diferenciaban de la clase criminal.
      Claramente, hay que tener en cuenta dos tipos distintos de organización política; y cuando se tienen en cuenta sus orígenes, es imposible distinguir si una es una burda copia de la otra. Por lo tanto, al incluir ambos tipos bajo el nombre común de gobierno surgen problemas obvios e insolubles.

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  53. Por tanto, el problema básico que plantea el Estado no es si se encuentra ‘democráticamente’ organizado, sino el grado de extensión y profundidad con que ejerce la coacción sistemática contra la libre interacción social.
    Siempre y en todas partes se observa el hecho de la obediencia civil. El orden emanado del Poder obtiene la obediencia de los miembros de la comunidad. Cuando el Poder se dirige a un Estado extranjero, su fuerza está en la capacidad que tiene para hacerse obedecer, para procurarse por medio de la obediencia los medios que precisa para actuar. Todo descansa sobre la obediencia. Conocer las causas de esa obediencia equivale a conocer la esencia sobre el poder. Por lo demás, la experiencia demuestra que la obediencia tiene unos límites que el Poder no puede traspasar, que existen también límites a la parte de los medios sociales de que puede disponer. Estos límites varían a lo largo de la historia de una sociedad. La proporción de medios sociales de que el Poder puede disponer es una cantidad en principio mensurable. Esta cantidad está estrechamente ligada a la porción de obediencia, por lo que es perfectamente lógico que estas cantidades variables denoten la porción de Poder. Cuanto más completamente puede el Poder controlar las acciones de los miembros de la sociedad y apoderarse de sus recursos, mayor es su extensión. Estas variaciones de la extensión del Poder en función de la edad de una sociedad podrían, en principio, representarse por medio de un gráfico de frecuencia. Por lo demás, la historia humana, en la medida en que nos es conocida, consiste en la yuxtaposición de las historias sucesivas de «grandes sociedades» o de «civilizaciones» compuestas de sociedades más pequeñas arrastradas por un movimiento común. Pero lo importante es conocer la relación, en términos generales, existente entre el Poder y la sociedad.

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    1. El Poder es por naturaleza fatalmente egoísta. Adquiere una naturaleza social como solución irracional en la complexión real del Poder, ambas naturalezas forzosamente asociadas. Sea cual sea la forma y el espíritu con que ha sido creado, es un compuesto que, a imagen del hombre, reúne en sí dos naturalezas contradictorias, combinación, en las mismas o diferentes proporciones, de dos principios orgánicamente puros, el egoísmo y el socialismo del aparato de gobierno.
      Toda ciencia naciente debe servirse de nociones abstractas. Pero sobre el poder las nociones abstraídas son imágenes que la memoria propone y colorea, mantenidas indeterminadas para que puedan admitir la inclusión de otras imágenes que hay que mantenerlas en su indefinición y cuyo denominador común deben proporcionar la busca en la sociedad de su exacto equivalente y que se sirven del Poder para disfrutar y enriquecerse. Su acumulación de tributos equivale a nuestros impuestos. El soberano engulle estas riquezas, que comparte con quienes le ayudan a gobernar y que son el exacto equivalente de nuestro cuerpo administrativo y nuestra fuerza pública. Hay, pues, una «comunidad» interesada en extender los tributos, colectividad en la que los gobernados pagan impuestos, muchos de los cuales el soberano emplea en forma de prebendas entre aquellos cuyo apoyo consolida y cuya defección comprometería su autoridad. No otra cosa es lo que hoy se entiende por redistribución de las rentas por medio de la fiscalidad para atraer a sus partidarios con los beneficios que otorga. Pero ¿acaso esta interpretación egoísta del tributo no interviene como útil correctivo de la concepción socialista que generalmente se proclama? ¿Es cierto que el ritmo del aumento de los impuestos no hace sino seguir fielmente el progreso de las necesidades sociales? ¿Es cierto que la única preocupación que preside la generosidad pública es la justicia social y nunca el interés de la facción que gobierna? La imagen del funcionario admirablemente desinteresado y entregado al servicio del interés público - uno de los tipos humanos más exentos de apetitos materiales que ofrece nuestra sociedad - se yergue aquí en la utopía, confirmación que no encuentran cada vez que el Poder cambia de mano, y conquistado por un partido como un festín en el que los recién llegados se disputan los puestos para desde allí arrojar las migajas a sus conmilitones, incluso cuando este cambio tiene por objeto declarado el triunfo del principio social, en imágenes que combinan la representación en relieve de una muy diferente realidad.

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  54. El testimonio positivo de la historia es que el Estado tiene su origen indiscutible en la conquista y la confiscación. Ningún Estado primitivo conocido se originó de otro modo. Desde un punto de vista negativo, se ha demostrado más allá de toda duda ningún Estado pudo surgir de otro modo. Además, la característica invariable del Estado es la explotación económica de una clase por parte de otra. En este sentido, cada Estado conocido es un Estado de clase.
    El Estado, en relación a su origen, es una institución donde un grupo dominante ejerce presión sobre otro reprimido, con el único objetivo de sistematizar la dominación del reprimido por el dominante, y protegerse al mismo tiempo de la insurrección interna y externa. Este control no tiene más objetivo que la explotación económica del grupo reprimido por parte del victorioso. Las naciones en general irán a la guerra cuando consideren que hay algo que obtener. Cualquier botín económico, o cualquier fuente de recursos naturales, es un incentivo para la conquista. La técnica primitiva era la de saquear las posesiones deseadas, apropiándoselas por completo, bien aniquilando a sus dueños, bien dispersándolos a una distancia conveniente. Sin embargo, pronto fue considerado más provechoso someter a los dueños y utilizarlos como mano de obra; y la técnica primitiva fue modificada. Bajo circunstancias especiales, en las que esta explotación no podía o no merecía la pena llevarse a cabo, se aplicaba la técnica primitiva modificada que se ha utilizado casi desde el principio, y que en todas partes marca el origen del Estado.
    En efecto, la técnica modificada siempre prevalece. En todas partes observamos un grupo militante de hombres fieros asaltando la frontera de algún pueblo pacífico, sometiéndolo y estableciendo el Estado, ocupando ellos el puesto de la aristocracia. Por todas partes encontramos el mismo sistema de organización política con el mismo origen, y con la misma finalidad, a saber: la dominación económica de un grupo derrotado por parte de otro conquistador.
    En todas partes donde la explotación económica no ha podido llevarse a cabo, sea por la razón que fuere, el Estado nunca ha llegado a existir; el gobierno sí, pero no el Estado. Por razones similares los campesinos primitivos nunca formaron un Estado. Las ganancias económicas de sus vecinos eran tan inapreciables y perecederas como para resultar interesantes; y especialmente con la abundancia de tierra libre, la esclavitud de sus vecinos era imposible, aunque sólo fuera por el problema policial que ello implicaría. Así se puede apreciar bien la gran diferencia entre la institución del gobierno y la institución del Estado. El Gobierno puede haber sido concebido según la teoría, mientras que la del Estado no sólo no se originó nunca de ninguno de esos modos, sino que no lo habría hecho así jamás. La esencia y el objetivo del gobierno tiene una raíz social. Basándose en la idea de los derechos naturales, el gobierno le asegura al individuo esos derechos por una intervención estrictamente negativa, haciendo justicia de manera gratuita y de fácil acceso y no va más allá.

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    1. El Estado, por otro lado, tanto en su origen como en su objetivo primario, es puramente antisocial. No se basa en la idea de los derechos naturales, sino en la idea de que el individuo carece de derechos excepto los que le dé provisionalmente el Estado, que siempre ejerce la justicia a un alto precio y es difícil acceder a ella, y siempre se ha puesto por encima de la justicia y de la moralidad común cuando ha podido sacar algún tipo de beneficio. Hasta ahora, de promocionar un desarrollo completo del poder social, el Estado ha convertido cada eventualidad en una fuente de reducción del poder social y aumento del estatal. Ni se puede decir que el Estado haya mostrado alguna disposición para suprimir el crimen, pero sí para salvaguardar su propio monopolio del crimen con una crueldad desmedida. Cada vez que se analiza un Estado y un momento de su historia, no se aprecian diferencias entre las actividades de sus fundadores, administradores y beneficiarios y las de los criminales profesionales.

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    2. El Republicanismo permite que el individuo se convenza de que el Estado es su creación, que la acción estatal es su acción, que cuando se expresa habla por su boca, y que cuando se le glorifica, él mismo se glorifica también. De ahí la fe perenne del pueblo por el Estado, consciente de que es el instrumento más eficiente para aumentar su propio prestigio. La frase de Abraham Lincoln ‘del pueblo, por el pueblo, para el pueblo’, fue probablemente el golpe de propaganda más efectivo que se llegó a hacer a favor del prestigio del Estado republicano. Así, el tipo de ideas previas que posee el individuo le inclinan con bastante fuerza a ofenderse ante la sugerencia de que el Estado sea antisocial por naturaleza. Éste observa sus fallos y actos ilícitos con el ojo de un padre, dándole el beneficio de un código ético especial. Es más, siempre tiene la esperanza de que el Estado aprenderá de sus errores y mejorará. Teniendo en cuenta que su técnica con objetivos sociales es torpe, derrochadora y cruel, incluso confesando que donde quiera que esté el Estado, siempre se da villanía, no hay motivo para que, con más experiencia y responsabilidad, el Estado no mejore. Algo semejante parece ser la premisa básica del colectivismo. Dejemos que el Estado confisque todo el poder social, y sus intereses se igualarán a los de la sociedad. Teniendo en cuenta que el Estado tiene un origen antisocial, y que ha mantenido un carácter antisocial a lo largo de toda su historia, dejemos que se extinga el poder social por completo, y éste cambiará su carácter; se mezclará con la sociedad, y por lo tanto se convertirá en un órgano eficiente y altruista de la misma. El Estado histórico, en resumen, desaparecerá, y quedará solo el gobierno. Es una idea atrayente; la esperanza de llevarlo a la práctica es lo que, sólo hace unos pocos años, convirtió ‘al experimento ruso’ en algo tan irresistiblemente fascinante ante los espíritus generosos que se sintieron agobiados por el Estado. Un examen más detallado de las actividades del Estado, sin embargo, demostrará que esta idea, por muy atractiva que parezca, se hace añicos contra la ley de hierro de la economía fundamental de que el hombre siempre tiende a satisfacer sus necesidades y deseos siguiendo la ley del mínimo esfuerzo.

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    3. El Estado feudal y el mercantil, allí donde se encuentren, simplemente adoptaron y desarrollaron sucesivamente el sistema heredado de explotación que el Estado esclavista primitivo les había legado; se trata en esencia de simples síntesis aglutinadoras del Estado primitivo. El Estado, entonces, tanto primitivo, como feudal o mercantil, es la organización de los medios políticos. Y ya que el hombre tiende a satisfacer sus necesidades y deseos empleando el mínimo esfuerzo, éste utilizará los medios políticos cuando pueda, no de manera exclusiva si se puede evitar, sino asociando estos con los medios económicos. El político hoy día dispone de acceso al sistema moderno estatal de explotación; al sistema de tarifas, concesiones, el monopolio de la renta, y demás. El determinar que este es su instinto más básico es algo que se pone en evidencia por la observación. Pero este instinto sólo se podrá patentizar cuando sea posible la organización del medio económico, es decir, sólo mientras sea tarea del Estado burocrático la de ser distribuidor de ventajas o excepciones económicas y ser árbitro de la explotación. Un estado proletario, al igual que el mercantil, sólo cambiaría el foco de la explotación, y no hay fundamento histórico que haga presumir que un estado colectivista bajo cualquier etiqueta se diferenciaría en lo esencial de sus predecesores. El materialismo colectivista se ha resuelto con el surgimiento de un estado burocrático altamente centralizado sobre las ruinas de otro, dejando el sistema de explotación intacto y listo para ser utilizado de nuevo. La expectativa de que el colectivismo altere el carácter esencial del Estado es mera ilusión. Así, los resultados a los que se llegan por medio del método histórico, refuerzan todas las consideraciones hecha contra las intrusiones estatales en el poder social, y concluye que, en las organizaciones estatales, la corrupción es inevitable - vilescit origine tali.
      Queda patente la chocante disparidad entre la ética del Estado y la ética privada. El estatismo representa la forma más elevada de violencia y acción directa cuando estas actividades se normalizan, y el método histórico hace ver en el instante que su definición sería precisamente la que cualquiera podría sacar a priori frente a estos hechos. Además, establece un dato importante, que la reducción del poder social por parte del estado no se puede comprobar hasta que no se ha llegado a cierto punto en el proceso. La historia no muestra un ejemplo donde, una vez sobrepasado este punto, esta reducción no haya terminado en un completo y permanente colapso. En algunos casos, la desintegración es lenta y dolorosa. Algo es seguro - que la velocidad a la que se aproxima el mundo a ese punto ha aumentado mucho.

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  55. Con el Estado mercantil la política está al alcance de cualquiera, y quien tenga la determinación necesaria puede ejercerla. Como consecuencia surgió una clase de gente cuya principal preocupación consiste en beneficiarse de esta oportunidad. Todo lo que les interesa es abandonar los medios económicos tan pronto como pueden, aunque sea a costa de sacrificar el propio carácter o la consciencia, y vivir de la política. Desde el comienzo, esta determinación ha sido universal, rayando en la monomanía, y se cuaja por el régimen dominante, para el cual el régimen de contrato resulta adverso, incluso destructivo, no obstante, quedan aún vestigios de ello entre los pueblos con larga tradición de régimen de clase social.
    Esto legaba como función ‘del pueblo’, en última instancia, a los políticos encargados de establecerla. Había gran disensión sobre su forma, pero no sobre su naturaleza. Ésta debería ser en esencia la sucesora del Estado mercantil existente. No se contemplaba la idea de establecer gobierno, que es una institución puramente social sin más objetivo que el de asegurar los derechos individuales del individuo; o que no debería tener en cuenta nada al margen de la preservación de la libertad y la seguridad, una institución que no realizaría ninguna intervención positiva de ningún tipo sobre el individuo, pero que se dedicaría exclusivamente a las intervenciones negativas para preservar el mantenimiento de la libertad y la seguridad.
    La idea era perpetuar una institución de otro tipo distinto por completo, el Estado, para la organización de la política; y así se hizo. Nadie conocía otra forma de organización política. Se entendía que las razones del descontento eran debidas a una mala administración, culpable e interesada, pero no a la naturaleza esencialmente antisocial de la institución administrada. Las quejas se dirigieron contra los administradores, no contra la institución en sí. Surgió un violento desagrado hacia la forma institución monárquica, pero ninguna desconfianza o sospecha hacia su naturaleza. El carácter de Estado nunca fue sometido a un escrutinio. Se puede apreciar un paralelismo aquí con los movimientos revolucionarios contra la Iglesia del siglo XVI, y, de hecho, con los movimientos revolucionarios en general. Estos son instigados por abusos y actos ilícitos, más o menos específicos y siempre secundarios, y su intención no deja de ser rectificarlos o vengarlos, normalmente por medio del sacrificio de cabezas de turco visibles. Nunca se examina la filosofía de la institución que da juego a estos actos ilícitos, cosa esta que los hacer recurrir bajo otras formas y auspicios, o si no lo hacen, su lugar es ocupado por otros que son de carácter similar. Así, el fallo evidente de la reforma y los movimientos revolucionarios a largo plazo se puede deber a su superficialidad incorregible.

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  56. La persistencia de una institución se debe únicamente a la opinión que se tenga de ella, o la forma en el que los hombres habitualmente piensan en ella. Mientras dicho modo sea favorable, la institución vive y conserva su fuerza; y cuando por cualquier motivo los hombres dejan de pensar de ese modo, ésta se debilita y queda inerte. Tiempo atrás, fue la concepción sobre el lugar que ocupa el hombre en la naturaleza lo que otorgó a la cristiandad organizada el poder suficiente para controlar la mente del hombre y dirigir su conducta; y este poder se ha reducido hasta casi desaparecer debido a que los hombres en general dejaron de pensar de ese modo.
    La persistencia de nuestro sistema económico, inestable y perverso como es, no se debe al poder del capital acumulado, a la fuerza de la propaganda o a cualquier fuerza o combinación de ellas a las que normalmente se le achaca la culpa. Ello se debe solamente al modo que tienen los hombres de pensar sobre el derecho al trabajo; que consideran como algo dado. No existe otra idea sobre esto más que ésta: que la oportunidad de aplicar trabajo y capital a las fuentes naturales para la producción de riqueza no es bajo ningún concepto un derecho, sino una concesión. Esto es lo que mantiene vivo a este sistema. Cuando los hombres dejen de pensar de ese modo, el sistema desaparecerá, y no antes. Parece bastante claro que los cambios de modo de pensar que afectan a una institución no suceden de manera directa. Se producen de formas oscuras y enrevesadas, y con la ayuda de una serie de circunstancias que a simple vista parecerían no tener relación, y su efecto erosivo o disolvente es por lo tanto bastante impredecible. Un impulso directo encaminado a efectuar estos cambios no lleva a ninguna parte, o retrasa la mayor parte de las veces. Son más bien fruto del trabajo de esas agencias desapasionadas e imperturbables de lo imponderable que, a pesar de cualquier esfuerzo por ignorarlas o apartarlas violentamente, a la larga volverían para abortar su fruto.

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    1. El origen de tal actitud mental, de la forma de pensar que todo el mundo tiene sobre del Estado, lleva este fenómeno psíquico. En vez de reconocer al Estado como ‘el enemigo común de todo hombre trabajador y de bien’, el individuo, con raras excepciones, lo considera no sólo una entidad final e indispensable, además, principalmente, beneficiosa. El hombre-masa, sin saber nada de su historia, define su predisposición y carácter como el de un ser social más que antisocial; y en esa creencia desea poner a su disposición un crédito infinito de trucos, mentiras y mal juicio para que sus administradores se sirvan de ello a placer. En vez mostrar repugnancia y resentimiento frente a la progresiva absorción del poder social por parte del Estado, tal y como cabría esperar ante las actividades de una organización criminal, el hombre le apoya y glorifica al creerse de algún modo identificado con el Estado; y así, al estar de acuerdo con su glorificación, éste pasa a formar parte de algo mayor y se engrandece a sí mismo.
      El hombre de masas, al enfrentarse al fenómeno del Estado, lo ve, lo admira, sabe que está ahí; ve en el Estado un poder anónimo, y como él mismo se siente anónimo también, cree que el Estado le pertenece. Cuando en la vida pública de un país surja alguna dificultad, conflicto o problema, el hombre de masas pedirá que intervenga el Estado de inmediato y lo solucione haciendo uso de sus medios y recursos inagotable. Cuando la masa sufre alguna desgracia o simplemente desea algo con fervor, se agarra a la posibilidad de tener algo seguro y obtenerlo todo sin esfuerzo, lucha, duda o riesgo, simplemente pulsando un botón y poniendo la gran máquina del Estado en marcha. Es el origen de esta actitud, de este estado mental, y las conclusiones a las que se llega de manera de forma inevitable en el mantenimiento de esta actitud incuestionable y hostil, lo que obviamente da vida y la fuerza al Estado; y no cabe duda de que también se trata de algo tan habitual y extendido que uno bien puede darle el nombre de universal; una actitud ésta que nada ni nadie puede cambiar o esperar educar. Esta actitud sólo puede debilitarse o minarse en el curso de una experiencia inagotable, un camino marcado por repetidas calamidades y desastres. Cuando el predominio de esta actitud en cualquier civilización se convierte en la norma, todo lo que se puede hacer es dejar que la cosa siga su curso y cumpla su objetivo. Consciente de que tras esto no queda nada por hacer, el resultado de esta tendencia será fatal. El intervencionismo de Estado hará que se rompa de forma repetida la acción social espontánea; y no podrá fructificar ya más semilla alguna. La sociedad tendrá que vivir para el Estado, el hombre para la máquina gubernamental. Y, como después de todo, no deja de ser más que una máquina, cuya existencia y mantenimiento depende de los apoyos vitales que la rodean, el Estado, después de succionar toda la sustancia vital a la sociedad misma, se quedará él mismo sin sangre para acabar como un esqueleto, difunto y cubierto por el óxido de la máquina, que es una muerte más espantosa que la muerte de un organismo vivo. Esta fue la suerte lamentable que corrió la civilización antigua.

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    2. Las plataformas de partido, con su jerga, no son más que mera charlatanería, y las promesas de campaña son palabrería. La práctica cotidiana de la política es invariablemente oportunista, en otras palabras, siempre adaptables a la función primaria del Estado, y es por esta razón sobre todo que el servicio estatal ejerce su atracción más poderosa en las capas más bajas y ávidas de la sociedad.
      El mantenimiento de este sistema de fetiches, sin embargo, mejora la visión actual del estado en general. Desde este punto de vista, el Estado se presenta como preocupado, profunda y desinteresadamente, por los grandes principios de acción; por consiguiente, además de su prestigio como institución pseudo social, adquiere el prestigio de una autoridad moral, deshaciéndose de este modo del último vestigio de la doctrina de los derechos naturales al extenderlo con la cal viva del legalismo; todo lo que sancione el Estado es correcto. Este doble prestigio aparece normalmente exagerado por muchas agencias, por un sistema estatal de educación, por un púlpito deslumbrado por el Estado, por una prensa ostentosa, por un alarde caleidoscópico constante de pompa y platillo, y por todos los innumerables mecanismos para hacer campaña electoral. Estos últimos toman posición de forma invariable sobre las bases de algún principio de aspecto imponente, como testigos a favor de la ‘constitución’. De hecho, estos modos populares de atracción en plena campaña son lo que se denominó modos impostores, y su uso pone en evidencia una única cosa; señala un estado de aprensión, tanto de temor como de expectativa, como podría ser el caso en relación con el acceso a los medios políticos. Una vez que se amenaza con limitar o frenar este acceso, los intereses bajo amenaza inmediatamente sacan a relucir la deteriorada afición infecciosa de los ‘derechos de estado como un retorno a la constitución’, y lo someten a sus movimientos galvánicos. Que la incidencia de explotación muestre la más mínima señal de cambio y se oirá de inmediato los clamores interesados de que la democracia está en peligro, y que los logros de la civilización sólo se deben a una política basada en su fuerza. El resultado general de todo esto es que hay políticos de todas las escuelas y tipos comportándose con la depravación obscena de los degenerados; como bandas escurridizas que lo infectan todo, cada grupo intenta culpar al otro de sus travesuras públicas. En otras palabras, se comportan de un modo estrictamente histórico. La distinción moral compleja entre el Estado y la burocracia carece de fundamento. El Estado no es una institución social administrada de un modo antisocial. Es una institución antisocial, administrada como sólo puede ser administrada una institución de este tipo, y por la persona que, dada la situación, se adapte mejor a ese servicio.

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    3. La conquista del poder cultural es previa a la conquista del poder político, y esto se logra mediante la acción concertada de ‘intelectuales orgánicos’ infiltrados en todos los medios de comunicación, de expresión y universidades.
      La opinión pública es el contenido político de la voluntad social que podría ser discordante. Por eso existe la lucha por el monopolio de los órganos de opinión pública: periódicos, partidos políticos y parlamento, de modo que una sola fuerza modele la voluntad política general, convirtiendo a los disidentes en una rémora individual e inorgánica, al vincular puntos de contacto entre la sociedad y el Estado - entre el consenso y la fuerza - que adecuen la opinión pública a la acción coactiva centralizada.

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  57. El Estado en auto-exaltación promueve la firme política estatal de intervención, exacción y despilfarro. Cada intervención estatal provoca otra, y ésta a su vez a otra, y así sucesivamente; y el Estado se erige siempre listo e ilusionado para realizarlas bajo el velo interesado de personas que las muestran como necesarias. A veces el tema es simple desde el punto de vista social, y carente de cualquier rasgo de carácter político. Por propia conveniencia, sin embargo, surgen otras complicaciones, que de forma inmediata también se quieren explotar, lo cual se hace, y luego otro, y otro, hasta que las rivalidades y conflictos de intereses desembocan en un desorden más o menos general. Cuando esto sucede, lo lógico, obviamente, es retroceder y dejar que el desorden se asiente de manera más lenta y menos problemática posible, aunque de forma efectiva, dejando que la naturaleza siga su curso. Y, sin embargo, no es el cambio lo que se considera ni por un instante; la más mínima sugerencia sería considerada una simple locura. En su lugar, los intereses desfavorecidos - siendo quizás poco conscientes de que el remedio es peor que la enfermedad, o en todo caso que no les importa -inmediatamente le piden al Estado que intervenga arbitrariamente entre la causa y el efecto, y que solucione el problema. El Estado entonces interviene imponiendo otro tipo de complicaciones sobre las primeras; la cuales, a su vez, resultan fáciles de explotar, con lo que surge otra demanda, y con ello otro tipo de complicaciones si cabe más complejas, que se imponen sobre las dos primeras, y así sucesivamente hasta que el desorden recurrente se hace tan agudo que le abre las puertas al oportunista político y estafador que, alegando la ‘necesidad’ que es la defensa del tirano, organiza un golpe de estado. Sin embargo, lo más normal es que el tema en cuestión se quiera resolver por medio de una intervención original del Estado, un reparto original de los medios políticos. Cada redistribución, tal y como ya hemos visto, representa una tentativa de robo a mano armada, una licencia para apropiarse de los productos de otro gratis. Por lo tanto, es lógico que en este orden de cosas el Estado apoye este tipo de licencias cuando éstas se presenten a través de una serie infinita de intervenciones para sistematizar y ‘regular’ su uso. Las constantes e innumerables intrusiones del Estado registradas en la historia de las tarifas, su impúdica y desagradable idiosincrasia, y el enorme y prodigioso aparato necesario para llevarlas a cabo, son claramente ilustrativas del punto en cuestión.
    Normalmente, se escuchan pocas complicaciones relativas a esta forma de empresa, a no ser que sean las relativas a la intervención primaria del Estado y su sistema de posesión de tierras en base al monopolio sobre los valores de renta y uso; y mientras este sistema esté en vigor, se requiere de incontables acciones coactivas para mantenerlo.

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    1. La ignorancia y el engaño en lo que a la naturaleza del Estado se refiere se mezclan con la debilidad moral extrema, un egoísmo miope y la mezquindad de los intereses humanos para permitir la conversión acelerada de poder social en poder estatal ya desde los orígenes de la independencia política. Se trata de una anomalía curiosa. El poder estatal tiene un historial imbatido de ser incapaz de hacer las cosas con eficiencia, ahorro, desinterés y honestidad, sin embargo, cuando surge la más ligera insatisfacción con cualquier ejercicio del poder social, se pide la ayuda del agente menos cualificado. Si el poder social dirige mal la práctica bancaria, en tal caso entonces, se deja que el Estado, que nunca se ha mostrado capaz de evitar que sus finanzas se hundan en el lodazal de los actos ilícitos, el despilfarro y la corrupción, intervenga para ‘supervisar’ o ‘regular’ todo el sistema bancario, o incluso dirigirlo. Si el poder social en este u otro caso echa a perder un negocio, entonces se deja que el Estado, que ha echado a perder cada negocio que ha tenido en sus manos, intervenga y se disponga a ‘regularlo’. Si el poder social ejerce un monopolio demoledor sobre la generación y distribución de la energía eléctrica–entonces se deja que el Estado, que permite y mantiene los monopolios, entre e intervenga con un esquema general para fijar los precios que causará más penas que glorias, o de otro modo competirá libremente; o, como apremian los colectivistas, se dejad que ejerza el monopolio centralizado.
      Desde que existe la sociedad ha reinado la decepción. No se puede confiar en la legislación, y sin embargo la confianza en la legislación apenas parece haber mermado. ¿Pero a quién se puede recurrir para librarnos de los abusos del poder social al margen del Estado? Esta pregunta parte del típico malentendido sobre la naturaleza del Estado cuando supone que éste es una institución social, mientras que es una institución antisocial; es decir, la cuestión se basa en el absurdo. Es cierto que la tarea del gobierno al mantener ‘la libertad y la seguridad para proteger estos derechos’ es recurrir a la justicia gratuita, fácil e informal; pero el Estado, por el contrario, se preocupa en primer lugar de la injusticia, y su función es mantener un régimen injusto; por consiguiente, como vemos a diario, su tendencia es apartar la justicia lo máximo posible y hacer que sea costosa e inaccesible. Se puede decir que mientras el gobierno se preocupa, dada su naturaleza, por la administración de la justicia, el Estado se preocupa, dada su naturaleza, por la administración de la ley que el mismo Estado diseña para sus propios fines.

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    2. Por lo tanto, no sirve de nada apelar al Estado, basándose en la justicia, pues cualquier acción que el Estado haga en respuesta estaría condicionada por sus intereses más primordiales, y el resultado sería una gran injusticia, tan grande como la que pretende corregir, o como es habitual, incluso mayor. La cuestión que el Estado puede de cuando en cuando verse persuadido a actuar de manera distinta a lo que se espera de él, lo que constituye una ligereza. Esto no deja de ser más que una petición arbitraria de intervenir en el orden de la naturaleza, un atajo para evitar el castigo que la naturaleza impone frente al error, premeditado o no, voluntario o involuntario, y la verdad es que ninguno de los intentos por tomar este camino ha resultado barato. Cualquier contravención de la ley natural, cualquier alteración del orden natural de las cosas, debe tener sus consecuencias, y la única vía de escape conlleva aún peores consecuencias. La naturaleza no distingue entre intenciones buenas o malas; lo único que no tolera es el desorden, y lo cierto es que ésta es de armas tomar a la hora de pasar factura. A veces lo consigue por métodos indirectos, dando a menudo rodeos o por medios imprevisibles, pero siempre lo consigue. Las cosas y acciones que realizamos son lo que son, y sus consecuencias serán las que tengan que ser; ¿por qué habríamos de querer entonces dejarnos engañar? Puede parecer que nuestra civilización sea muy dada a esta adicción infantil, dada a convencerse de que se pueden encontrar fórmulas que la naturaleza tolere, un mundo donde podamos salirnos con la nuestra; y se queja enormemente frente al hecho fehaciente de que no haya manera.
      Queda claro que quien se moleste en reflexionar sobre este tema, bajo un régimen de orden natural, es decir, bajo el gobierno que no hace intervenciones positivas de ningún tipo a título individual, sino sólo negativas en nombre de la simple justicia - no ley, sino justicia - los abusos del poder social se podrían corregir; mientras que sabemos por experiencia que las intervenciones positivas del Estado no los corrigen. Bajo un régimen de individualismo real, la libre competencia, un sistema de verdad basado en el laissez faire que, tal y como se ha visto, no puede coexistir con el Estado, el abuso serio o continuado del poder social sería prácticamente imposible.

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    3. Quizás en un futuro más o menos lejano, si el planeta sigue siendo habitable, se decrete que los beneficios que se obtiene de la conquista y la confiscación son demasiado costosos; pudiendo sustituir así al Estado por el gobierno, y suprimir los medios políticos, rompiendo con los fetiches que imprimen al nacionalismo y al patriotismo ese carácter execrable. Una medida aproximada de este futuro se puede estimar partiendo de las fuerzas que operan en su contra. La ignorancia y el error, que es en lo que se apoya el Estado para aumentar su prestigio, están en su contra, la bajeza del egoísta que antepone sus propósitos de la manera más ruin, va en su contra; la depresión moral, que lleva con paso firme a un punto de insensibilidad absoluto, está en su contra. ¿Se puede imaginar una combinación de influencias más poderosa, y qué se puede hacer ante dicha combinación? Junto a todo esto, que puede definirse como influencias espirituales, puede añadirse la arrogante fuerza física del Estado, que siempre está dispuesto para entrar en acción contra cualquier afrenta que se realice contra su honra. Pocos se dan cuenta del alcance y velocidad con la que el Estado se ha construido en los últimos años su aparato militar y de fuerzas de seguridad. El Estado se ha aprendido bien la lección de ‘pagar a los soldados y no preocuparse por otra cosa’. No puede haber una revolución mientras se siga este consejo; de hecho, no habido ninguna revolución en el mundo moderno desde 1848, y cada revolución se ha resuelto simplemente en otro golpe de Estado.
      La revolución no es posible en ningún lugar hasta que el ejército y las fuerzas policiales estén descontentos. Sumando la fuerza física del Estado con la fuerza de las poderosas influencias espirituales que lo respaldan, uno se pregunta de nuevo, ¿qué se puede hacer contra el crecimiento del Estado? Nada, simplemente. Lejos de aspirar a lo inalcanzable, nada se puede hacer. Éste sólo puede contemplar el destino de la civilización como ejemplo de la intolerancia incuestionable de la Naturaleza por el desorden, y al final, como ejemplo del castigo que inflige a cada intento de interferencia con el orden natural de las cosas.

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    4. El hecho de que al principio nuestra civilización haya podido abrazar al estatismo, bien por ignorancia, bien de forma deliberada, da igual. A la Naturaleza todo eso le da igual, pues no entiende ni de motivos ni de intenciones; ésta sólo se interesa por el orden, castigando a todo aquel que haga caso omiso frente a su repugnancia por el desorden, y garantizando que el orden natural de los acontecimientos al final siga su curso. La experiencia demuestra que el intento de anular, desviar o irrumpir en su orden propio tiene consecuencias, como un vapor que aparece de cuando en cuando y luego se desvanece. El curso de todas las civilizaciones fue el mismo. Conquista, confiscación, la erección del Estado; luego las secuencias de haber trazado el curso de su propia civilización; luego, la conmoción derivada de algún suceso que debilidad la estructura social que no pudo superar y de la que quedó demasiado desmembrada como para recomponerse; y después el fin.
      Sabemos que nuestra civilización llegará a esto, porque sabemos que nunca ha habido, no hay y ni podrá haber desorden alguno en la naturaleza; las cosas y las acciones son lo que son, y sus consecuencias serán lo que sean. Lo que nosotros y nuestros descendientes más inmediatos veremos es un firme progreso en el colectivismo abocado a un despotismo militar severo. Una mayor centralización, una creciente burocracia, el aumento del poder del Estado y la fe en su creciente poder, la pérdida de fe en el poder social y su decaimiento. Veremos al Estado absorber constantemente una mayor proporción del ingreso nacional, y a la producción languidecer, lo que hará que el Estado pase a ocuparse de industria tras industria, dirigiéndolas con su creciente corrupción, ineficiencia y prodigalidad, y finalmente recurrir a un sistema de trabajos forzados. Y entonces, en algún punto de este progreso, surgirá algún conflicto de intereses estatales, al menos tan intenso y general que dará lugar a un trastorno industrial y financiero tan grande como para que lo pueda soportar la debilitada estructura social, y de ahí el Estado quedará a manos de ‘la muerte oxidada de la maquina’ y las fuerzas anónimas que obligarán a su disolución serán insalvables.

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    5. En la literatura de finales del siglo XVII y principios del XVIII las palabras ‘democracia’ y ‘demócrata’ aparecen exclusivamente como términos de desprecio y reprimenda. Cumplieron su objetivo durante mucho tiempo tanto al igual que los términos ‘bolchevismo’ y ‘bolchevique’ lo hacen ahora. Por lo tanto, se tomaron para convertirse en lo que se denominó ‘términos impostores’ en nombre del orden político y económico existentes, como sinónimos de un republicanismo puramente nominal. Ahora se usan normalmente de este modo para describir al sistema político preponderante, y entones uno se pregunta cómo se lo tomarían nuestros intelectuales antepasados si pudieran oír alguna acusación política trilera por haber fundado ‘la gran y gloriosa democracia occidental’.

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    6. De todos los términos impostores del glosario político, estos son quizás los más insolentes, y su uso quizá el más infame. Nunca ha existido nada que se pareciera en lo más mínimo a la democracia, ni nada que se parezca a libre competencia, pues la existencia de la libre competición es obviamente incompatible con cualquier ejercicio de medios políticos, incluso los más débiles. Por el mismo motivo, ninguna política de individualismo firme tampoco ha existido; todo lo que ha hecho dicho individualismo para extinguirse es sacarle ventaja económica al Estado. Laissez faire se ha convertido en sinónimo de puro oprobio; los que lo usan no saben lo que es, o lo corrompen.

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  58. Disquisición sobre el gobierno - John C. Calhoun

    https://mcrcalicante.files.wordpress.com/2014/06/disquisicion-sobre-el-gobierno-john-c-calhoun.pdf

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  59. La Ley de Hierro de la Oligarquía | Dalmacio Negro

    https://youtu.be/JxHipaFAL0o

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  60. Nenhuma reforma pode remover os traços burocráticos dos órgãos do governo. É inútil culpá-los por sua lentidão e negligência. É inútil lamentar o fato de que a assiduidade, o cuidado e o trabalho árduo do escrivão médio são, em regra, inferiores aos do trabalhador médio em empresas privadas.
    Na ausência de uma medida inquestionável de sucesso e fracasso, é quase impossível para a grande maioria dos homens encontrar aquele incentivo para o esforço máximo que o cálculo financeiro dos negócios com fins lucrativos fornece facilmente.

    https://cdn.mises.org/Bureaucracy_3.pdf

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  61. ´No hay más que dos palabras en vuestra boca: fuerza y astucia. Si erigís la violencia en principio y la astucia en precepto de gobierno, el código de la tiranía no es otra cosa que el código de la bestia. Vuestro principio es que el bien puede surgir del mal´. Montesquieu.

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  62. Frente a la gran mentira

    https://youtu.be/Z2M5hzJVFVo

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  63. Teoría sociológica del estado. Miguel Anxo Bastos.

    https://youtu.be/d31ze7atyLs

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    1. Jacob Burckhardt como teórico do Estado: o esmaecimento de uma obra de arte

      http://direitoestadosociedade.jur.puc-rio.br/media/n57a9%20-%20Jacob%20Burckhardt%20como%20te%C3%B3rico%20do%20Estado.pdf

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  64. Justicia sin Estado - Bruce Benson

    https://pt.scribd.com/document/537097457/Justicia-Sin-Estado-Bruce-Benson

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  65. La teoría predatoria del Estado sostiene: 1. El origen violento de todo poder político. 2. Dicho poder político coagula en Estado, cuyas instituciones cercan, coaccionan y exigen tributos de aquellos a quienes gobiernan. 3. El Estado moderno, abstracto, pone en mano de los gobernantes, bajo la justificación del "bien común", más o menos la mitad de productos y bienes. 4. Su lógica es empresarial: predar la máxima cantidad de posibles recursos de sus súbditos, bien a corto, bien a largo plazo. Los Estados no recaudan más que lo que pueden si quieren sostenerse, no lo que les gustaría (Margaret Levi. Of Rule and Revenue).
    Al respecto del sistema comunista o "socialismo real" - un Estado dominado por saqueadores.

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    1. ALGUNAS CUESTIONES DISPUTADAS SOBRE EL ANARCOCAPITALISMO (XVIII): SOBRE EL ESTADO PREDATORIO / Miguel Anxo Bastos

      https://juandemariana.org/ijm-actualidad/analisis-diario/algunas-cuestiones-disputadas-sobre-el-anarcocapitalismo-xviii-sobre-el-estado-predatorio/

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    2. Franz Oppenheimer - El Estado

      file:///C:/Users/Alvaro/Downloads/pdfcookie.com_franz-oppenheimer-el-estado.pdf

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    3. Guerra y construcción del estado como crimen organizado / Charles Tilly

      https://revistas.uam.es/relacionesinternacionales/article/view/4866/5335

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    4. Lysander Spooner – Sem Traição

      https://pavimentandoestradas.files.wordpress.com/2017/10/sem-traicao-lysander-spooner-pdf.pdf

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    5. Los peligros de la obediencia - Harold Laski

      https://revistas.ucm.es/index.php/ASHF/article/view/59672/4564456546856

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    6. El Estado en la teoría y en la práctica - Harold Laski

      https://www.editorialreus.es/static/pdf/primeraspaginas_9788429015362_elestadoenlateoriayenlapractica.pdf

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    7. The Predatory Theory of Rule / Margaret Levi

      https://journals.sagepub.com/doi/abs/10.1177/003232928101000403?journalCode=pasa

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  66. La espiral del silencio / Elisabeth Noëlle-Neumann

    https://www.infoamerica.org/documentos_pdf/noelle_neumann.pdf

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  67. Los peligros de la obediencia - Stanley Milgram

    file:///C:/Users/Alvaro/Downloads/Dialnet-LosPeligrosDeLaObediencia-2917229.pdf

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  68. El proceso de creación del Estado implica eliminar todos los grupos que puedan hacerle frente. Empezó con las aristocracias, cuando se sustituyó al juez natural que era el Señor por jueces del Estado y eso llevó a los nobles ante las Cortes. Y suprimió la Iglesia, en especial la Católica, porque plantea un orden moral que entra en conflicto con el Estado.
    Tener un poder eclesial o religioso autónomo del poder político favoreció la descentralización política, evitando que se concentrara el poder en un sola entidad imperial o estatal.
    Ataca a la familia, primero al clan en el sentido más amplio y luego a la unidad familiar, porque la gente siempre tiene más lealtad a la familia que a cualquier clase de Estado, basado en recaudar y recolectar el dinero duro que existe en la usofructo de la propiedad, mediante la instauración de sistemas fiscales, estableciendo censos, homogenizando los pesos y las medidas, simplemente para mejorar la capacidad de recaudación.
    Un gobierno a escala mundial no es posible, porque incluso usando la Inteligencia Artificial intensiva tendría serios problemas de funcionamento, al carecer de referentes y de información cruciales sobre conocer y modular tantas variables básicas y avanzadas que a cada momento conciben las sociedades humanas.
    Bendita torre de Babel. Bendita sea la fragmentación política. Si hubiera un Estado mundial muchas innovaciones y prácticas no podrían haber sucedido. Fueron las pequeñas unidades políticas o los pequeños países los que se desarrollaron haciendo nuevas formas de economía, creando un capitalismo de libre mercado a pequeña escala que luego pudo expandirse, porque un individuo particular tiene más importancia en un Estado pequeno que en uno grande, donde como ciudadano pierde casi toda su importancia.
    Si hubiera un Estado mundial rapidamente habrían presiones hacia la redistribución de la riqueza a nivel global, extrayendo riquezas donde las hay para repartirlas con el resto, eliminando así cualquier incentivo para el desarrollo económico.

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  69. El elemento definitorio del Estado es el territorio. El Estado triunfa porque resulta la acción más apta para extraer tributos y recursos, por su capacidad de movilizar miles de personas y ponerlas en armas.
    La territorialidad del Estado es la máquina de depredación y avasallamiento más eficaz que existe, y por eso se impone a las demás poco a poco, estableciendo territorios estatales bajo una ley y una lengua únicas.
    El Estado es una máquina de guerra, que nace y crece con la guerra, dado que unifica territorios física y mentalmente. La mentalidad de guerra hace que la gente ceda sus defensas individuales y esté dispuesta a subordinarse a cualquier idea que el Estado propague para lograr objetivos; sea porque hay una guerra contra las drogas, contra la pobreza o contra lo que sea.
    Cuando los Estados quieren lograr algo difícil de soportar recurren a las metáforas bélicas. La guerra centraliza, la guerra subordina, la guerra burocratiza, la guerra crea logísticas militares que ayudan a intensificar el dominio y hace que las personas acepten cualquier tributo que se les imponga.
    El Estado nace de la guerra porque desarrollar nuevas armas requiere grandes tributos, que a su vez permiten destruir todos los poderes intermedios, centralizando así un poder que aumenta en extensión y en intensidad. Esa es la verdadera naturaleza del Estado.

    COMUNIDADES IMAGINADAS / Benedict Anderson

    http://seminariocultura.sociales.uba.ar/wp-content/uploads/sites/90/2021/01/Anderson_benedict-_comunidades_imaginadas-completo.pdf

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  70. Gobierno omnipotente [En nombre del Estado] - Ludwig von Mises

    https://jeffersonamericas.org/wp-content/uploads/2020/08/Mises12S.pdf

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  71. Cambio Social, Robert Nisbet

    https://kupdf.net/download/robert-nisbet-cambio-social_5b096871e2b6f5911e363d14_pdf

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    1. La formación del pensamiento sociológico II, Robert Nisbet

      https://vburgos.online/PDF/Robert-Nisbet-La-formacion-del-pensamiento-sociologico-II.pdf

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  72. Los errores del liberalismo clásico - Hans Hoppe

    https://www.hanshoppe.com/2023/02/los-errores-del-liberalismo-clasico-the-errors-of-classical-liberalism/#more-3177

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  73. Hans-Hermann Hoppe - Economy, Society, and History (Part 1)

    https://youtu.be/L1GSRgOTT0M

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  74. Democracia, O Deus que Falhou - A economia e a política da monarquia, da democracia e da ordem natural

    https://rothbardbrasil.com/wp-content/uploads/arquivos/deus-que-falhou.pdf

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  75. El Hombre, La Economía y El Estado - Murray N. Rothbard

    https://jeffersonamericas.org/wp-content/uploads/2020/08/hombre-economia-y-estado.pdf

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  76. El Estado es un ente imaginario que no existe. En concreto existen personas organizadas que monopolizan el uso de la fuerza y determinan los ambitos que gestionan y administran directamente.
    No hay nada llamado Estado. En el imaginario el Estado puede existir - por ejemplo através de un mapa o de una bandera - la idea de un país que no tiene existencia real siendo apenas un mito compartido en la mente.
    La administración pública es la gestión socialista de aquellos ámbitos de la economía que están socializadas. Los problemas que plantean tal gestión es la inexistencia de cálculo económico del costo-beneficio para asumir riesgos.
    El administrador público no gana ni perde, porque falta el elemento esencial de la economía de mercado que es el cálculo de benefícios y costos, y entonces no hay forma alguna de orientar la producción, ni hay criterio racional, ni se tiene la información necesaria para ajustar la demanda.
    La administración pública responde sólo a critérios puramente políticos de presión de grupos. Es decir, responde a quienes en ese momento está ocupando los cargos y los aparatos de poder en esa estructura hipotética llamada Estado.
    Los cálculos de costos y beneficios de las empresas del Estado son meramente contables, no son empresariales. Cualquier empresa pública debidamente financiada puede dar superavit, no hay límite, porque no se financian con aportaciones voluntarias sino com aportaciones políticas. Que sea deficitaria o que dé benefícios dependente meramente de los presupuestos que se le asignen. Ni tampoco se sabe si esa asignación es o no correcta.
    Si el Estado controla los medios de producción será necesáriamente tiránico, y así su socialismo no puede funcionar por falta de incentivos. Si el Estado controla el dinero es liberticida, porque obliga al pueblo a finaciarlo forzasa y coactivamente, quitando recursos y limitando la libertad de acción vía tributos y monopólio de servicios.
    La imposibilidad del cálculo económico también se traslada a la gran empresa que más allá de un cierto tamaño tampoco puede crecer porque no logra calcular. Por eso, al reves de lo que se cree, en una sociedad de libre mercado las empresas pequeñas se comen sistemáticamente a las empresas grandes, porque la pequeña empresa puede calcular mejor su actividad en el mercado frente a las empresas grandes que se suelen anquilosar en términos de eficiencia productiva y creación dinámica.
    Las empresas públicas son socialismos parciales, o ámbitos socializados de la economía sin propiedad privada, sujetas ineludiblemente a todas las restricciones de la teoría del cálculo económico. A partir de una determinada escala, las empresas públicas no pueden calcular precios correctos porque se los asigna políticamente. Por eso funcionan mal los gobiernos, ya que no tienen ningún tipo de referente para determinar precios, sujetos siempre a condiciones de presión política, y necesariamente sometidos a una asignación de recursos mal hecha.

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    1. Seeing Like a State - How Certain Schemes to Improve the Human Condition Have Failed
      James C. Scott

      https://files.libcom.org/files/Seeing%20Like%20a%20State%20-%20James%20C.%20Scott.pdf

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    2. "El socialismo es una religión política cuyo Dios es el Estado y cuyos sacerdotes son los burócratas. Es la ideología del fracaso, el credo a la ignorancia y la prédica a la envidia; su virtud inherente es la distribución igualitaria de la miseria".
      Winston Churchill.

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    3. "El Estado, tanto en su génesis como por su intención primaria, es puramente antisocial. No se basa en la idea de los derechos naturales, sino en la idea de que el individuo no tiene más derechos que los que el Estado le conceda provisionalmente”. Albert Jay Nock - "Nuestro enemigo, el Estado".

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  77. As religiões políticas - Eric Voegelin

    file:///C:/Users/Alvaro/Downloads/Eric_Voegelin_As_religioes_politicas.pdf

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  78. Michel Onfray: Orwell y el Nuevo Totalitarismo

    https://youtu.be/YO7HuQo_Mb0

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  79. Teoria Geral do Estado, Georg Jellinek

    https://pt.scribd.com/document/368926091/348537172-teoria-general-del-estado-georg-jellinek-pdf-pdf#

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  80. Distinguindo entre a ação das forças da natureza e a do poder humano, esta se distingue por um senso de propósito, portanto pela presença de um agente humano responsável. É tão absurdo perguntar quem foi o culpado por um terremoto quanto imaginar um poder político, econômico, militar ou cultural sem um ou vários agentes responsáveis por trás dele.
    Já na pós-guerra se notava um fenômeno que então despontava no horizonte, mas que com o tempo só fez crescer até proporções colossais: o poder anônimo, sem agentes responsáveis conhecidos ou conhecíveis.
    Mudanças políticas, jurídicas e culturais que afetam brutalmente a vida da população são quase que diariamente introduzidas em vários países ao mesmo tempo, sem que o cidadão tenha a menor possibilidade de rastrear de onde partiram, quem responde por elas.
    O crescimento exponencial da administração pública, sua íntima associação com organismos internacionais, com macro empresas sem nacionalidade definida e com uma rede imensurável de agências políticas não-governamentais faz do processo decisório um labirinto onde mesmo o estudioso especializado tem dificuldade de se orientar.
    Com frequência as discussões no Parlamento ou na mídia não passam de uma camuflagem destinada a acobertar decisões que já vêm prontas de instâncias superiores inacessíveis ao olhar do público. Um fator perturbador é acrescentado pela extensão progressiva e ilimitada do campo de atuação dos serviços secretos. Antigamente restritos às áreas de interesse militar, desde o começo do século XX passaram a interferir ativamente na política, na cultura, na educação, na indústria de comunicações e, por fim, cada vez mais na vida privada dos cidadãos.
    É desconhecida a força avassaladora com que essas organizações influenciam e às vezes chegam a determinar não só o curso dos acontecimentos como até mesmo a imagem pública falsa que se faz delas. Existe, ademais, a oligarquia político-financeira global, cujos interesses, planos e meios de ação transcendem incalculavelmente os dos governos nacionais, reduzidos, em muitos casos, ao papel de aplicadores de decisões cuja origem permanece desconhecida do público.

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    1. É tolice imaginar que esses grupos decidam a seu belprazer o rumo da História mundial, mas é tolice maior ainda imaginar que sua ação seja inócua ou inexistente. É também preciso contar com o profundo despreparo dos “cientistas sociais” para lidar com o assunto. A precaução número um no estudo da sociedade, da política e da História deveria ser a distinção criteriosa entre os processos que atendem a um plano premeditado e aqueles decorrentes da acumulação mais ou menos fortuita de fatores causais impessoais.
      Por desgraça, as ciências sociais, desde o seu nascimento, infectadas de preconceitos positivistas e marxistas, teimaram em enfatizar unilateralmente o segundo tipo de processos, julgando que os elementos anônimos e coletivos eram mais suscetíveis de tratamento “científico” e criando assim a fantasmagoria de uma sociedade movida por “leis gerais”, sem responsabilidade humana. Resultado: quando uma vanguarda revolucionária ou uma oligarquia bem assessorados impõe sua vontade a populações inteiras que não sabem de onde as ordens partiram, tudo se passa como se ninguém tivesse decidido nada, como se as mudanças tivessem caído prontas do céu. Esse processo é uma técnica sistemática para elevar o Partido Comunista às alturas de “um poder onipresente e invisível como um imperativo categórico ou um mandamento divino”. Em vez de lançar clareza sobre o seu objeto de estudo, muitas vezes as ciências sociais se transformam elas próprias em instrumentos de camuflagem. Aliás, se não fosse assim, talvez não recebessem subsídios tão polpudos de governos, serviços secretos, bancos internacionais, etc.
      Os primeiros lances dessa gigantesca transformação da sociedade, e as condições que ela criava, a noção mesma de “responsabilidade” desaparecia por completo, as decisões do poder tornando-se inocentes, inimputáveis como fenômenos da natureza. Será de espantar que, quanto mais cresce a capacidade de controle do poder anônimo sobre a sociedade, mais se espalhem por toda parte o caos moral, a confusão das consciências, a perda do discernimento? E quem disse que os próprios detentores do poder anônimo são imunes à desordem que criaram? - Olavo de Carvalho.

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  81. El ESTADO NO EXISTE I Miguel Anxo Bastos

    https://youtu.be/rN_69j1wnKg

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  82. Com a mesma constância com que em qualquer nação agrária e atrasada as revoluções socialistas resultam imediatamente na instauração de ditaduras genocidas, em todo país mais ou menos próspero e democrático onde a esquerda se torne hegemônica as taxas de criminalidade sobem e não param mais de subir. O primeiro desses fenômenos observou-se na Rússia, na China, na Coreia do Norte, no Camboja, em Cuba etc. O segundo, na França, na Inglaterra, na Argentina, na Venezuela, nos EUA, no Brasil e um pouco por toda parte no Ocidente. Por quê? E existe alguma relação entre essas duas séries de fatos?
    Todo o esquema socialista baseia-se na ideia de Karl Marx de que o proletariado industrial é a classe revolucionária por excelência, separada da burguesia por uma contradição inconciliável entre seus interesses respectivos. Quando um partido revolucionário toma o poder numa nação atrasada, predominantemente agrária, como a Rússia de 1917 e a China de 1949, não encontra ali uma classe proletária suficientemente numerosa para poder servir de base à transformação da sociedade. O remédio é apelar à industrialização forçada, para criar um proletariado da noite para o dia e “desenvolver as forças produtivas” até o ponto de ruptura em que a burguesia se torne desnecessária e possa ser substituída por administradores proletários. Para isso é preciso instaurar uma ditadura totalitária que possa controlar e remanejar a força de trabalho a seu bel-prazer - Trotski chamava isso de “militarização do trabalho”. Daí a semelhança de métodos entre os regimes revolucionários socialistas e fascistas: ambos têm como prioridade a industrialização forçada, com a única diferença de que os fascistas a desejam por motivos nacionalistas e os socialistas pelo anseio da revolução mundial.
    Já quando a esquerda revolucionária sobe ao poder por via eleitoral numa nação mais ou menos democrática e desenvolvida, ela encontra um proletariado numeroso e às vezes até organizado. Mas é um proletariado que já não serve como classe revolucionária, porque a evolução do capitalismo, em vez de empobrecê-lo e marginalizá-lo como previa Marx, elevou seu padrão de vida formidavelmente e o integrou na sociedade como uma nova classe média, indiferente ou hostil à proposta de revoluções. Para não ficar socialmente isolados e politicamente ineficazes, os revolucionários têm de encontrar algum outro grupo social cujo conflito de interesses com o resto da sociedade possa ser explorado. Mas não existe nenhum que tenha com a burguesia um antagonismo econômico tão direto e claro, um potencial revolucionário tão patente quanto aquele que Karl Marx imaginou enxergar no proletariado.

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    1. Não havendo nenhuma “classe revolucionária” pura e pronta, o remédio é tentar formar uma juntando grupos heterogêneos, movidos por insatisfações diversas. Daí por diante, quaisquer motivos de queixa, por mais subjetivos, doidos ou conflitantes entre si, passarão a ser aproveitados como fermentos do espírito revolucionário. O preço é a dissolução completa da unidade teórica do movimento, obrigado a acolher em seu seio os interesses mais variados e mutuamente incompatíveis. Narcotraficantes sedentos de riqueza e poder, ladrões, assassinos e estelionatários revoltados contra o sistema penal, milionários ávidos de um prestígio político, ou até intelectual, à altura da sua conta bancária, professores medíocres ansiosos para tornar-se guias morais da multidão, donas de casa pequeno-burguesas insatisfeitas com a rotina doméstica, estudantes e pequenos intelectuais indignados com a sociedade que não recompensa os seus méritos imaginários, imigrantes recém-chegados que exigem seu quinhão de uma riqueza que não ajudaram a construir, pessoas inconformadas com o sexo em que nasceram – todos agora marcham lado a lado com lavradores expulsos de suas terras, pais de família desempregados e minorias raciais discriminadas, misturando numa pasta confusa e explosiva os danos reais e supostos, objetivos e subjetivos, que todos acreditam ter sofrido, e lançando as culpas num alvo tão onipresente quanto impalpável: o “sistema” ou “a sociedade injusta”.
      Sendo obviamente impossível unificar todos esses interesses numa construção ideológica coerente e elegante como o marxismo clássico, a solução é apelar a algo como a “teoria crítica” da Escola de Frankfurt, que atribui ao intelectual revolucionário a missão única de tudo criticar, denunciar, corroer e destruir, concentrando-se no “trabalho do negativo”, como o chamava Hegel, sem nunca se preocupar com o que vai ser posto no lugar dos males presentes.
      “Ainda não sabemos qual o tipo de socialismo que queremos”. Não sabemos nem precisamos saber: só o que interessa é seguir em frente – forward, como no lema de campanha de Barack Hussein Obama – acusando, inculpando e gerando cada vez mais confusão que em seguida será debitada, invariavelmente, na conta da “sociedade injusta”. Se na esfera intelectual essa atitude chegou a produzir até a negação radical da lógica e da objetividade da linguagem e a condenar como autoritária a simples exigência de veracidade, como não poderia suscitar, no campo da moral social, o florescimento sem precedentes da amoralidade cínica e da criminalidade galopante?

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  83. Del espíritu de conquista / Benjamín Constant

    https://www.pensamientopenal.com.ar/system/files/2014/12/doctrina39492.pdf

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  84. El manual del dictador. Por qué la mala conducta es casi siempre buena política / Bruce Bueno de Mesquita, Alastair Smith

    https://www.siruela.com/archivos/fragmentos/ManualdelDictador.pdf

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  85. O espectrograma político convencional coloca, na esquerda, o comunismo soviético e chinês; na direita, o nazifascismo; no centro, o socialismo moderado, chamado “fabiano” na Europa e nos EUA por conta da Fabian Society, mas que equivale ao que em terra brasilis é conhecido como “tucano”.
    Todo o vocabulário consagrado, todas as discussões acadêmicas e parlamentares, todas as polêmicas de botequim dão por assentado que essa é a distribuição das ideias e partidos no mapa ideológico do universo. Se há no fundo de toda a tagarelice ideológica um consenso plenamente firmado, um ponto pacífico, uma zona neutral onde todos concordam, é esse.
    Basta um breve exame, porém, para demonstrar que esse esquema é falso, autocontraditório e inviável. O breve exame é o seguinte: do ponto de vista econômico, as duas pontas da escala são indiscerníveis do meio. O comunismo baseia-se no controle estatal da economia, o nazifascismo idem, o socialismo democrático não menos. Se socialismo, segundo definia Karl Marx, é controle estatal dos meios de produção, os três regimes que pretendem abarcar o universo das ideologias possíveis são todos socialistas. Que utilidade pode ter, para uma visão objetiva dos fatos, uma escala diferenciadora que começa por tornar indistintos, sob um ponto de vista tão vital quanto o é a economia, todos os fatos abrangidos?
    Nessa escala não há lugar, por exemplo, para o anarquismo, nem para o liberalismo clássico de Adam Smith e da Constituição Americana. Não há lugar para nenhum regime que não mantenha a economia sob estrito controle. Não há lugar para nada que não seja o socialismo. Esse esquema não é um critério distintivo nem um instrumento científico para a descrição dos fatos. É uma prótese, uma camisa-de-força, um cabresto que impede a mente humana de pensar e a obriga a ir querendo ou não, sabendo ou não, na direção do socialismo.
    Ele exclui da esfera do pensável as ideias que escapem do quadro de referências socialista e faz com que, qualquer que seja o ponto de vista adotado, a marcha para o socialismo apareça sempre como a chave universalmente explicativa no fundo de toda sucessão histórica. É evidentemente uma fraude, e não espanta que tenha se disseminado graças sobretudo à propaganda soviética. Quem começou com isso foi, precisamente, Stálin. Quem mais poderia ser?
    Quase todos os clichês da retórica esquerdista, inclusive os de aparência mais moderna, remontam a Stálin e à KGB - o maior think tank esquerdista que já existiu. Tinha na sua folha de pagamentos mais intelectuais do que qualquer instituição cultural deste mundo. Ainda que tenha prendido e matado dezenas de milhões de pessoas, sua principal ocupação não era prender nem matar: era estabelecer padrões de linguagem, moldar o discurso da propaganda esquerdista. Mas a propaganda era ali compreendida de maneira ampla: abrangia todas as esferas da comunicação humana. Modas culturais e artísticas, estilos de pensamento, prestígios e desprestígios literários, teatrais e cinematográficos, cânones de veracidade e falsidade científica — tudo ali se fabricava, disseminando-se com a rapidez do raio graças a uma rede de milhões de dóceis agentes, militantes, colaboradores comprados e simpatizantes que, espalhados por todos os quadrantes da Terra, injetavam nos mercados de seus respectivos países esses produtos sem rótulo de origem, que o público engolia facilmente como criações espontâneas da inventividade local e da feliz coincidência.

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    1. A história cultural do século XX seria impensável sem a KGB. Quase metade do que se pensou, se argumentou, se publicou e se encenou na Europa e nos EUA, dos anos das décadas de 1930 a 1980, veio de lá. Uma história de conjunto dessa influência avassaladora ainda não se escreveu. Mas os estudos monográficos são tão abundantes e conclusivos, que ninguém que pretenda opinar sobre a cultura desse período tem o direito de ignorar o papel central do maior organismo produtor, disseminador e controlador de ideias que já existiu neste mundo.
      Seria como escrever a história da Europa medieval sem levar em conta o Papado. Somente a conjunção da mentira astuta com a ignorância sonsa pode explicar a ausência dessa realidade brutal e avassaladora na concepção que as classes falantes fazem da história mental dos tempos modernos. Mas, quando um estudioso toma consciência dessa realidade, ele já não pode deixar de captar, em tantos discursos esquerdistas que se imaginam novos e originais, o eco passivo de instruções emanadas da KGB cinco ou seis décadas atrás. Quem quer que faça esse estudo se surpreenderá de ver o papel decisivo que a inconsciência, o automatismo e a macaquice desempenham na vida mental das classes que se creem intelectualmente ativas.
      Pois assim é também com o esquema acima mencionado. Até os anos 40, era comum os intelectuais de maior prestígio situarem o nazifascismo ao lado do comunismo entre os movimentos subversivos e revolucionários votados à destruição de tudo o que os conservadores amavam. Esses dois movimentos — um surgido de dentro do outro — podiam dar-se agulhadas de vez em quando, mas nada se comparava, em virulência, ao ataque conjunto que moviam contra a velha democracia liberal. Tanto que, quando, após anos de colaboração secreta, Hitler e Stálin assumiram publicamente sua cumplicidade, ninguém se surpreendeu muito, fora dos círculos comunistas iludidos pelo antifascismo de fachada ostentado por Stálin.
      Foi a agressão nazista à URSS que mudou tudo. Agressão tão inesperada, que Stálin, diante do fato consumado, se recusou a acreditar no que via e custou a desistir da esperança de restabelecer a aliança com Hitler. O ingresso da URSS na guerra fez com que, de improviso, por puro oportunismo, os países ocidentais subscrevessem retroativamente a doutrina stalinista que situava o nazifascismo na “direita” e fazia dele uma antítese e já não o irmão siamês do comunismo.
      A completa falsidade do esquema, varrida por um tempo para baixo do tapete, veio de novo à tona com a rápida dissolução da parceria entre as potências ocidentais e a URSS após 1945 e a instauração da “guerra fria”. Mas, para a propaganda soviética, o esquema ganhou uma nova utilidade: qualificar de nazifascistas seus antigos aliados de luta contra o nazifascismo. E assim foi decretado por Stalin. A fidelidade canina de uns e o mimetismo simiesco de outros fizeram o resto. Passados meio século, o estereótipo imbecil ainda exerce seu domínio implacável sobre a mente da “intelligentzia”. Onde quer que ela se meta a falar, lá vem de novo a bobajada: comunismo na esquerda, nazifascismo na direita, fabianos e tucanos no meio. E nós, o povo, em parte alguma.

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  86. A vida política, como a vida moral, é do domínio da irracionalidade e da ininteligibilidade. O processo político será tanto mais eficaz quanto mais ininteligível. Somente o apelo às forças irracionais ou às formas elementares da solidariedade humana tornará possível a integração total das massas humanas em regime de Estado. O Estado não é mais do que a projeção simbólica da unidade da Nação e essa unidade compõe-se, através dos tempos, não de elementos nacionais ou voluntários, mas de uma cumulação de resíduos de natureza inteiramente irracional. Tanto maiores as massas a serem politicamente integradas, quanto mais poderosos hão de ser os instrumentos espirituais dessa integração, a categoria intelectual das massas não sendo a do pensamento discursivo, mas a das imagens e dos mitos, a um só tempo intérpretes de desejos e libertadores de forças elementares da alma. A integração política pelas forças irracionais é uma integração total, porque o absoluto é uma categoria arcaica do espírito humano. A política transforma-se dessa maneira em teologia. Não há formas relativas de integração política, e o homem pertence, alma e corpo à Nação, ao Estado, ao partido. As categorias da personalidade e da liberdade são apenas ilusões do espírito humano. Só é livre o que perde a sua personalidade, submergindo-a no seio materno onde se forjam as formas coletivas do pensamento e da ação, ou, como diz Gentile, aquele que sinta o interesse geral como o seu próprio e cuja vontade seja a vontade do todo. O indivíduo não é uma personalidade espiritual, mas uma realidade grupal, partidária ou nacional. É o restabelecimento da relação em que estava o homem primitivo com o seu clã.
    Olavo de Carvalho.

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    1. “A aspiração natural do homem é realizar, no temporal, o eterno. O homem de coração nobre possui uma vida eterna sobre a terra. A fé na duração eterna da atividade do homem na terra encontra o seu fundamento na esperança da duração eterna do povo que lhe deu a existência. O caráter racial do seu povo é o elemento eterno ao qual o homem liga a sua própria eternidade e a toda a sua obra. É a ordem de coisas eternas na qual o homem põe o que ele mesmo tem de eterno.”Fichte.
      A unidade desta não se funda na unidade do regime jurídico, representada pela constituição e pelos códigos, mas no sentimento de que a nação é o envoltório do eterno. Nunca o Estado totalitário encontrou uma expressão mais enérgica do que esta: “o Estado, alto administrador dos negócios humanos, autor responsável, diante de Deus e perante a sua consciência, de todos os seres menores, têm plenamente o direito de constranger estes últimos à sua própria salvação. O valor supremo não é o homem, mas a nação e o Estado, aos quais o homem deve o sacrifício do corpo e da alma”.

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  87. El mito de la máquina - Lewis Mumford

    https://monoskop.org/images/9/97/Mumford_Lewis_El_mito_de_la_maquina_Tecnica_y_evolucion_humana.pdf

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    1. El pentágono del poder - Lewis Munford

      https://monoskop.org/images/2/2a/Mumford_Lewis_El_mito_de_la_maquina_El_pentagono_del_poder.pdf

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  88. Segundo o marxismo clássico, os proletários eram inimigos naturais do capitalismo. Lênin acrescentou a isso a ideia de que o imperialismo era fruto da luta capitalista para a conquista de novos mercados. Conclusão inevitável: os proletários eram também inimigos do imperialismo e se recusariam a servi-lo num conflito imperialista generalizado. Mais apegados a seus interesses de classe que aos de seus patrões imperialistas, fugiriam ao recrutamento ou usariam de suas armas para derrubar o capitalismo em vez de lutar contra seus companheiros proletários das nações vizinhas.
    Em 1914, esse silogismo parecia a todos os intelectuais marxistas coisa líquida e certa. Qual não foi sua surpresa, portanto, quando o proletariado aderiu à pregação patriótica, alistando-se em massa e lutando bravamente nos campos de batalha pelos “interesses imperialistas”! O estupor geral encontrou um breve alívio no sucesso bolchevique de 1917, mas logo em seguida veio a se agravar em pânico e depressão quando, em vez de se expandir para os países capitalistas desenvolvidos, como o previam os manuais, a revolução foi sufocada pela hostilidade geral do proletariado.
    Diante de fatos de tal magnitude, um cérebro normal pensaria, desde logo, em corrigir a teoria. Talvez os interesses do proletariado não fossem tão antagônicos aos dos capitalistas quanto Marx e Lênin diziam. Mas um cérebro marxista nunca é normal. O filósofo húngaro Gyorgy Lukacs, por exemplo, achava a coisa mais natural do mundo repartir sua mulher com algum interessado. Pensando com essa cabeça, chegou à conclusão de que quem estava errado não era a teoria: eram os proletários. Esses idiotas não sabiam enxergar seus “interesses reais” e serviam alegremente a seus inimigos. Estavam doidos. Normal era Gyorgy Lukács. Cabia a este, portanto, a alta missão de descobrir quem havia produzido a insanidade proletária. Hábil detetive, logo descobriu o culpado: era a cultura ocidental.
    A mistura de profetismo judaico-cristão, direito romano e filosofia grega era uma poção infernal fabricada pelos burgueses para iludir os proletários. Levado ao desespero por tão angustiante descoberta, o filósofo exclamou: “Quem nos salvará da cultura ocidental?” A resposta não demorou a surgir.
    Felix Weil, outra cabeça notável, achava muito lógico usar o dinheiro que seu pai acumulara no comércio de cereais como um instrumento para destruir, junto com sua própria fortuna doméstica, a de todos os demais burgueses. Com esse dinheiro ele fundou o que veio a se chamar “Escola de Frankfurt”: um “think tank” marxista que, abandonando as ilusões de um levante universal dos proletários, passou a dedicar-se ao único empreendimento viável que restava: destruir a cultura ocidental.
    Na Itália, o fundador do Partido Comunista, Antônio Gramsci, fora levado a conclusão semelhante ao ver o operário trair o internacionalismo revolucionário, aderindo em massa à variante ultranacionalista de socialismo inventada pelo renegado Benito Mussolini. Na verdade, os próprios soviéticos já não acreditavam mais em proletariado: Stálin recomendava que os partidos comunistas ocidentais recrutassem, antes de tudo, milionários, intelectuais e celebridades do “show business”. Desmentido pelos fatos, o marxismo iria à forra por meio da auto inversão: em vez de transformar a condição social para mudar as mentalidades, iria mudar as mentalidades para transformar a condição social. Foi a primeira teoria do mundo que professou demonstrar sua veracidade pela prova do contrário do que dizia. Os instrumentos para isso foram logo aparecendo. Gramsci descobriu a “revolução cultural”, que reformaria o “senso comum” da humanidade, levando-a a enxergar no martírio dos santos católicos uma sórdida manobra publicitária capitalista, e faria dos intelectuais, em vez dos proletários, a classe revolucionária eleita.

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    1. Já os homens da escola de Frankfurt, especialmente Horkheimer, Adorno e Marcuse, tiveram a ideia de misturar Freud e Marx, concluindo que a cultura ocidental era uma doença, que todo mundo educado nela sofria de “personalidade autoritária”, que a população ocidental deveria ser reduzida à condição de paciente de hospício e submetida a uma “psicoterapia coletiva”. Estava, portanto, inaugurada, depois do marxismo clássico, do marxismo soviético e do marxismo revisionista de Eduard Bernstein, a quarta modalidade de marxismo: o marxismo cultural. Como não falava em revolução proletária nem pregava abertamente nenhuma truculência, a nova escola foi bem aceita nos meios encarregados de defender a cultura ocidental que ela professava destruir. Expulsos da Alemanha pela concorrência desleal do nazismo, os frankfurtianos encontraram nos EUA a atmosfera de liberdade ideal para a destruição da sociedade que os acolhera. Empenharam-se então em demonstrar que a democracia para a qual fugiram era igualzinha ao fascismo que os pusera em fuga. Denominaram sua filosofia de “teoria crítica” porque se abstinha de propor qualquer remédio para os males do mundo e buscava apenas destruir: destruir a cultura, destruir a confiança entre as pessoas e os grupos, destruir a fé religiosa, destruir a linguagem, destruir a capacidade lógica, espalhar por toda parte uma atmosfera de suspeita, confusão e ódio. Uma vez atingido esse objetivo, alegavam que a suspeita, a confusão e o ódio eram a prova da maldade do capitalismo.
      Da França, a escola recebeu a ajuda inestimável do método “desconstrucionista”, um charlatanismo acadêmico que permite impugnar todos os produtos da inteligência humana como truques maldosos com que os machos brancos oprimem mulheres, negros, gays e tutti quanti, incluindo animais domésticos e plantas. A contribuição local americana foi a invenção da ditadura linguística do “politicamente correto”. Em poucas décadas, o marxismo cultural tornou-se a influência predominante nas universidades, na mídia, no show business e nos meios editoriais do Ocidente. Seus dogmas macabros, vindo sem o rótulo de “marxismo”, são imbecilmente aceitos como valores culturais supra ideológicos pelas classes empresariais e eclesiásticas cuja destruição é o seu único e incontornável objetivo. Dificilmente se encontrará hoje um romance, um filme, uma peça de teatro, um livro didático onde as crenças do marxismo cultural, no mais das vezes não reconhecidas como tais, não estejam presentes com toda a virulência do seu conteúdo calunioso e perverso. Tão vasta foi a propagação dessa influência, que por toda parte a ideia antiga de tolerância já se converteu na “tolerância libertadora” proposta por Marcuse: “Toda a tolerância para com a esquerda, nenhuma para com a direita”. Aí aqueles que vetam e boicotam a difusão de ideias que os desagradam não sentem estar praticando censura: acham-se primores de tolerância democrática. Por meio do marxismo cultural, toda a cultura transformou-se numa máquina de guerra contra si mesma, não sobrando espaço para mais nada.
      Olavo de Carvalho.

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  89. La ilusión de la democracia | ¿Quién controla realmente nuestras vidas?

    https://youtu.be/mhOOziH7QAo

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  90. Cada decisión implica una renuncia, y el valor de la decisión es similar al valor de la renuncia.
    Cada decisión también implica un precio, igual o superior al valor de la renuncia.
    Por lo tanto, no existen cosas gratuitas, porque para acceder a lo gratuito se debe renunciar a algo que no se ve, no se toca, ni se presiente, y que es tu libertad.
    Allí donde no hay precio, tú y tu libertad son ese precio, y esta la razón por la cual al socialismo le encanta dar cosas gratuitas. No para que tengamos libre acceso a ellas, sino para que a cambio renuncies a tu libertad, lo único que nos torna independientes y soberanos.

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  91. Diagnóstico de nuestro tiempo / Karl Mannheim

    https://cursosluispatinoffyl.files.wordpress.com/2014/01/karl-manheim_diagnc3b3stico-de-nuestro-tiempo.pdf

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  92. Um fenômeno bastante conhecido na mecânica das revoluções é que sempre que uma facção revolucionária toma o poder, suas próprias dissensões internas se substituem às divisões de partidos e facções existentes no regime anterior. Assim, por exemplo, após a revolução de 1917, a ala revolucionária menchevique passou a ser atacada pela ala radical como direitista e reacionária. Evidentemente, o sentido de “direita” havia mudado por completo: antes, era ser contra a revolução; agora, era não ser revolucionário o bastante.
    Um dos elementos primordiais da revolução cultural gramsciana em curso é o lento e inexorável deslocamento de todo o eixo de referência dos debates públicos para a esquerda, de modo a estreitar a margem de direitismo possível e, aos poucos, substituir a direita genuína pela facção direita da própria esquerda ou por algum fanatismo hidrófobo estereotipado e fácil de desmoralizar. O processo deve ser conduzido de maneira tácita e, se alguém o denuncia, negado com veemência. As coisas devem acontecer como se não estivessem acontecendo. Os discordes e recalcitrantes, mais que censurados, são jogados para o limbo da inexistência e se tornam tão deslocados que parecem malucos.
    À completa liquidação da direita corresponde, quase instantaneamente, a institucionalização de uma das facções de esquerda no papel de “direita” — uma direita fabricada ad hoc para as necessidades da esquerda.
    A transfusão de lideranças, a completa destruição de uma classe e sua substituição por outra já são fatos consumados. A revolução está em curso. Se vai descambar para a destruição violenta das instituições ou se vai chegar a seus fins por via anestésica, é algo que só o futuro dirá. Mas negar o caráter revolucionário das mudanças observadas é realmente abusar do direito à cegueira.
    Alguns enxergam essas mudanças, mas só parcialmente e segundo um viés predeterminado. Notam, por exemplo, a destruição de velhas lideranças, abominadas como “corruptas”, e veem nisso um progresso da democracia — sem reparar que não há progresso nenhum numa caçada a corruptos de menor porte que serve apenas de disfarce para encobrir o crime infinitamente maior em que estão envolvidos os próprios moralizadores mais entusiásticos: a narcoguerrilha, o terrorismo internacional, a revolução continental.
    Que, no meio, surjam algumas situações paradoxais — como por exemplo o fato de que o próprio Partido Comunista, com nome trocado, acabe aparecendo como única alternativa à ascensão da esquerda revolucionária –, é coisa que faz parte da natureza intrinsecamente nebulosa do processo. E que ninguém seja capaz de discernir por baixo do paradoxo a lógica implacável que leva este país dia a dia para dentro do bloco terrorista internacional, é sintoma do mesmo turvamento geral das consciências, sem o qual nenhum processo revolucionário jamais teria sido levado a efeito no mundo.

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  93. Las masas de Occidente todavía creen que la democracia es algo que hace que la ideología sea opcional, permitiendo a la gente elegirla libremente o abandonarla por completo. Eso es totalmente falso. La democracia es ideología. La democracia liberal es una forma radical especial y muy estrecha de la ideología. Se basa en principios sagrados metafísicos - casi religiosos – como el individualismo, la negación de cualquier sentido ontológico en la identidad colectiva, la superación de la raza, la iglesia, la Nación y la ciudadanía nacional, unas tendencias relativamente nuevas que transgreden la identidad sexual (género opcional - transgénero) y acercándonos al paso final de trascender a los humanos como especie (humano opcional - transhumano).
    Nos ocupamos aquí no de la descripción de cómo son las cosas, sino de la prescripción de cómo tiene ser la cosa. Y eso es ideología - debes ir sólo por ese camino, debes aceptar sólo eso como la verdad última.
    Eres totalmente libre de ser liberal y no eres libre de no ser liberal. Si eliges ser antiliberal, estás acabado, te haremos arrepentirte. No es sólo ideología pura: es abiertamente totalitaria. En comparación con los totalitarismos comunistas y fascistas existentes, la naturaleza ideológica y totalitaria del liberalismo no era obvia, sino que estaba eclipsada por el totalitarismo mucho más honesto y abierto de los otros dos. Ahora sin ellos esto se vuelve transparente. Entonces la democracia liberal va aún más lejos en el camino totalitario: imagina a sus enemigos y, si eso no funciona, los crea artificialmente.
    La verdad es que la democracia liberal es profundamente totalitaria. El impulso globalista lo deja perfectamente claro. ¿Cómo podemos lidiar con eso? O aceptar o protestar. Pero para atacar alguna ideología necesitamos otra ideología. ¿Cómo podríamos evitar todo tipo de totalitarismos, primero el liberal? ¿Y luchando contra el liberalismo cómo no caer en la trampa del comunismo y el nacionalismo? La respuesta no es lineal, ni mucho menos banal. Necesitamos hacer un esfuerzo intelectual.
    Alexander Dugin.

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  94. A distinção amigo/inimigo é melhor acesa na realidade do derramamento de sangue: O Estado, como entidade política decisiva, possui um enorme poder com a possibilidade de travar a guerra e, assim, dispor publicamente da vida dos homens.
    O jus belli contém tal disposição. Implica uma dupla possibilidade: o direito de exigir dos seus próprios membros a prontidão para morrer e, sem hesitação, para matar os inimigos.na unidade do Estado administrativo, da mídia, do poder corporativo e das plataformas tecnológicas - todos estão sendo transformados na categoria de 'amigo e inimigo'


    THE CONCEPT OF THE POLITICAL / CARL SCHMITT

    https://www.bibliotecapleyades.net/archivos_pdf/concept-political.pdf

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  95. Yuval Noah Harari - Esclavitud 2.0

    https://twitter.com/i/status/1718702813436338476

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  96. ¿Por qué todos están tan sorprendidos de que haya fraude electoral? Esto ha estado sucediendo durante décadas. Cualquiera que haya visto el documental Hacking Democracy de 2006 debería saber lo omnipresente que es esto y cómo el gobierno lo ha encubierto sistemáticamente, negado demandas, negado supervisión y permitido que las máquinas de votación electrónica sigan siendo gravemente inseguras. Si la gente supiera la magnitud del fraude en las elecciones y hasta dónde se remonta, habría disturbios en las calles y la disolución de todo el gobierno. Es mucho peor de lo que puedas imaginar.

    https://twitter.com/i/status/1720128111918952550

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  97. Democracia - O Deus que Falhou

    https://archive.org/details/DemocraciaODeusQueFalhou/page/n299/mode/2up

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  98. O uso de conhecimento na sociedade - Friedrich Von Hayek

    file:///C:/Users/Alvaro/Downloads/aparanaiba,+Gerente+da+revista,+153-162.pdf

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  99. Public Choice

    https://www.thoughtco.com/public-choice-theory-6744655

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  100. The Dictators Handbook

    https://www.burmalibrary.org/docs13/The_Dictators_Handbook.pdf

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  101. Qualquer que seja o desenho da instituição específica, todas as instituições e todas as funções institucionais são, ou tornam-se, coletivistas oligárquicas, num grau ou outro. Não importa o rótulo, que muitas vezes é suficiente para manter as pessoas com uma mentalidade limitada quanto às definições e, portanto, sem compreensão crítica, todos os ismos são coletivismo oligárquico. A melhor forma de compreender as instituições e as funções institucionais é medir a inclinação institucional, a inclinação do grau de coletivismo oligárquico. A inclinação institucional é tão certa quanto a regra de Lord Acton: quanto mais poder, maior a probabilidade de corrupção. E por isso é nossa responsabilidade ser mais críticos em relação às informações fornecidas por qualquer entidade institucional, incluindo a IA.

    “Não posso aceitar o seu cânone de que devemos julgar o Papa e o Rei ao contrário de outros homens, com uma presunção favorável de que não fizeram nada de errado. Se existe alguma presunção, é o contrário contra os detentores do poder, aumentando à medida que o poder aumenta a responsabilidade tem que compensar a falta de responsabilidade legal. O poder tende a corromper e o poder absoluto corrompe absolutamente. Os grandes homens são quase sempre homens maus, mesmo quando exercem influência e não autoridade: ainda mais quando se acrescenta a tendência ou a certeza de corrupção por autoridade. Não há heresia pior do que a de que o cargo santifique seu titular!”. Lord Acton

    A melhor maneira de compreender as instituições entre os indivíduos é observar a inclinação da inclinação institucional. Quanto maior a repressão dos indivíduos dentro e fora da instituição, mais acentuado será o coletivismo oligárquico. Rótulos e títulos além disso são principalmente para conversação, não para compreensão.

    George Orwell cunhou a frase coletivismo oligárquico em seu romance 1984 e se apostaria muitos talismãs capitalistas na probabilidade de ele ter feito isso por causa de sua experiência de ter tido discussões políticas com todos os tipos de mentalidades, incluindo socialistas e comunistas, que empregam constantemente a ideia que o socialismo e/ou comunismo que se tem visto historicamente como inclinado contra os indivíduos não é o verdadeiro socialismo nem o verdadeiro comunismo.

    O que importa é a tendência coletivista oligárquica contra os indivíduos, e não as definições económicas e políticas exatas determinadas pelos cientistas políticos do passado distante. É impossível ter uma discussão crítica para expandir a compreensão com um partidário preso a rótulos e cego à realidade da inclinação, como na discussão das chamadas instituições comunistas, especialmente, mas também das instituições divergentes e capitalistas. É mais definitivo explorar a perspectiva institucional em vez dos rótulos, especialmente quando se discutem essas instituições com indivíduos que dissuadem constantemente a conversa através da desorientação dos rótulos quando a orientação é mensurável.

    O coletivismo oligárquico mais tendencioso é abertamente repressivo para os direitos individuais dentro das suas fronteiras e abertamente assassino para os indivíduos fora das suas fronteiras. Além da repressão aberta, há também repressão encoberta interna e ação encoberta externa. Podemos fazer a dedução com certeza através de referências históricas e de acontecimentos atuais - embora cuja extensão permaneça desconhecida. E por isso somos novamente implorados para sermos mais críticos em relação às informações provenientes das instituições e das suas construções.

    As incógnitas. Num mundo de tendências coletivistas oligárquicas, quais são as implicações de uma nova era? Quais são as implicações do novo acesso às novas tecnologias? Não se sabe como as novas ferramentas alimentadas pela Inteligência Artificial podem beneficiar as convenções e, além disso, não se sabe como a tecnologia pode mudar completamente as convenções. A Inteligência Artificial representa uma nova era de alta tecnologia e talvez uma nova era de princípios e práticas humanas aprimoradas.

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    1. IA tem tudo a ver com informação. Na verdade, existem quatro tipos de informação e é tão importante considerar isso quanto a noção de compreensão em vez de definição.

      Existem coisas conhecidas, são coisas que sabemos que sabemos.
      Existem incógnitas conhecidas, são coisas que sabemos e não sabemos.
      Existem incógnitas desconhecidas, são coisas que não sabemos e que, é claro, não sabemos.
      E existem dados desconhecidos, são coisas que sabemos, mas não sabemos que sabemos. Este quarto tipo de informação é exemplificado no reconhecimento intuitivo.

      A IA integra e facilita ainda mais o quarto tipo de informação mais evasivo, o desconhecido coletivo conhecido – as coisas que sabemos, mas não sabemos que sabemos. Este quarto tipo de informação pode florescer através do uso da IA. E a IA pode ajudar-nos a compreender melhor as incógnitas desconhecidas, revelando a realidade com novos sentidos e novo potencial de pensamento. A IA pode ajudar-nos a facilitar as informações que temos e a formular novas informações que ainda não temos.

      Informação é poder. A informação da elite é a ferramenta mais eficiente para manter a inclinação das instituições coletivistas oligárquicas. A informação aberta nivela e enquadra a tendência elitista da restrição de informação. A própria essência de ser um elitista é obter informações que outros não conseguem e usá-las para ganhos privados. Um exemplo actualmente conhecido deste potencial é o roubo de caixas de segredos de Estado por Donald Trump, que eram sem dúvida supervaliosos para os seus amigos russos e sauditas. Agora não temos ideia do que Trump estava a fazer na posse de informações altamente elitistas, mas para aqueles que não nasceram ontem num culto à personalidade, a informação é valiosa.

      Para compreender adequadamente a inclinação institucional, temos que ter algumas informações verdadeiras em relação às ações internas e externas. Podemos fazer deduções sobre o que sabemos e, assim, extrapolar alguma compreensão que provavelmente se aproxima da exactidão, mas para o fazer devemos ter em conta ideias sobre incógnitas institucionais – uma tarefa difícil.

      Vivemos numa época em que temos mais acesso à informação do que em qualquer outro período da história. Isto é absolutamente verdade. E o que é ainda mais notável é que vivemos numa época em que é bem possível que o abismo entre a informação disponível e a informação oculta nunca tenha sido tão enorme. A diferença entre a informação disponível e a informação oculta pode ser mais surpreendentemente vasta do que nunca e estamos a tornar-nos conscientes desta possibilidade através do enigma da tecnologia avançada ou extraterrestre estar na posse de instituições elitistas secretas. Agora sem isso ser um fato, certamente podemos extrapolar o potencial provável.

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  102. A era da IA começa com a era da alta tecnologia e obriga-nos a considerar que, ao mesmo tempo que temos acesso a mais informação do que nunca, também fomos impedidos de ter mais informação disponível do que nunca.
    A restrição da informação tem de ser considerada e, tanto quanto possível, a informação aberta tem de ser implementada se quisermos avançar culturalmente, politicamente, espiritualmente e muito menos sobreviver e prosperar. Os tibetanos têm uma tradição interessante e relevante que vale a pena considerar no que diz respeito ao consumo de informação, se não à implementação. Embora existam inúmeras histórias culturais na cultura tibetana, como regra, os tibetanos foram ensinados a não ler ficção. A ficção é considerada uma fantasia delirante, da qual todos já estão sobrecarregados. Para perceber adequadamente, temos que praticar a observação do real e considerar a remoção dos véus da fantasia.
    Portanto, considere aprender a realidade e ter discernimento sobre os quatro tipos de informação. Todas as instituições são oligárquicas. Não fique preso na lama da definição dos termos, explore o viés institucional.
    Não importa quanta informação de não-ficção esteja disponível, os humanos só podem conhecer uma pequena parte da realidade. E não importa a quantidade total de informações, a maioria de nós não tem acesso a todas as informações disponíveis.

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  103. The Outlines of Sociology / Ludwig Gumplowicz

    https://core.ac.uk/download/pdf/7048711.pdf

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  104. Bitcoin Red Pill audiolivro

    https://youtu.be/b56BxVYgDnI

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    1. Skin in the game / Nassim Taleb

      https://philosophiatopics.files.wordpress.com/2018/10/skin-in-the-game-nassim-nicholas-taleb.pdf

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  105. La estrategia Cloward-Piven es una acción política delineada en 1966 por los sociólogos y activistas políticos estadounidenses Richard Cloward y Frances Fox Piven.
    Es la estrategia de forzar un cambio político que conduzca al colapso social a través de crisis orquestadas. La "Estrategia Cloward-Piven" busca acelerar la caída del capitalismo sobrecargando la burocracia gubernamental con una avalancha de demandas imposibles, acumulando una enorme deuda nacional impagable y otros métodos como la inmigración sin restricciones, empujando así a la sociedad a la crisis y al colapso económico al abrumar a la sistema.

    https://img1.wsimg.com/blobby/go/a8f0d443-cbbc-435a-bade-701beceaab7d/downloads/Cloward%20Piven%20Strategy.pdf?ver=1636319472382

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  106. La lucha entre el "orden basado en reglas" de Estados Unidos y el derecho internacional.
    En la actualidad tenemos a los defensores del "orden basado en reglas" en un ataque frontal contra el derecho internacional. ¿Qué es el "orden basado en reglas"? Una buena definición es que se trata de un sistema fuera del derecho internacional que esencialmente defiende lo que Estados Unidos juzga en beneficio de sus intereses y los de sus aliados en cualquier momento.
    El mensaje que esto envía no podría ser más claro: no nos desafíen, nosotros ponemos las reglas y seremos despiadados con quien se atreva a desafiar esto. Es, ante todo, una dinámica de poder, que es inmensamente reveladora. Lo que significa que Estados Unidos se ve a sí mismo como un adversario del derecho internacional, siendo ésta una fuerza a la que hay que someter.

    https://www.cambridge.org/core/journals/leiden-journal-of-international-law/article/choice-before-us-international-law-or-a-rulesbased-international-order/7BEDE2312FDF9D6225E16988FD18BAF0

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  107. Sobre el poder: Historia natural de su crecimiento / Bertrand de Jouvenel

    https://www.elcato.org/sites/default/files/sobre-el-poder-libro-electronico.pdf

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  108. Democracia Show, Joaquín Bochaca

    https://es.scribd.com/document/578240113/Joaquin-Bochaca-Democracia-Show

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